José Luis Martínez-Almeida ha hecho un ejercicio de escapismo político en la peor de las circunstancias posibles, la del fallecimiento de un barrendero municipal por un golpe de calor mientras trabajaba.
El viernes 15 de julio, José Antonio González, de 60 años, se desplomaba a las cinco de la tarde mientras limpiaba la calle a 40 grados de temperatura en el distrito de Puente de Vallecas. Su cuerpo había alcanzado los 41 grados. Moriría horas más tarde por un infarto en el Hospital Gregorio Marañón.
El alcalde de Madrid ha dado todo tipo de argumentos para descargarse de responsabilidades. Después de haber dicho, horas antes del suceso, que “nosotros no conocíamos que hubiera quejas sobre los uniformes” cuando un barrendero le recordó durante una entrevista en la Ser que la ropa de poliéster no transpira, se escudó en la externalización del servicio de limpieza para decir que no es el Ayuntamiento el que ha de rendir cuentas por la muerte de un trabajador municipal.
Así, Almeida sostiene que José Antonio González dependía de Urbaser, empresa adjudicataria del servicio, y no del Consistorio. Dice además que, “si se ha producido algún tipo de vulneración de la norma en prevención de riesgos laborales”, es competencia del Ministerio de Trabajo.
La portavoz municipal del PSOE, Mar Espinar, sostiene que la respuesta de Almeida “es una manera ruin de evadir su responsabilidad”, y la representante de Más Madrid, Rita Maestre, califica de “vergonzoso” e “impresentable que el Ayuntamiento, en lugar de asumir su parte de responsabilidad, y sobre todo, de tomar medidas por la muerte de este operario este fin de semana, esté preocupado solo por lavarse las manos y culpar a otros”.
Días después del fallecimiento del trabajador y vecino de la capital, las empresas subcontratadas por el Consistorio y los sindicatos han llegado a un acuerdo con el fin de mejorar las condiciones laborales de los barrenderos en las olas de calor para que, entre otras cosas, no se vuelva a limpiar una acera a 40 grados a las cinco de la tarde.