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Amelia Valcárcel, filósofa y escritora: “El patriarcado es lo que hacemos todos los días”

por El Siglo de Europa
9 enero, 2020
de Cultura
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EUROPA PRESS

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Juana Vera (Santiago de Compostela)

Catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y miembro del Consejo de Estado, acaba de publicar el libro ‘Ahora, feminismo: cuestiones candentes y frentes abiertos’ (Cátedra, 2019). Amelia Valcárcel (Madrid, 1950) piensa que la prioridad del feminismo es romper el denominado ‘techo de cristal’. “En España, las mujeres tenemos una presencia escasísima en ocho ámbitos del poder”,  subraya y añade. “Esto no se puede cambiar de un día para otro. Hay que elaborar el lenguaje que nos permita expresar y vencer este problema, cuya esencia se halla en el lenguaje y en costumbres que tenemos que ver y erradicar”.

¿Qué es el feminismo y cómo nace?
¿Qué nos pasa cuándo intentamos definir qué es el feminismo? Que normalmente las personas lo van a identificar más fácilmente con un sentimiento que con una tradición política. La mayor parte de las personas que son feministas se sienten feministas. Si les preguntáramos en qué consiste esa particular emoción dirían que se asienta sobre el sentido de la justicia. ¿Cómo alguien descubre que es feminista? Por un gran cabreo que le entra. Es una revelación emocional. Pero el feminismo no se solventa sólo por el hecho de ser una emoción vinculada a la justicia. El feminismo es una teoría, que da lugar a una agenda porque esta teoría es una teoría del cambio, es decir, se pregunta qué debe ser cambiado y en qué orden. Por ello nace la agenda. Esta teoría nos pone además en contacto con las normas, sobre las que se pregunta el feminismo. En este sentido, el feminismo utiliza casi siempre el análisis comparado. El feminismo es una marca de acción que se desarrolla desde hace más de tres siglos en el seno de las sociedades abiertas. Pertenece, como consecuencia, a una tradición fuerte dentro del pensamiento de la modernidad y de la acción de la modernidad. Una tradición que ha logrado cambiar usos y costumbres, que se suponían inmutables. ¿Cómo se ha logrado esto? Presentando la agenda. ¿Cómo nace el feminismo? Poniéndole normas, método, a un sentido de la justicia que se traduce como una rebeldía que no tiene donde instalarse.

Su nuevo libro se titula ‘Ahora feminismo’. ¿Cuál es la situación actual del feminismo?
¿Qué pasa ahora, cuando nuestra sociedad es aparentemente igualitaria? Verá, las sociedades son muy diferentes y algunas son más desiguales que otras. Pero ni siquiera las más igualitarias han logrado nunca concebir que una mujer es un individuo de pleno derecho. La mujer no ha sido nunca un individuo de pleno derecho. Este orden que nos parece injusto es y ha sido, sin embargo, el orden. Y no podemos saber qué tamaño tiene si no juzgamos bien lo profundamente arraigado que está. Veo que hay personas que pueden oponerse a una cosa u otra, o a una injusticia en concreto. Por ejemplo, ahora hay un debate en España sobre las condenas por violación. Tres años de debate ya. Hace unos días fue el aniversario del asesinato de Laura Luelmo. Hace poco tuvo lugar la condena de ‘El Chicle’. Es fácil enfrentarse a cosas claras, fuertes como éstas, pero quien se enfrenta a esto puede no darse cuenta de que esto pertenece a un orden. Lo que tiene que ver esta persona es la parte oculta de ese orden, de ese iceberg. Lo que trato de explicarle es que no es casual que estas violaciones ocurran.

“El carácter esencial del feminismo es su cualidad civilizatoria”

¿Y del “no ofendas, no molestes”?¿Qué hay en la parte oculta del iceberg?
En toda la educación de las mujeres está presente el miedo. Gran parte de nuestra educación es un proceso de aprender a ser temerosas. Toda educación es así. La viril también. Los varones temen las fuerzas naturales desatadas, nosotras también. Temen a otros varones especialmente peligrosos, nosotras también tememos a esos varones y a los otros, que no sabremos si son peligrosos hasta después de un  largo trato. Nuestra educación ha consistido en los siguientes consejos: observa, no te confíes, no digas, no hables, no expreses, ten cuidado. Enfrentarse a la enorme norma que te dice, ten cuidado, es individualmente un peligro. Los hechos terribles que le he citado, ¿hubieran pasado si estas jovencitas atacadas no hubieran estado convencidas de que lo que estaban haciendo estaba bien y de que tenían recursos sociales suficientes para no estar en peligro? No hay ninguna sociedad que no sea peligrosa para cualquiera. Las democracias son lo mejor que hemos podido construir y merecen nuestro respeto. Pero el peligro existe. La educación femenina sigue consistiendo, en gran parte, en un: cuídate. Pero, ¿de quién? De lo que tienes más próximo. Despegarse de esto es muy difícil.

También. Muchas mujeres quieren decir que son feministas sin ofender a nadie, ahí yace el no ofendas, no molestes… “El feminismo no es una lucha contra los hombres”, dicen muchas mujeres. Hay que decirles entonces: “No, pero algo tienen que ver”. Todas estas cautelas de las que hablamos son constantes porque, en el fondo, cuando eres feminista, estás tocando la carne viva de la interdependencia. Los seres humanos somos varones y mujeres, y a nadie le gusta pensar que duerme con el enemigo. Haber roto el vínculo del miedo, del temor, como se ha hecho, y mantener que hay actitudes viriles peligrosas que hay que sofocar, y mantener a la vez que la convivencia tiene que seguir adelante, es muy complicado.

¿Cuál es el carácter esencial del feminismo?
Su esencia civilizatoria. Hemos luchado durante más de tres siglos por nuestros derechos y no hemos derramado una gota de sangre de nuestro enemigo. Tengo esperanza en el feminismo como fuerza civilizatoria. Ahí se halla el futuro.

¿Qué le ha asombrado más de la historia del feminismo?
¿A qué tradición pertenecemos? A la de la modernidad. Entre sus valores esenciales se hallan la libertad individual, la igualdad y el derecho entendido como voluntad común y ejecutado porque depende de un consenso que se da donde puede hacerse. Esto ha cuajado en las constituciones e instituciones que nos hemos ido otorgando. Este es el lugar del nacimiento del feminismo y el lugar en donde se han logrado consolidar las ideas que fundamentan la democracia. Con todo, el feminismo tiene un plus y es asombroso porque la sumisión de las mujeres es una invariante antropológica. Quiero decir que, aunque de vez en cuando se publique un reportaje acerca de unas mujeres que montan a caballo y mandan en su casa…, no existe sociedad humana en la que la idea de que los varones son más, valen más  y merecen más respeto que las mujeres no esté presente. Tampoco existe una sociedad humana, por muy pequeña que sea, en la que el poder no se halle en el polo viril. Levantarse con el exclusivo apoyo de ideas contra un orden que parece un orden de la naturaleza es algo capaz de causar asombro.

“Para romper el techo de cristal es necesario poseer un lenguaje que permita romperlo”

¿Qué es ser mujer?
Ser menor de edad perpetuamente, segun Poullain de la Barre (1647/1725), el primer teórico del feminismo. Fue discípulo de René Descartes y con esta definición aludía a la condición civil y política de la mujer del siglo XVII. A pesar de los intentos de avanzar que tuvieron lugar en la Ilustración, ese “ser menor de edad perpetuamente” fue consagrado por el Código napoleónico, contra el que se levantaron las mujeres que lucharon en la segunda ola feminista. Ellas se enfrentaron a un orden cerrado. Ellas, las sufragistas, se midieron con un mundo que había decidido que las mujeres no existían como individuos. Por lo tanto tuvieron que conquistar los derechos civiles, los educativos y los políticos. Eso llevó un enorme periodo de tiempo, gran parte del siglo XIX, hasta la última gran declaración sufragista, la de los Derechos Humanos de 1948, algo que no se hubiera logrado si Eleanor Roosevelt, una gran sufragista, no se lo hubiese propuesto. El movimiento ilustrado fue polémico, fue el de la primera ola feminista, pero no logró cosas tangibles. Fue el sufragismo el que consiguió casi todo lo que tenemos. Esto hay que recordarlo. Nos otorga perspectiva y nos dice lo difícil que fue. En los años sesenta del siglo pasado todas las sociedades occidentales eran igualitarias. Entonces, ¿por qué comenzó el feminismo en 1968 quizá con más fuerza que antes? Porque una cosa es decir declarativamente que la igualdad existe y otra cosa es que eso sea verdad. El problema que tenemos hoy es que muchas partes de la igualdad son sólo declarativas. Por otro lado, debemos tener presente que la agenda feminista está abierta por páginas diferentes en los distintos lugares de la Tierra. Es decir, en muchas sociedades las mujeres están luchando por la agenda ilustrada: por saber leer, por estudiar; en otras sociedades no tienen la plenitud de los derechos civiles y políticos, aunque se llamen formalmente democráticas, y en otras, como en la nuestra, los derechos educativos todavía no son plenos.

¿Esta tercera ola del feminismo tiene que derribar el denominado ‘techo de cristal’?
La presencia de mujeres en la política pública es paritaria en algunas democracias como, por ejemplo, en la española. ¿Desde hace cuánto tiempo? Desde hace diez años y porque hemos luchado por ello. Pero observe que  la política es un poder sometido a luz y control. Lo que se hace en política se acaba sabiendo. No hay ninguna actividad en nuestra sociedad que no sea tan pública, tan estudiada ni tan iluminada como la actividad política. Pero, ¿qué pasa en el ámbito económico? Que las mujeres tienen poca presencia. ¿Y en los medios de comunicación? En éstos sólo un 4 por ciento de mujeres se halla en puestos de responsabilidad. En el ámbito del saber, las mujeres ocupan el 14 por ciento de las cátedras. Y, ¿cuántas mujeres son reconocidas como grandes artistas? Su presencia en las bellas artes no alcanza el 3 por ciento aunque el 70 por ciento del alumnado de Bellas Artes esté compuesto por mujeres. Algo está pasando. Hay obstáculos que no vemos. La sociedad es formalmente igual pero esta igualdad no se consolida en los números. Fíjese, en todos los lugares en donde hay poder la mujer ocupa un gran espacio en el tramo inferior, en el tramo intermedio ocupa entre un 20 y un 30 por ciento del espacio,  y un 1 por ciento en el tramo superior. Algo no está funcionando.

“El problema que tenemos hoy es que muchas partes de la igualdad son sólo declarativas”

A pesar de estas cifras hay personas que niegan esta situación.
Una persona me dijo que no había ningún espacio de poder en el que no pueda entrar una mujer. Le dije: “Siempre que entre con un cubo y una fregona, y a ciertas horas. Así la dejan entrar donde sea. Pero si ella quiere entrar para quedarse, la cosa se pone más difícil”. Hay una enorme costumbre de rechazo. El patriarcado es lo que hacemos todos los días. Es cumplir normas. Si un profesor le dice a otro: “Este chico tiene mucho talento”. “Bueno, ¿quién más lo dice?”, le  pregunta su colega, y el profesor le responde: “Fulano y mengano”. Llega ese chico y el profesor lo trata  bien. No sucede lo mismo si se trata de una chica. Un profesor dice: “Tiene mucho talento. Lo dicen también fulano y mengano”. Y su colega le responde: “A saber qué ha pasado…, y oye, mengano no ha tenido criterio nunca”. Es fácil hundir un currículum femenino, basta con extender un poco la sospecha. En estas condiciones no puede una decir que se trate de una conspiración. No hace falta que la haya porque si en muchos ámbitos se funciona así, algo que sucede, las consecuencias de dicho comportamiento deleznable alcanzan a toda la sociedad. Yo le digo a alguien: “Hay pocas mujeres en el Ejército”, y  me responde. “No vienen. Las que nos convienen no vienen y las que vienen a veces no nos convienen”. Esto que le comento a modo de ejemplos no se puede cambiar de un día para otro. Esto pasa en todos los ámbitos de nuestra sociedad. No hay relación escrita de ello. Pero está ahí. Hay ocho ámbitos del poder en los que la presencia de las mujeres es escasísima. ¿Cuál es la agenda del feminismo hoy? Romper el ‘techo de cristal’ en todos esos ámbitos. El patriarcado no es un producto oculto, sino público y se expresa claramente.

¿Que tenemos que hacer para romper el ‘techo de cristal’?
Es imprescindible poseer un lenguaje que permita romperlo. Desarrollar el feminismo y desarrollar un buen debate feminista son dos pilares esenciales porque nos ayudan a aclarar los objetivos y sobre todo a dotarnos de un lenguaje que nos hará vencer. Nadie puede vencer si previamente no ha sido capaz de crear el lenguaje adecuado. Ningún proceso va de la nada al todo. La mayor parte de los procesos que acaban en victorias se incuban en procesos de debate, diálogo a través de los que nacen  nuevas palabras que permiten el reconocimiento social de los objetivos que se plantean. Es por ello importante  discutir de feminismo con delicadeza, sensatez y precisión. Es muy importante no dejarse introducir en discusiones que no tengan límites claros, y que se presentan como debates feministas. No todo lo que se presenta como debate es un debate. El feminismo no debe admitir un debate social de bajo nivel.

¿Por ejemplo?
¿Por qué no abolimos la Ley de Violencia de Género? Éste podría ser un ejemplo, de hecho ya se ha oído la propuesta. A quién propone esto le pregunto: ¿Y por qué no abolimos el Código Penal, o el Ministerio de Hacienda? ¿Evita la la Ley de Violencia de Género que se produzca violencia sobre las mujeres? A veces sí, a veces no. Pero señala que existe esta violencia. Nos la hace ver. Esto es lo principal, verla e intentar, por ello, detenerla. Y si alguien dice: “Yo no la veo”, a ese alguien le digo: “Póngase usted unas gafas, lea libros, consulte cifras”.

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