El Nuevo Lunes cumple esta semana 40 años en los quioscos, una efeméride nada habitual en los tiempos que corren para los medios de comunicación, que el semanario económico ha querido conmemorar con un Número Especial al que ha invitado a los miembros del Gobierno, a los portavoces parlamentarios de los partidos, a los presidentes autonómicos y a los representantes de las organizaciones económicas y sociales a reflexionar sobre el reto de país que suponen los fondos europeos de recuperación. El Siglo reproduce a continuación la carta del director de El Nuevo Lunes, José García Abad, editor también de esta revista, y las tribunas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que inauguran este número extraordinario.
Carta del director en el 40 aniversario de El Nuevo Lunes

Querido lector amigo:
Tienes en tus manos el número que celebra el 40 cumpleaños de El Nuevo Lunes que, dadas las lamentables circunstancias de todos conocidas que ha padecido la prensa tiene su mérito. Así lo han reconocido los que nos honran con su participación en este número, todos ellos personajes de alta representación económica y social a los que agradecemos vivamente su significativa colaboración.
Cada cumpleaños nos permitimos reflexionar sobre cómo ha desarrollado su labor informativa y crítica nuestro semanario durante el último año. En este caso, con la cifra redonda y podemos decir que heroica de los 40 años cumplidos merece la pena hacer una referencia a lo que ha cambiado este país en este periodo, en casi medio siglo de historia.
El Nuevo Lunes ha seguido semana a semana cuatro décadas de la historia de España de agitada intensidad política y profunda trasformación económica pero de balance glorioso en los que nuestro semanario ha cumplido rigurosamente su propósito fundacional de ir al fondo de los acontecimientos, de informar con rigor e independencia de los hechos más relevantes añadiendo la debida contextualización de la noticia, indagando sobre sus antecedentes y consecuencias, y, por supuesto, cumpliendo con la elemental norma del periodismo de separar lo que es información y lo que es opinión, siempre identificada. Nada del vicio actual de editorializar los titulares deteriorando la calidad de la información ofrecida.
Nacimos como un proyecto profesional, independiente, al margen de los grandes grupos editoriales, que sólo responde a sus lectores. A su legítimo derecho a recibir información relevante y limpia. Sin contaminantes. En definitiva: un producto de alta calidad.
Estas cuatro décadas han sido moviditas pero con un balance positivo. Nació ‘El Nuevo Lunes’ una semana antes del golpe de Estado perpetrado por Tejero el 23 de febrero de 1981, con un panorama estremecedor en el que España se jugaba la democracia, nuestra incorporación a las Comunidades Europeas y, obviamente, la libertad de expresión.
Habíamos enviado a cada diputado la semana previa al golpe un ejemplar del mismo. ¿¡Quién hubiera pensado que El Nuevo Lunes sería una de las pocas lecturas que pudieron manejar los representantes de la soberanía nacional secuestrados aquel nefasto 23-F!?
Superado el golpe, El Nuevo Lunes pudo ejercer su trabajo con responsabilidad e independencia bajo los gobiernos sucesivos de la derecha y de la izquierda contando con escritos de las máximas autoridades políticas, económicas y sindicales.
Seguiremos proporcionándoos, queridos lectores amigos, cada semana, en estos momentos trepidantes, cuando pudiera vislumbrarse avances hacia una cierta desinflación del problema catalán, principal objetivo del gobierno Sánchez, información decente, siempre contrastada, y las claves para analizar sus consecuencias. Y, de forma amplia, seguiremos ofreciendo los ricos debates de nuestro Consejo de Sabios en “Los Desayunos de El Nuevo Lunes” que publicamos desde hace más de 20 años los primeros lunes de cada mes.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a nuestros expertos sus perspicaces comentarios que iluminan la actualidad del momento y proporcionan una calificada perspectiva de las últimas décadas de la economía española, así como los que nos honran con sus posiciones críticas en nuestra nueva sección “Con Derecho a Réplica”. Y, desde luego, para desearle a usted, lector amigo, tras los tremendos sufrimientos del coronavirus, un 2021 saludable y de recuperación económica.
Con un fuerte abrazo,
José García Abad
2021, el año de la confianza y la recuperación económica
Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno
La crudeza con que la pandemia golpeó nuestra economía y la de nuestros principales socios comerciales ha sido objeto de múltiples mediciones. Hay una que me resulta especialmente ilustrativa: la Comisión Europea estima que la economía de la zona euro ha operado entre un 25% y un 30% por debajo de su capacidad durante el periodo de confinamiento más estricto. Según valoraciones de la propia Comisión Europea, las necesidades de financiación de la economía europea ascendían a 1,5 billones de euros, como mínimo, para hacer frente al gap de inversiones que generaría la crisis sanitaria, a lo que habría que sumar la necesidad de financiar las transiciones gemelas, ecológica y digital.La rápida expansión del coronavirus y el riesgo de colapso de los servicios sanitarios trastocaron los planes de los Gobiernos del mundo entero a principios de 2020. El desafío al que nos enfrentaríamos era difícilmente imaginable pocos meses antes de que comenzara el año que ya nunca olvidaremos. La COVID-19 apareció en España cuando el país experimentaba un crecimiento robusto y sostenible: la economía española creció un 2% en el conjunto de 2019, por encima de la media de la Unión Europea y de las otras grandes economías de la eurozona. Unas 400.000 personas se habían incorporado al mercado laboral durante el último año, y la tasa de paro, aunque todavía se encontraba en niveles elevados, descendía por debajo del 14% por primera vez desde 2008. Por tercer año consecutivo, el número de turistas internacionales alcanzaba un récord histórico, registrando más de 83 millones de llegadas. Asimismo, la deuda pública y la privada se encontraban en fase descendente y la capacidad de financiación del país se situaba, en un positivo cambio de tendencia respecto a anteriores fases expansivas, en el entorno del 2% del PIB anual.
Estas cifras nos dejaron claro, desde un principio, que las medidas de sostenimiento de rentas no sirven, por sí solas, para garantizar la plena recuperación del nivel de PIB previo a la irrupción de la pandemia. En ausencia de un Plan de Recuperación, el crecimiento desigual en diferentes sectores provocaría una grave profundización de las brechas sociales y territoriales.
“La intensa actividad negociadora de los Estados Miembros de la UE, con España en un papel de liderazgo en las conversaciones, culminó en el histórico acuerdo alcanzado en el Consejo Europeo de julio”
La intensa actividad negociadora de los Estados Miembros de la UE, con España en un papel de liderazgo en las conversaciones, culminó en el histórico acuerdo alcanzado en el Consejo Europeo de julio. De dicho acuerdo nace nuestro Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el proyecto de reconversión económica más ambicioso de la historia democrática de nuestro país. Un plan que representa 140 mil millones de euros a través del fondo Next Generation EU, de los cuales vamos a liberar en los próximos tres años cerca de 72.000 millones en transferencias directas.
El Plan de Recuperación es una palanca de cambio en el modelo productivo y una palanca de aumento en la productividad (reducción del coste energético, digitalización, mejora de los servicios prestados por las Administraciones…). Entraña también un cambio de paradigma trascendental en la política económica: el impacto a largo plazo (2030) del plan puede llegar a suponer un incremento en el crecimiento potencial de la economía de entre 4 y 5 décimas, situándolo por encima del 2%. En términos agregados, el Plan podría generar más de 800.000 puestos de trabajo al cabo de los tres años. Asimismo, el Plan supondrá una mejoría estructural de competitividad de nuestro tejido empresarial, que conllevaría una mejora sostenida de nuestra posición exterior. Las mejoras relativas a los ejes digitales y a la apuesta por el ecosistema industria-servicios o el impulso al emprendimiento supondrán una mejoría de 0,2 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento de las exportaciones a largo plazo. A diez años vista, el Plan se traduce en un desplazamiento de la curva de Lorenz hacia arriba, lo que significa una reducción de la desigualdad entre las rentas salariales de los hogares. En términos del índice de Gini, el Plan permitiría reducir el índice un 5,7%.
“La dimensión sanitaria, social y económica de la pandemia incide particularmente sobre las mujeres. Las ocupaciones con elevada presencia de empleo femenino están siendo las más afectadas por las medidas de confinamiento y por la propia crisis sanitaria”
El Plan se articula sobre cuatro líneas directrices, que permitirán que España aproveche el total alineamiento de las prioridades de nuestro Gobierno con las prioridades estructurales marcadas por la Comisión Europea como pilares de la recuperación. Las directrices de la Comisión son plenamente coincidentes con reformas y actuaciones que representan la “marca de agua” de este Gobierno. Me refiero, en primer lugar, a las irrenunciables transiciones gemelas, verde y digital, que nuestro país está en disposición de liderar. No en vano, nuestro Plan Nacional Integrado de Energía y Clima fue el mejor valorado de entre todos los presentados a la Comisión, por lo que no puede haber anclaje más sólido para lo que queremos llevar a cabo en este ámbito. En cuanto a la transición digital, no debemos olvidar nuestra situación privilegiada, que también nos sitúa en un esperanzador punto de partida: somos líderes en la UE en el despliegue de redes de fibra óptica y segundos en servicios públicos digitales. Estos datos son especialmente esperanzadores, si tenemos en cuenta que, según un informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en los países de la OCDE, un incremento del 1% en la intensidad de digitalización del país supone un aumento del PIB per cápita de un 0,14%.
Los otros dos pilares hacen también referencia a compromisos ineludibles que no podemos desatender como sociedad. En primer lugar, el de conseguir una España sin brechas de género. La triple dimensión (sanitaria, social y económica) de la pandemia incide particularmente sobre las mujeres. Las ocupaciones con elevada presencia de empleo femenino están siendo las más afectadas por las medidas de confinamiento y por la propia crisis sanitaria y es algo que hemos tenido muy en cuenta a la hora de diseñar los treinta componentes del Plan. Por último, estamos ante la oportunidad idónea para avanzar definitivamente hacia una España cohesionada e inclusiva, que será nuestro cuarto pilar de actuación.
Los cuatro ejes transversales citados son la base sobre la que se desplegarán las diez políticas tractoras y los treinta proyectos que deben modernizar nuestro país. Estos engloban actuaciones, entre otras, en el ámbito del conocimiento, con el impuso de la Formación Profesional dual, las competencias digitales o el despliegue de la educación de cero a tres años; en la mejora del entorno empresarial, con el plan de digitalización de sectores estratégicos, el despliegue del 5G o la estrategia de economía circular; y también en las Administraciones Públicas, con la reforma integral del sistema de Justicia, la digitalización de los servicios públicos de empleo y de salud o la transición energética de la Administración General del Estado.
Estoy seguro de que el Plan marcará el camino de la tan deseada y necesaria recuperación económica. Su ejecución implicará un esfuerzo administrativo sin precedentes, por los elevados requerimientos formales y de supervisión que exige la Comisión Europea, pero, una vez más, estaremos a la altura de las circunstancias, ya que es nuestra obligación como Gobierno. Así lo demostramos en marzo del año pasado, antes de que hubiera una respuesta coordinada a nivel europeo, movilizando en torno a 200.000 millones de euros (el 20% de nuestro PIB) para otorgar un triple escudo protector a las empresas, a los trabajadores y trabajadoras y al sostenimiento de los más vulnerables.
Si el año 2020 lo recordaremos, sin duda alguna, como el año de la pandemia, el año 2021 ha de ser el año de la confianza y, en consecuencia, de la recuperación económica.
El Plan de Recuperación
Nadia María Calviño, Vicepresidenta Tercera y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital
La pandemia del Covid-19 plantea retos de una magnitud no conocida en nuestra historia reciente, en el plano sanitario y también en el ámbito económico y social. Se trata de un desafío global que requiere una respuesta coordinada, decidida y solidaria para ayudar a las empresas, a los trabajadores y a las familias, tanto a nivel nacional como europeo e incluso mundial.
El control de la expansión del virus, el refuerzo de los sistemas de salud pública y la protección del tejido productivo y social han centrado la acción del Gobierno durante estos largos meses, con medidas importantes de ayuda directa y de liquidez que, sin duda, han sido fundamentales para proteger una base para la recuperación; para volver cuanto antes a la senda del crecimiento y la creación de empleo.
Pero esa respuesta no puede quedarse únicamente en un impulso a corto plazo. La pandemia ha acelerado procesos de cambio estructural, en el ámbito digital, por ejemplo, que hacen imprescindible un importante volumen de inversión para la adaptación del modelo productivo. Además, la experiencia de pandemias pasadas muestra dos graves efectos secundarios en el ámbito económico y social con impacto a más largo plazo: una caída de la inversión pública y privada que puede lastrar el crecimiento futuro y un aumento de la desigualdad que, en el caso de España, se produciría cuando todavía no se habían recuperado los retrocesos de la anterior crisis financiera. Asimismo, algunos sectores productivos todavía necesitarán un tiempo para recuperar el nivel de actividad previo a la llegada de la pandemia. Finalmente, todos somos cada vez más conscientes de la necesidad de abordar de forma decidida el cambio climático y de invertir en la transición ecológica.
Por todas estas razones es preciso poner en marcha un programa de inversiones y reformas que permita lograr un crecimiento sostenible desde el punto de vista financiero pero que, además, modernice nuestra estructura productiva para avanzar hacia un país más fuerte, productivo, competitivo y resiliente.
Sacar el máximo partido a los 140.000 millones de euros que España recibirá entre 2021 y 2026 exige tres cosas.
En primer lugar, contar con un plan coherente, basado en un buen diagnóstico de las fortalezas y debilidades y que concentre la acción pública en las palancas con mayor capacidad tractora sobre el conjunto del país.
Eso es lo que hacemos en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia presentado por el Presidente Sánchez el pasado mes de octubre para hacer de España un país más verde, más digital, más cohesionado social y territorialmente y más igualitario, mediante 10 palancas concretas de transformación para impulsar la educación y la formación profesional, apostar por la ciencia y la innovación, generar entornos urbanos y rurales más accesibles e inclusivos, afrontar la despoblación, conseguir infraestructuras y ecosistemas resilientes, impulsar la modernización industrial y empresarial, y desarrollar una nueva economía de los cuidados, entre otros objetivos.
«Tenemos un Plan alineado con las agendas europeas y con las reformas que hemos puesto en marcha desde hace dos años y medio, con una visión de futuro clara y con el diálogo social y político como bandera»
Lo segundo que necesitamos es actuar con rapidez y agilidad. Los Presupuestos Generales del Estado para 2021 incluyen ya 27.000 millones de euros en inversiones públicas a lo largo de este ejercicio para impulsar la transición ecológica, la digitalización de las pymes y las administraciones, modernizar el sistema educativo y formativo, actualizar la regulación laboral y el sistema fiscal, mejorar el clima de negocios y la demografía empresarial, reforzar el capital humano, tecnológico y natural, mejorar la vertebración territorial y la cohesión social.
En paralelo, ha entrado en vigor un Real Decreto-ley que agiliza los trámites burocráticos, elimina cuellos de botella y dinamiza las posibilidades de colaboración público-privada de cara a la ejecución de los diferentes proyectos e inversiones que se van a activar en los próximos años.
Porque ése es el tercer factor clave para garantizar el éxito de esta importante tarea: contar con todos los actores implicados, económicos y sociales, administraciones públicas, expertos, académicos, trabajadores y empresarios. Con la sociedad en general. Éste es un proyecto de país que necesita de todos, en el que no sobra nadie.
Conseguir la máxima capilaridad en los proyectos, atendiendo tanto a las grandes inversiones que sean capaces de movilizar toda la cadena de producción como a las necesidades de las pequeñas empresas y los autónomos, es esencial para el éxito del Plan.
Una gran oportunidad, pero también un reto que entraña una gran complejidad.
España ha sabido aprovechar de manera muy eficaz la financiación comunitaria, ejecutando la totalidad de los fondos asignados y desplegando inversiones transformadoras que han ayudado también a la convergencia de las diferentes regiones.
Y esta vez no será diferente.
Tenemos un Plan alineado con las agendas europeas y con las reformas que hemos puesto en marcha desde hace dos años y medio, con una visión de futuro clara y con el diálogo social y político como bandera. También contamos con una base sólida para apoyar este proceso: empresas grandes y pequeñas creativas, flexibles y competitivas, y una población solidaria y que sabe reinventarse, que abraza el cambio y que tiene ganas de dejar atrás esta pandemia para poder mirar de frente y con esperanza al futuro.
Por delante tenemos todavía semanas complicadas, en lo sanitario, en lo económico y en lo social. Es fundamental que sigamos gestionando la pandemia y avanzando en el proceso de vacunación para que este verano haya un porcentaje sustancial de población ya inmunizada. Es esencial que mantengamos el apoyo a las empresas y los trabajadores, con nuevas ayudas directas para que puedan capear lo mejor posible las dificultades que aún tenemos por delante, como hemos venido haciendo desde marzo. Adaptándonos a sus necesidades cambiantes, anticipando los problemas que se les puedan ir planteando y sin perder de vista que de esta crisis debemos salir todos, sin dejar a nadie atrás. Y tenemos que trabajar todos juntos para desplegar el Plan de Recuperación, modernizar todo nuestro tejido productivo, crear empleos de calidad y reforzar nuestro estado de bienestar.