Dieciocho meses después de la declaración del Estado de Alarma las vicepresidentas del Gobierno y seis ministras nos transmiten, en el Especial por el 30 aniversario de El Siglo, sus reflexiones sobre cómo será esa España que tanto ansiamos ver: la España postcovid. La situación vivida ha sido un punto de inflexión que debemos usar para transformarnos y fortalecernos como sociedad. Mientras, la vacunación y la tasa de inmunización de la población permite mirar al futuro con esperanza y pensar que la vida tal y como la conocíamos está más cerca.
La salida de la crisis
Nadia Calviño
Vicepresidenta Primera y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación digital
Hay acontecimientos en la historia que marcan un antes y un después y la pandemia de Covid-19 es probablemente uno de ellos. Todos hemos vivido de cerca sus consecuencias y es probable que todavía tengamos que superar todos juntos, como sociedad, algunas de sus secuelas.
Esta crisis sin precedentes ha puesto de manifiesto nuestras debilidades y fortalezas.
También ha acelerado procesos de cambio estructural, como la digitalización, y ha reforzado la conciencia sobre la importancia de disponer de instituciones y mecanismos de respuesta global a los importantes retos que tenemos por delante.
Las instituciones europeas han respondido de forma solidaria ante esta pandemia, articulando instrumentos de apoyo que han sido fundamentales a corto plazo para proteger la estabilidad financiera y permitir una respuesta eficaz, y abren, a medio plazo, una perspectiva positiva y una senda de recuperación totalmente diferente de la que vivimos con la anterior crisis financiera.
Entre las medidas desplegadas, destaca sin duda el ambicioso programa de inversiones y reformas aprobado por los líderes europeos en julio del año pasado que, en el caso de España, se concreta en una agenda de modernización que será impulsada por los 140.000 millones de euros de fondos europeos y un importante calendario de reformas de futuro.
Este volumen de recursos es equivalente a lo que España ha recibido en transferencias de fondos estructurales desde nuestra adhesión a la Unión Europea. Todos somos conscientes de lo que hemos logrado gracias a ese apoyo financiero en estos últimos 30 años, así que imaginemos lo que podemos conseguir de aquí a 2026 si acertamos con las inversiones y reformas, remando todos en la misma dirección.
Ahora que estamos en una nueva fase y que la recuperación económica está en marcha y es muy fuerte, es el momento de acelerar el despliegue del Plan y centrar las energías en impulsar el país y la sociedad que queremos, una España más verde, más digital, más inclusiva, más solidaria y más justa.
Contra el fantasma de la desigualdad
Yolanda Díaz
Vicepresidenta Segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social
Desde que la Covid-19 irrumpió en nuestras vidas, con su triste balance de dolor colectivo, nuestra sociedad se ha aferrado a una pregunta. Es una pregunta salvífica, ineludible, que participa del futuro y en la que se encriptan los anhelos de aquello que se dio en llamar la “nueva normalidad”. La pandemia ha sido pródiga en metáforas, muchas de ellas totalizadoras, ancladas en ese lenguaje bélico, de combate, que parecía imponer la lucha diaria contra el virus, en residencias y hospitales, casa a casa, en las empresas, en nuestras calles y supermercados, en cada escuela o centro social. La pregunta, por tanto, tampoco es ajena al lenguaje que utilizamos para responderla. “¿Cómo será la España post-Covid” o “¿Cómo debería ser?”.
Habíamos conocido, con anterioridad, otras crisis. Habitan la memoria común, como cicatrices en la línea de tiempo de nuestras vidas. Son vendavales cíclicos que, a su modo, retratan la cotidianeidad expuesta y vulnerable de tantas personas en nuestro país: el cierre de las fábricas, los despidos, el trabajo precario que había que aceptar, el alquiler imposible, la falta de oportunidades laborales, el sueldo que no llega, el miedo a no llegar. La vida al día, con lo justo o algo menos.
Guardamos un recuerdo muy vivo de esas crisis financieras, de su injusticia, de su ‘sálvese quién pueda’, y es esa vivencia, tan dura y descarnada, la que ha anticipado una respuesta diferente como Gobierno ante la Covid-19. A la fractura económica y laboral que ya conocíamos tuvimos que sumarle, en esta ocasión, la excepcionalidad de la distancia impuesta, el drama de la enfermedad. Un virus que nos ha disgregado como comunidad, que nos ha obligado a caminar en soledad, sin posibilidad de compartir, con nuestras emociones confinadas, escindidas.
Esta vez nada ha sido igual. No nos valían las viejas fórmulas del neoliberalismo despiadado, ni las queríamos. Por eso se ha protegido el empleo, a las personas trabajadoras, al tejido empresarial y se ha demostrado que, sin recortes y sin austeridad, es posible crecer y hacerlo con eficiencia, aún tras un colapso tan importante de nuestros indicadores económicos.
Hemos desactivado aquella falta de respeto y hemos consagrado todas nuestras políticas y, muy especialmente las del Ministerio de Trabajo y Economía Social, a una voluntad transversal: acompañar a las personas y erradicar la desigualdad, en todas sus expresiones, la desigualdad de género, de trato, la desigualdad social, económica…
Es esa misma voluntad la que ha impulsado la subida del Salario Mínimo Interprofesional, el sistema de protección desplegado por los ERTE, que adquirirá en adelante un carácter estructural y definitivo, o la transformación y modernización en curso de nuestro sistema de relaciones laborales. Siempre de la mano del Diálogo Social, como hemos hecho y seguiremos haciendo. Atentas a la doble transición digital y climática que nuestro país afronta. Con la juventud, con las mujeres. Salvaguardando ese bien absoluto que es nuestro propio tiempo. Tiempo para cuidar, para crecer, para formarse, para vivir, en suma.
Dice Patrick Modiano que “no hay mejor sistema para que desaparezcan los fantasmas que mirarles a los ojos”. Eso hacemos: mirarle a los ojos a la desigualdad, principal fantasma y problema para las personas trabajadoras y las empresas de nuestro país. Con otro objetivo, tanto o más ambicioso: situar la democracia en el corazón del trabajo y el trabajo, a su vez, en el corazón de la democracia. Lo haremos con generosidad, con entusiasmo, frente al individualismo y el odio, y con alegría. Siempre la alegría. Porque la alegría, como escribió Caballero Bonald, “es una contrapartida que hay que defender para seguir viviendo”.
Un país en transformación
Teresa Ribera
Vicepresidenta Tercera y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
En el seno de la Unión Europea, nuestro primer marco de referencia político, económico y social, la crisis del COVID-19 ha fortalecido los vínculos de cooperación entre los países miembros -el impulso a la investigación biomédica y la compra unificada de vacunas, por ejemplo- y ha habilitado un monto de ayudas financieras inimaginable antes de la pandemia para acelerar la recuperación e impulsar cambios que ya no admiten demora. Los fondos Next Generation (140.000 millones sólo para España hasta 2027) canalizados a través del PRTR van a transformar nuestro país como pocas veces antes.
La transición ecológica es la columna vertebral de ese proceso de cambio. La España postcovid será más verde y sostenible. Más consciente que nunca de la necesidad de imprimir ambición global a la lucha contra la crisis climática,y del riesgo que implica seguir anclados en un modelo de desarrollo suicida para el planeta y para nosotros. Ahora sabemos que el COVID es una consecuencia directa de esa dinámica desenfrenada que altera ecosistemas y agota recursos naturales para los que no hay recambio posible.
Será una España que cumplirá las metas de descarbonización energética. Que contará con 500.000 tejados solares y 2.000 municipios con pequeñas comunidades energéticas locales ya en 2023. Que va a adaptar su sistema productivo a los principios de la economía circular y ha empezado a modernizar sus procesos industriales, en una dinámica que va a estimular la creación de nuevos nichos de empleo y la recualificación profesional de los trabajadores.
Como sociedad, seremos también más combativos en la defensa de nuestro estado del bienestar. Dónde estaríamos muchos sin el esfuerzo titánico de la sanidad pública por hacer frente al virus, sin la crucial aportación de la ciencia, que es el mejor escudo contra nuevas pandemias que vendrán.
Las políticas sociales, prioridad absoluta para este Gobierno, ganarán más protagonismo si cabe. Tenemos la obligación de no dejar a nadie atrás. Ni a las personas ni a los territorios. Y avanzaremos en igualdad, no puede ser de otro modo, porque los pasos adelante que no damos implican retrocesos inasumibles. Un virus nos ha recordado que somos vulnerables. Estoy segura de que la España postcovid será más fuerte, más resiliente frente a futuros desafíos.
Los cambios permanecerán entre nosotros
Pilar Llop
Ministra de Justicia
La COVID-19 ha provocado un impacto incuestionable en la sociedad y en las Administraciones Públicas. La pandemia ha originado situaciones críticas y planteado retos que han debido ser abordados con celeridad y urgencia. En este contexto se han puesto de manifiesto los puntos más vulnerables de nuestro sistema social, algunos de los cuales ya creíamos superados. Sus consecuencias se han hecho sentir especialmente en los sectores más desprotegidos. Pero también ha revelado el gran potencial que tenemos individual y colectivamente. Nos hemos cuidado los unos a los otros; hemos teletrabajado, lo que ha ayudado a reducir los índices de polución; y se han aprobado planes de choque, desarrollos legislativos y adaptaciones presupuestarias. Muchos de los cambios que debimos introducir a marchas forzadas se quedarán entre nosotros.
La Justicia desempeña una función esencial en el Estado de Derecho y en la cohesión social y territorial. Si no funciona la Justicia, el Estado de Derecho se paraliza.
España está inmersa en una etapa de transformación digital. Ha cambiado el paradigma socioeconómico y la pandemia ha venido a acelerar los procesos de cambio que ya se habían iniciado. La Administración de Justicia está evolucionando al mismo tiempo. Para ello contamos con dos herramientas fundamentales.
En primer lugar, un proyecto para la Justicia: el Plan Justicia 2030, que venimos desarrollando entre el Ministerio de Justicia, las Comunidades Autónomas, el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía General del Estado. Es un proyecto que se realiza en cogobernanza, a través del diálogo territorial e interinstitucional, y comparte los objetivos recogidos en los ejes de los Fondos UE.
Con Justicia 2030 queremos lograr, en los próximos diez años, una Justicia accesible, eficiente, sostenible y cohesionada. Un servicio público de Justicia que se construye en pluralidad y de abajo a arriba -como debe construirse la democracia-, poniendo siempre en el centro a la ciudadanía. Un ejemplo de ello son las Oficinas de Justicia en el municipio.
Justicia 2030 supone un auténtico proyecto de transformación de la Justicia desde el análisis riguroso de la realidad y con la igualdad entre mujeres y hombres como base sobre la que edificar.
En segundo lugar, recursos: los Fondos Next Generation EU, de los que nuestro país es el segundo receptor, gracias a los esfuerzos negociadores del Gobierno de España. Los fondos se destinarán a proyectos vinculados a alguno de los cuatro ejes prioritarios impulsados por la Unión Europea: transformación digital, transición ecológica, cohesión social y territorial, e igualdad.
El país que necesitamos
Raquel Sánchez
Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana
Imaginar supone, a veces, confundir los deseos con la realidad. Sin embargo, a punto de dejar atrás la mayor crisis sanitaria del último siglo y cuando pende sobre nuestras cabezas una emergencia climática que amenaza al propio planeta, imaginar cómo ha de ser la España del futuro es una obligación de los poderes públicos y de los responsables políticos. Los socialistas hemos estado siempre a la vanguardia de las grandes transformaciones de este país. Ahora disponemos de los recursos que, históricamente, nos han faltado para modernizar la economía y responder a los enormes desafíos que tenemos por delante. Por primera vez en mucho tiempo, tenemos la oportunidad de dejar de mirar al suelo para no tropezar e iluminar con luces largas el porvenir inmediato. Eso que imaginábamos es justamente lo que, entre todos, estamos obligados a construir.
Modernizar España es reducir la pobreza y la desigualdad. Es reactivar el ascensor social que se había detenido para nuestros jóvenes. Es crecer mejor, sin esquilmar recursos. Es mejorar la educación y la formación y acompasar el mercado de trabajo a la nueva realidad social y tecnológica. Es firmar la paz con el medio ambiente y adecuar el Estado de Bienestar a la mayor esperanza de vida. Es alcanzar un equilibrio territorial basado en la justicia y en la igualdad.
Vamos a disponer en el Ministerio que dirijo de un porción muy significativa de los fondos europeos que deben hacerlo posible. Y esto, que nos convierte en una palanca esencial para el progreso de España, conlleva además una enorme responsabilidad. Debemos ser especialmente ágiles en la gestión de dichos fondos. Debemos ser ejemplares.
España se encamina a ser un país sostenible, saludable, digital, eficiente e interconectado. Un país en el que las infraestructuras serán cómplices y no enemigas de la conservación de nuestro entorno. Un país cohesionado territorial y socialmente, en el que la vivienda dejará de ser un lujo inaccesible apara convertirse en una necesidad satisfecha.
Un país comprometido radicalmente con la igualdad de mujeres y hombres, una igualdad real y efectiva. Un país que no se cruza de brazos ante la brecha salarial y la discriminación, que está dispuesto a hacer añicos cualquier techo de cristal y que incorpora la perspectiva de género a todas sus políticas públicas. Un país que cree en lo público porque, como se ha demostrado, de sus servicios dependen la vida, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
Ya no se trata, por tanto, de imaginar sino de cimentar una España próspera de la que la ciudadanía se sienta orgullosa. En eso estamos.
La educación como vía hacia la recuperación
Pilar Alegría
Ministra de Educación y Formación Profesional
La pandemia de la COVID-19, cuyos efectos aún estamos padeciendo, nos ha situado frente al espejo. Si en un primer momento vimos nuestra vulnerabilidad, pronto comprobamos nuestra fortaleza como sociedad, el gran país que somos, el valor incalculable de lo público y el poder imbatible de la unidad cuando se trata de alcanzar el bien colectivo. La respuesta del sistema educativo resume bien esto que digo. Tras la drástica decisión de cerrar las escuelas con el confinamiento, nuestro país tomó conciencia de la importancia de la formación para la recuperación económica y social. Y toda la comunidad educativa – docentes, familias y estudiantes -, con el impulso político y económico del Gobierno y la unidad de todas las CCAA, se conjuró para no volver a cerrarlas. Se superó el curso con más del 99% de las aulas abiertas. Un logro alcanzado por muy pocos países en todo el mundo.
Nuestra capacidad de resiliencia se multiplica porque formamos parte de Europa, de esa Unión que, a pesar del escepticismo de algunos, es clave para la recuperación y que durante la pandemia ha permitido que seamos el área geográfica del mundo con mayor porcentaje de vacunación. Ningún país lleva adelante su vida en solitario, por eso es imprescindible el apoyo mutuo. Para ese “después” de la pandemia la responsabilidad es un valor inexcusable. Y nuestra responsabilidad como Gobierno es construir un futuro mejor para los ciudadanos, para todos sin excepción, erradicando la confrontación y cultivando el diálogo, valores democráticos necesarios para devolverles la confianza y desterrar el miedo.
Con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia tenemos una oportunidad histórica para una reconstrucción económica sólida e inclusiva tras la crisis de la COVID-19 que nos permita afrontar los retos de las próximas décadas. En esa recuperación, en esa verdadera transformación, la educación y la formación tienen un papel protagonista.
Para ello, estamos modernizando nuestro sistema educativo con digitalización, con nuevas formas de aprender; estamos impulsando una Formación Profesional que dé oportunidades a nuestros jóvenes para acceder a más y mejores empleos y que aumente la competitividad de las empresas; estamos incrementado el presupuesto destinado a becas y programas de refuerzo y orientación educativa. En definitiva, estamos respondiendo con una inversión histórica de más de 7.000 millones de euros, porque lo que se hace en el presente determina el rumbo del futuro.
La ciencia, el conocimiento, nos han permitido superar esta situación difícil y prepararnos para lo que vendrá. Pero también lo hemos hecho con valores como igualdad, solidaridad, justicia, respeto y diálogo que son la esencia de la sociedad en la que vivimos y queremos seguir viviendo.
Es responsabilidad de todos avanzar en el conocimiento y en la formación de nuestros jóvenes. Tenemos una oportunidad inexcusable para hacer de nuestro país un lugar donde siga mereciendo la pena vivir.
Hemos aprendido la lección
Isabel Rodríguez
Ministra de Política Territorial y Portavoz del Gobierno
La lucha contra la desigualdad debe ser el objetivo principal de cualquier proyecto político que se precie de serlo. Así lo entiendo personalmente, lo concibe el Gobierno de España y lo asume Europa hoy como demuestra el Plan de Recuperación. El más ambicioso desde el nacimiento de la Unión Europea con la inversión de más de dos billones de euros en los próximos años. Y este avance solidario hacia el desarrollo de una sociedad más justa es lo que vértebra la transformación de nuestro país en el contexto europeo cuando hablamos de cohesión social y territorial.
Por su alcance y dimensión yo sumaría la cohesión intergeneracional, pues el horizonte que se persigue transciende la coyuntura de esta generación. Estamos creando oportunidades para los más jóvenes, construyendo un futuro mejor que legar a nuestros hijos y a nuestras hijas y poniendo los cimientos sólidos de una economía que no se vea sometida a constantes crisis como viene sucediendo en las últimas décadas.
Un gran pacto entre el liderato público y privado que devuelve, por fin, a la política con mayúsculas el protagonismo que nunca debió perder. Dicho de otro modo, esta vez los poderes públicos nos hemos conjurado para salir de la crisis tras la pandemia sin a dejar a nadie atrás. No sufrirá más quien menos tiene como sucedió con la austeridad, la “solución” a la crisis financiera que comenzó en 2008.
Hemos aprendido la lección y el liderazgo del Presidente Sánchez en Europa ha tenido mucho que ver en ello. La justicia distributiva y en este caso inversora con perspectiva social, igualitaria y medioambiental como ejes de este plan, son ya en sí mismos un hito destinado a hacer historia.
El resultado será una nueva economía verde, digital e inclusiva que genere empleos de calidad. Una apuesta firme por la innovación en la ciencia y la modernización de la educación en todos sus tramos con acento en la Formación Profesional. Una actualización y apuesta por la cercanía de la Administración Pública.
En definitiva, una mejora sustantiva y real de la vida de la gente y en concreto la creación de oportunidades a una juventud reiteradamente castigada en sucesivas crisis. Tenemos el deber moral de afianzar su confianza en la política, en la democracia alejando los cantos de sirena de posturas extremas y de enfrentamiento, tan nocivas para la convivencia.
Transformar un país, sus territorios y municipios, ese el objetivo para mejorar la vida de las personas. Si grande es la empresa mayor tiene que ser el esfuerzo de las instituciones con las y los servidores públicos (gobernantes y empleados públicos) junto al sector privado para lograrlo.
Estoy segura de que desde el más pequeño de nuestros ayuntamientos, pasando por diputaciones provinciales, cabildos insulares, todas las comunidades y ciudades autónomas sabrán dar lo mejor de sí en colaboración leal entre todas ellas y estar a la altura del momento, de este país y su ciudadanía.
Sigamos haciendo camino, sigamos abrazando la vida siempre
Carolina Darias
Ministra de Sanidad
La vida es recuerdo y memoria, presente y pasado, pero, sobre todo, la vida es esperanza y futuro. Las ciudades y los pueblos son reflejo de la vida de las personas que los habitan y, de algún modo, expresan los sentimientos de su gente. En marzo de 2020 una maldita pandemia irrumpió en nuestras vidas y nos golpeó en aquello que nos hace más humanos, nuestras relaciones familiares y sociales, en los abrazos. Desde el primer momento, la prioridad de todas las administraciones sanitarias del país fue la de salvar vidas y recuperar, cuanto antes, la normalidad arrebatada. El camino ha sido difícil y, desgraciadamente, esta pandemia deja un rastro de dolor que será imposible de olvidar. Hoy, año y medio después, estamos más cerca de alcanzar el final gracias a nuestro Sistema Nacional de Salud, a todos los profesionales que lo conforman y el arma más poderosa para la vida: las vacunas.
Mi reconocimiento a los profesionales del Sistema Nacional de Salud y al conjunto de los empleados y empleadas públicos. Su papel ha sido fundamental para doblegar una curva, demasiado rebelde en ocasiones, y especialmente ahora, para para llevar a cabo la mayor campaña de vacunación de la historia de nuestro país.
Un año más tarde podemos decir que la campaña de vacunación en España es un éxito colectivo, un éxito de país, gracias a la Estrategia estatal que nos ha situado como referencia a nivel mundial. Pero, siendo esto importante, no es suficiente, por eso seguimos trabajando, para asegurar el futuro de las vacunas en nuestro país y en otros países del mundo, porque nadie estará a salvo hasta que toda la humanidad lo esté.
Debemos sentir orgullo, por la concienciación ciudadana en nuestro país, porque cada uno de nosotros que ha ido a vacunarse no solo ha sido responsable con su propia salud, también con la de los demás. Las vacunas, en general, y las vacunas contra la COVID-19 en particular, representan muchas cosas, pero, sobre todo, representan el horizonte de esperanza; son nuestra oportunidad de futuro, al igual que lo son los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea.
Somos muy conscientes de que la vacunación y esta inversión sin precedentes constituyen la mayor oportunidad de país que hemos tenido, por eso hemos hecho de esta esperanza colectiva, el motor más poderoso para impulsar su avance y alcanzar la normalidad, cuanto antes.
La vida es muchas cosas, pero, especialmente, es seguir haciendo camino. Hoy, el camino por el que transitamos, en el que vivimos y sentimos, es el camino que nos va abriendo a la vida. Sigamos haciendo camino, sigamos abrazando la vida siempre.
Un país para el talento
Diana Morant
Ministra de Ciencia e Innovación

Si en algo coinciden la ciencia y la política es en trabajar unos pasos por delante de los problemas de la sociedad. Desde el Ministerio de Ciencia e Innovación, hoy trabajamos el mañana, guiados por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, una hoja de ruta para que la España que será coincida con la que deseamos: más verde, digital, competitiva, equitativa y justa. Al servicio de este plan, enarbolamos hoy la bandera de la ciencia y la innovación, porque el conocimiento ha de guiar nuestros pasos.
Por ello, este ministerio, principal proveedor de conocimiento, cuenta con un presupuesto histórico y lidera el Pacto por la Ciencia y la Innovación, un marco de diálogo que busca fortalecer nuestro sistema científico, tecnológico e innovador, salvaguardarlo de los vaivenes políticos y asegurar presupuestos duraderos y estables. Con la reforma de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, daremos también el paso definitivo para dignificar la carrera de nuestras científicas y científicos y mejorar la cogobernanza con las Comunidades Autónomas y municipios, la transferencia de conocimiento y el impacto de la ciencia en la mejora de la vida de las personas.
La ciencia que hacen las personas para las personas es nuestro faro. Por eso, nuestro proyecto prioritario es el Plan Talento por la Ciencia y la Innovación, con el que queremos subsanar una década de fuga de cerebros. En la España postcovid, nuestros investigadores e innovadoras tendrán más empleo, mayor estabilidad laboral, mejores retribuciones y más oportunidades de incorporarse en empresas, donde fomentaremos la cultura de la innovación. Solo en los próximos 3 años, en España se contratarán más de 2.500 doctores. Por otra parte, 1.083 personas podrán incorporarse en el sistema de forma estable gracias a la mayor oferta pública de empleo en el sector científico de estos últimos 15 años, lanzada por el Gobierno de Pedro Sánchez que, desde sus inicios hasta hoy, ha aprobado también un total de 2.746 plazas de funcionario investigador de los organismos públicos de investigación de nuestro país.
En la España postcovid, habrá también más mujeres liderando proyectos científicos, tecnológicos e innovadores, pues estamos volcados en combatir la actual brecha de género. En la España postcovid, las personas de cualquier pueblo o ciudad tendrán más acceso a una cultura científica básica, un instrumento empoderador, gracias al mayor presupuesto en divulgación científica de los últimos 15 años. En la España postcovid, serán posible las historias de éxito de un creciente número de hombres y mujeres que pueden consolidar su trayectoria investigadora en su ciudad, con excelentes condiciones laborales; que sus hallazgos generan productos o servicios que se patentan y fabrican en España, se reconocen y comercializan en el mundo entero y retornan a nuestro país en forma de progreso y bienestar social. Vamos a alinear las circunstancias que lo hagan posible. Porque su éxito será el nuestro.