¡Vaya gente! / Mara del Prado
Lo mismo hace de anfitriona de la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, para dejar bien alto el pabellón español, que se va al Teatro Real de incógnito –es un decir– a ver a Marion Cotillard con su amiga María Luz Valero.
Porque doña Letizia es una profesional. Aunque Juan Carlos de Borbón llamara así a su esposa Sofía con toda la intención y falta de empatía del mundo, lo cierto es que la emérita llevaba su papel de consorte en la sangre –azul– y, así lo ha demostrado soportando todo tipo de infortunios conyugales, lo suyo ha sido más vocación que otra cosa.
Su nuera, en cambio, era periodista y vecina del barrio de Valdebernardo cuando se convirtió primero en princesa y, después, en reina. Una reina que ha logrado conservar sus espacios de privacidad a pesar de las críticas que eso le ha granjeado, fuera y dentro de la Familia Real y alrededores, y que ha mantenido las amistades con las que alejarse de los íntimos de don Felipe que la llamaban ‘la jolines’ para hacerla de menos.
Vestida de negro y luciendo coleta acudía el martes, 14 de junio, al Teatro Real para ver Juana de Arco en la hoguera, una coproducción con la Ópera de Frankfurt con la dirección de escena de Àlex Ollé, de La Fura dels Baus, y la interpretación de la estrella del cine francés. A la salida fue fotografiada con su amiga, a quien conoce de su etapa como presentadora de informativos en TVE y que aún hoy sigue encargándose del estilismo de su pelo, cuenta Hola.
Más llamativa que su presencia de ‘incógnito’ en el Real fue su ausencia en el 18 cumpleaños de Ingrid Alexandra de Noruega, primogénita del heredero al trono, Haakon de Noruega. Si bien el nivel europeo fue desigual –las casas reales estuvieron representadas por cuatro reyes y una treintena de príncipes– y la presencia de los destronados griegos y búlgaros rebajaba el nivel de la celebración, destacó la ‘soledad’ marital de Felipe VI, uno de los padrinos de la joven, y la ausencia de su hija.
Sobre todo, en la foto de cuatro futuras reinas: junto a Ingrid posaron Amalia, hija de Guillermo y Máxima de Holanda; Elisabeth, hija de Felipe y Matilde de Bélgica; y Estelle, hija de Victoria y Daniel de Suecia. Faltaba una, la princesa Leonor. “Por alguna razón, a doña Letizia se le resiste Noruega. Desde que llegó a palacio, camino ya de los veinte años, ha habido diferentes oportunidades de ‘estrechar’ lazos con los príncipes herederos, aunque, de momento, sin resultado”, advierte Hola con tono de reproche. En “un país muy próximo a su marido”, añade, donde tiene a Haakon “a un gran amigo después de haber compartido vivencias de juventud y de amor”, en alusión a Eva Sannum.
Y continúa en lo que pasa a ser un editorial: “podría decirse que no es una apasionada de las cumbres reales […]. Doña Letizia es una monarca [sic] independiente y, quizá, no le dé una importancia enorme al hecho de acercarse a sus pares reales en el siglo XXI, aunque el tiempo corre y sus hijas tendrán que encontrar su hueco entre las nuevas generaciones de príncipes”. ¿Tomará en consideración la reina esta advertencia? ¿O preferirá buscar entradas para los festivales de música del verano?