Será la inexperiencia, será el desinterés o será la falta de preparación política. Pero lo cierto es que Santiago Abascal no supo dar una respuesta sobre los datos del paro siete horas después de que fueran públicos porque se había quedado dormido en los laureles.
Desde que se conociera la fecha, Pablo Casado y Albert Rivera se quejaron amargamente de que el debate a cinco organizado por la Academia de Televisión se iba a celebrar unas horas antes de que el Ministerio de Trabajo hiciera pública una información que, estaban convencidos, serviría para atacar al presidente en funciones y candidato al 10-N, Pedro Sánchez.
Aquello podría haberle dado una pista, pero el líder de Vox se presentó por la tarde en EsRadio sin haber hecho los deberes y, preguntado por las últimas cifras de desempleo en España, dijo sin sonrojo que “he estado descansando y todavía no he podido conocer ese dato”. Eso sí, en cuanto el entrevistador le hizo la lectura negativa echó mano de una socorrida respuesta para hablar de los “brotes negros de la crisis que viene y que algunos no quieren afrontar”.
El asunto daría risa si no fuera por lo que significa la irrupción de la extrema derecha en las instituciones españolas. Así lo entienden organizaciones sociales especializadas en migraciones como CEAR o la Federación Sos Racismo, que han presentado una denuncia ante el Ministerio Fiscal y una queja en el Defensor del Pueblo para que se investigue si varios vídeos elaborados y difundidos con motivo de la última campaña electoral por Vox en sus páginas y redes oficiales pudieran incurrir en un delito de odio.