
Jesús Lizcano
En nuestra aldea global tenemos la suerte de seguir contando con la presencia de un verdadero gigante de la Historia: Mijail Gorbachov, quien ha cumplido recientemente noventa años, y que de esta manera mantiene vivo en primera persona el recuerdo de un cambio fundamental en el curso de la historia que él mismo impulsó y protagonizó: la Perestroika, la gran revolución política y social que puso en marcha en la Unión Soviética en los años ochenta, y que significó un hito y un decisivo punto de bifurcación en la situación del mundo y de las relaciones internacionales.
Con motivo de este nonagésimo aniversario de Gorbi (así llamado popular y cariñosamente en aquella época), creemos de justicia escribir estas líneas recordatorias, a modo de homenaje y reconocimiento a la figura y el papel decisivo de este fundamental personaje histórico, a quien tanto debemos en nuestra sociedad global.
Gorbachov plantea los principios fundamentales de una revolución, la Perestroika, hecha ‘desde arriba’, a diferencia de otras revoluciones en la Historia que se plantean ‘desde abajo’, desde la propia ciudadanía
De cara a hacer una breve reseña histórica de su trayectoria en el seno de la rígida y mastodóntica estructura política de la Unión Soviética de aquella época, vamos a destacar, en primer lugar, que Gorbachov llegó a ser el primer presidente de la URSS, y ello por haber logrado que coincidieran en una sola persona el liderato orgánico de los dos grandes pilares del sistema político soviético: el Estado, por una parte, y el Partido Comunista, por otra, dado que consiguió llegar a ser tanto presidente del Soviet Supremo, como secretario general del Partido Comunista, lo que dio origen por primera vez a ese cargo de presidente de la nación, y que evidencia las cualidades de su persona y la solidez de su trayectoria en aquel entramado institucional de la Unión Soviética.
Cabe recordar que el inicio de la evolución política de Gorbachov en las altas instituciones soviéticas tiene lugar en el año 1985, cuando fue elegido secretario general del Partido Comunista, lo que suponía un verdadero cambio generacional con la llegada a la cumbre del poder de un joven político, frente a la sempiterna vieja guardia de la cúpula soviética. En ese mismo año Gorbachov presentó al Comité Central del Partido Comunista un informe muy crítico con la situación imperante en el país, y que señalaba expresamente lo urgente y fundamental que era adoptar medidas drásticas en el ámbito económico y cambiar los sistemas de información y de gestión imperantes.
Es entonces cuando Gorbachov plantea por primera vez los principios fundamentales de esa revolución que fue la Perestroika, una revolución hecha desde arriba, a diferencia de otras revoluciones en la Historia que se plantean desde abajo, desde la propia ciudadanía. La Perestroika significó así una importante ruptura con el pasado de la sociedad soviética, y vino a cuestionar abiertamente los sistemas y las actuaciones de sus mandatarios en épocas pasadas, derivados de los sistemas impuestos por el propio Stalin, que venían a ser considerados además como una vulgar adulteración de los principios y los dogmas del leninismo.
Una proyección fundamental de la Perestroika, que no podemos dejar de mencionar en estas líneas rememorativas, fue la Glasnost, Instrumento esencial en la reconversión democrática del sistema soviético, y que significaba la implantación integral de una política real de transparencia en la sociedad y en las instituciones. Entre los numerosos exponentes de esta Glasnost cabe destacar, por una parte, la implementación de una ley de derecho a la información y a la transparencia. Además, se eliminó en la URSS toda perturbación de emisiones de radio extranjeras, lo que implicaba una permeabilidad absoluta vía ondas de la información desde el exterior. Otra consecuencia de la Glasnost fue la creación de una nueva Ley de Prensa, que vino a suprimir la censura, contemplando además la libre creación de empresas de medios de comunicación.
Consecuente también con la Glasnost fue la Ley sobre la Libertad de Conciencia, por la cual los ciudadanos de la URSS podrían llegar a tener y expresar libremente sus convicciones políticas sin posibilidad legal de persecución con motivo de las mismas.
Si a modo de breve paréntesis hacemos referencia a la situación más reciente de la Rusia actual en lo relativo a su nivel de transparencia y de lucha contra la corrupción, cabe señalar que en el Índice de Percepción de la corrupción, que viene publicando desde hace más de dos décadas la organización Transparencia Internacional, en referencia a unos 180 países del mundo, Rusia obtiene unos resultados bastante deficientes, ya que en los diez últimos años nunca ha pasado de una puntuación de 30 sobre 100, es decir, una calificación de suspenso bajo, habiendo obtenido anualmente unas posiciones muy desfavorables, entre la 130 y la 140, en el conjunto de esos 180 países evaluados.
Otra de las muchas derivadas de la Perestroika que deseamos finalmente resaltar es la fundamental reforma de la Constitución, en 1988, por la cual el todopoderoso y omnipresente Partido Comunista pasó a tener un mero papel de orientador ideológico y de conductor de la política soviética. Como fruto de esta reforma constitucional, en el año siguiente (1989) se llevaron a cabo las primeras elecciones pluripartidistas al nuevo Congreso de los Diputados, en las que la participación, que era por primera vez voluntaria, superó el 80%. Es significativo que en estas elecciones Boris Yeltsin obtuvo en la capital de la Unión Soviética, en Moscú, casi el 90% de los votos, dejando el resto para su contrincante oficial propuesto por el Partido Comunista. Hemos de recordar, por otra parte, que Boris Yeltsin fue el principal impulsor de la revuelta social y política que dio lugar en 1991 al desmembramiento de la Unión Soviética, y al apartamiento del poder del propio Gorbachov.
La Perestroika de Gorbachov, en resumen, significó un importante cambio de coordenadas que conllevó una decisiva revolución en la Unión Soviética y un cambio en el escenario político mundial, y ello gracias a la labor y al empeño de este reciente nonagenario y verdadero gigante de la Historia, Premio Nobel de la Paz en 1990, al que hemos tenido el gusto de dedicar estas líneas.
Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Autónoma de Madrid. Académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. Es miembro fundador y expresidente de Transparencia Internacional España. Director de dos revistas: Encuentros Multidisciplinares y Revista Iberoamericana de Contabilidad de Gestión, y codirector de la Revista Internacional de Transparencia e Integridad. Entre 1989 y 1991 fue Catedrático en la Universidad de León. Es autor de catorce libros y de más de ciento cincuenta artículos en publicaciones tanto nacionales como internacionales. Forma parte del Consejo de Redacción o editorial de otras cinco revistas (nacionales y extranjeras). Ha recibido diversos Premios, y ha dirigido y/o participado en numerosos trabajos y proyectos de investigación, siendo miembro de varias Asociaciones académicas nacionales e internacionales.