En un giro histórico y en un territorio de tradición socialista, el PP ha arrasado en Andalucía. Superando en tres escaños la mayoría absoluta, formará un Gobierno en solitario sin necesidad de pactar con Vox, que parece haber encontrado su techo electoral, ni con Ciudadanos, que confirma su certificado de defunción en la política española. Con el PSOE en retroceso y el resto de las izquierdas en caída libre, el resultado del PP confirma a un barón popular que ha sabido acumular más poder que ningún otro y a un presidente conservador con mejores perspectivas para sus próximas citas con las urnas. Alberto Núñez Feijóo ha apostado por sí mismo y ha ganado con Juan Manuel Moreno de candidato, el abanderado de un modelo que, por oposición al madrileño, salvaguarda al líder de la amenaza de Isabel Díaz Ayuso.
“Gracias, gracias, gracias”. Juan Manuel Moreno Bonilla acababa de superar sus previsiones más optimistas y, la noche electoral, no era capaz de articular un discurso mucho más elaborado sobre lo que acababa de ocurrir en Andalucía.
En menos de cuatro años, el candidato del PP a la presidencia de la Junta había pasado de 26 a 58 escaños. Tres más de los necesarios para la mayoría absoluta, más del doble de los obtenidos en las elecciones de 2018. Con más de 1,58 millones de votos, el 43,13 por ciento en unos comicios donde concurrían ocho formaciones políticas, el barón popular ha sumado tantos hitos históricos como localidades y barrios tiene la autonomía. Desde su victoria, por primera vez, en la provincia de Sevilla, hasta su ventaja sobre Vox en El Ejido, el municipio almeriense donde la ultraderecha fue primera fuerza el 2-D y también en las generales de 2019.
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El triunfo popular echa así el freno al ascenso de la formación de Santiago Abascal que, dos meses después de entrar a formar parte por primera vez en un Gobierno regional, parece haber encontrado su techo electoral; crece dos escaños respecto a las andaluzas de hace menos de cuatro años, pero pierde casi 400.000 votos –pasa del 20,4 por ciento al 13,4 por ciento de los sufragios– respecto al resultado obtenido el 10-N.
La notoriedad de Macarena Olona en el Congreso ha pinchado en las urnas tras una campaña caótica, desnortada y extremista y, muy por debajo de sus previsiones –las encuestas les daban al menos diez diputados más en el Parlamento autonómico–, no ha conseguido que Moreno Bonilla dependa de Vox para gobernar, el principal objetivo de la formación en estas elecciones.
Aunque la primera víctima de la formación popular ha sido Ciudadanos, un partido que, tras desaparecer de la Asamblea de Madrid y resistir apenas en las Cortes castellanoleonesas con un escaño, ha sido borrado del mapa andaluz tras hacer las veces de trasvase de votos entre la izquierda y la derecha, entre las hegemónicas mayorías del PSOE –salvo la insuficiente de Javier Arenas de 2012– y la aplastante victoria del PP; el candidato naranja, Juan Marín, rompió su pacto de investidura con Susana Díaz en septiembre de 2018 provocando un anticipo electoral que se resolvió con su pacto de Gobierno con Juan Manuel Moreno, que en el mes de diciembre alcanzaba el peor resultado de los conservadores en la Comunidad.
Golpe al PSOE

Sin embargo, es el PSOE el partido que más va a acusar las consecuencias del 19-J. Con 30 escaños, tres menos que en los comicios del 2-D, Juan Espadas ha obtenido el peor resultado de los socialistas en Andalucía, un feudo histórico para Ferraz que, con las autonómicas y municipales y las generales a la vuelta de la esquina, empiezan a levantar un muro alrededor de Pedro Sánchez para evitar que la estrategia del PP, que trata ya de extrapolar este resultado a la política nacional, acabe permeando en la agenda política y mediática de aquí a las elecciones de 2023.
Así, desde el Partido Socialista cargan la responsabilidad en un adelanto electoral de unos meses, que según Adriana Lastra no permitió a Espadas consolidar su liderazgo, y sobre una lluvia de fondos procedentes del Gobierno central que Moreno Bonilla ha aprovechado en su favor, dijo también la vicesecretaria general en su primer análisis de los datos.
Mientras, el PP insiste en hablar de cambio de ciclo. Sánchez ha de reflexionar sobre estos resultados porque su modelo “está cada día más agotado”, decía una eufórica Cuca Gamarra en Génova, 13. Porque fue la secretaria general, y no el presidente, quien compareció en rueda de prensa para valorar el resultado; a pesar de que Alberto Núñez Feijóo se encontraba en la sede nacional con su equipo de dirección para seguir el recuento de votos, prefirió dejar esa noche que el protagonismo se lo llevara Moreno Bonilla, el barón que mejor le representa y que mejor le puede salvaguardar, a partir de ahora, de su principal amenaza interna.
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Isabel Díaz Ayuso lleva más de un año subida al éxito del 4-M, que le permitió deshacerse de sus socios de Ciudadanos en el Ejecutivo regional y, a cuatro escaños de la mayoría absoluta, consiguió evitar la entrada de Vox en su Gobierno con un discurso agresivo contra la izquierda lleno de guiños a los votantes de la ultraderecha que, entre otras cosas, la permitió echar un pulso al presidente de su partido y ganarlo.
Ahora, el andaluz ha superado la marca de la presidenta madrileña ninguneando a los de Abascal y apelando a la moderación, logrando liberar a Feijóo de la doble presión que supone tener un territorio demasiado fuerte y un socio que desbarata su estrategia en España y su discurso en Europa. Y lo ha hecho tres años y medio después de haber firmado el primer acuerdo con la ultraderecha, demostrando que la redención en política es posible y, tras el acuerdo castellanoleonés, el líder conservador puede albergar esa esperanza.
Reproches entre izquierdas
Quienes tienen menos razones para confiar en ella son las formaciones políticas a la izquierda del PSOE, que asistieron al recuento de votos tan divididos como empezaron la precampaña. De los 17 diputados que sumaron en 2018 Por Andalucía (PorA), Adelante Andalucía (AA) y Andaluces Levantaos (AL), PorA y AA han pasado a sumar cinco y dos escaños, respectivamente.
Candidata de Por Andalucía, Inma Nieto lamentó un resultado que, dijo, habría sido similar al de Vox de no ser por la división de las candidaturas. “La fuerza política que no se sumó [a la confluencia] ahora podrá ver el destrozo electoral que provoca la desunión”, sostuvo en alusión a AA. Por su parte, Teresa Rodríguez ha acusado al resto de izquierdas de aprovechar su baja de maternidad para diseñar “una operación que se llamaba arreglar lo del sur desde Madrid para dejarnos fuera”. “Han puesto más esfuerzo en eso que en enfrentar a la derecha y extrema derecha. Deben de estar haciendo examen de conciencia”, criticó la líder de Adelante Andalucía.
Como en el Partido Socialista, el pinchazo de Por Andalucía ha puesto en alerta a los cuarteles generales de los partidos que participan de la confluencia. Particularmente al proyecto político Sumar de Yolanda Díaz, que acaba de tener su primer pinchazo tras una cuidada campaña proyectada por y para la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda.
Porque todas las formaciones y posibles candidaturas tienen ya la vista puesta en 2023 y su primera parada, el 19-J, les ha dado un contundente toque de atención.