
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Diez años después del 15-M el varapalo electoral que las derechas de Madrid han dado a quienes desde la Puerta del Sol pretendían entonces cambiar la política, y a los políticos, para que escucharan a la gente corriente ha resultado de dimensiones insospechadas. El 4 de mayo de 2021, pandemia y coalición de izquierdas gobernando el país mediante, la derecha más desacomplejada, cruel y efectista vista nunca ha humillado con saña a los partidos que habían puesto el énfasis de su campaña en los servicios públicos, la desigualdad o el control de la epidemia. Muchas lecciones que aprender para todos si queremos entender lo que está pasando.
Una de las más evidentes es que el lenguaje populista ha penetrado hasta el fondo en el escenario político nacional. Si la sacrosanta libertad ha llegado a convertirse en el mejor eslogan de Isabel Díaz Ayuso reducida al terraceo, el tiempo de ocio o la movilidad es que el debate sobre los problemas de fondo ha pasado a una segunda pantalla.

El lenguaje populista ha penetrado hasta el fondo en el escenario político nacional. Si la sacrosanta libertad ha llegado a convertirse en el mejor eslogan de Isabel Díaz Ayuso reducida al terraceo, el tiempo de ocio o la movilidad es que el debate sobre los problemas de fondo ha pasado a una segunda pantalla
También lo es que el denominado ‘escudo social’ con el que el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos ha protegido a la ciudadanía más vulnerable de la debacle económica provocada por el Covid no ha resultado suficiente. La angustia económica persistente y la falta de horizonte a la vista es terreno abonado para los mensajes excluyentes si no se combaten con un eficiente refugio público que incluya expectativas de futuro. Los distritos y municipios del sur que pretendía movilizar la izquierda para sumar sus votos se han entregado como nunca al PP más liberal que promete bajar impuestos y que los negocios no cierren. Pan para hoy, aunque sea duro.
Alguna otra enseñanza cabe extraer de la reciente cita electoral madrileña: en terreno tan espinoso y despiadado no caben candidados light. Al Partido Socialista no habría que explicárselo demasiado. Sin restarle méritos a Ángel Gabilondo, el estilo y la capacidad de persuasión del catedrático de ética no solo no han sido capaces de transitar en una campaña tan polarizada como ésta, sino tampoco de hacer mella alguna en los últimos dos años sobre la atrevida y devastadora gestión sanitaria de la presidenta madrileña.
También podemos concluir que la llamada ‘fatiga pandémica’ ha pesado más que el miedo a la enfermedad. Y eso que en Madrid los números de la tragedia, en fallecidos, enfermos o desatención sanitaria y social están en cabeza del ránking nacional. Pese a todo, o quizá por todo, el votante madrileño ha preferido escuchar buenas noticias, por vanas que fueran, antes que a los aguafiestas.
Pero quizá la lección más cruda del 4-M podría ser que el caldo de cultivo para la extrema derecha en nuestro país se vislumbra ya como un peligro real, al margen de las siglas con las que se presente. Si Vox ha cosechado esta vez un tímido crecimiento en la Asamblea de Madrid es porque el PP ayusista se ha mimetizado en gran medida con sus postulados. El inusual político con coleta que hace siete años explicaba la excepción española en el creciente mapa ultra europeo por el dique de contención que supuso el nacimiento de Podemos, sufría la noche del 4-M una de sus peores derrotas y anunciaba su retirada. Al contrario que en los principales países de la UE, no habrá aquí cordón sanitario a Abascal porque tanto él como Ayuso proceden de los mismos padres. Mucho que aprender del nuevo ciclo político abierto este 4 de mayo, y la izquierda no debería perder, en estos próximos dos años de legislatura madrileña, ni un solo día de clase.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.