Javier Quintana.
Los madrileños tendrán una oportunidad única de sumergirse en la historia de su ciudad. La sede de la Fundación Diario Madrid (Calle Larra) ofrece al público una selección de 172 fotografías que recorren 50 años de cotidianeidad y costumbrismo en el municipio. Estas imágenes, seleccionadas por el escritor e historiador Juan de Oñate, comisario de la muestra, entre las más de 160.000 que componen el archivo que custodia la fundación proceden del archivo del Heraldo de Madrid y del Diario Madrid y podrán verse a partir del 17 de junio. La Asociación de Periodistas Europeos y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática han organizado esta exposición para conmemorar los 50 años de la orden de cierre del diario Madrid dictada por Franco.
La exposición fue inaugurada el pasado martes por el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que estuvo acompañado en el acto por el Secretario de Estado para la Memoria Democrática, Fernando Martínez López.
Según cuenta Juan de Oñate, el trabajo de selección ha sido arduo, siendo él mismo quien ha escogido la totalidad de las fotografías. La visualización del archivo comenzó hace aproximadamente 4 años, y la idea de la exposición se viene fraguando desde el inicio de la pandemia. A causa de su antigüedad, la autoría de numerosas imágenes es anónima. Sin embargo, en la exposición encontramos figuras relevantes en el mundo de la fotografía española como es el caso de Díaz Casariego, Pérez de Rozas, Anguita, Cervera o Wagner. Por aquel entonces, los fotógrafos no tenían el prestigio de hoy en día. La fotografía era un simple complemento de la información. A pesar de ello, figuras como las mencionadas anteriormente han pasado a la historia por su gran capacidad para ilustrar el día a día de la población, tal y como refleja la muestra.
La exposición no es, ni mucho menos, un recorrido por los acontecimientos históricos y políticos más relevantes que ocurrieron en la capital durante estas décadas. A lo largo de la selección no aparecen personajes como Alfonso XIII, Primo de Rivera o el general Franco. El comisario explica que el objetivo que se marcaron no era remarcar estas figuras en ningún caso. Vieron que podía resultar más atractivo al público, y más interesante para el estudio, analizar a través de la fotografía la vida y costumbres del madrileño promedio. Además, tal como dice Juan de Oñate, “al panadero, frutero o guardia de Madrid no le afectaba si estaba gobernando Primo de Rivera, si había una República o si gobernaba Franco. Los panes, por ejemplo, debían seguir horneándose todos los días. Es decir, si bien a los ciudadanos les afectaba en su día a día las decisiones que estos sujetos pudieran tomar, su día a día y costumbres no dependían en tanta medida de ellos”.
De esta forma, personas anónimas copan el protagonismo de todas las fotografías. El comisario explica que una de las cosas que más le sorprendió en el visionado del archivo fue la actitud del ciudadano. Apreció en las imágenes ese espíritu luchador tan característico del madrileño, y de España en general. Escenas como barrenderas limpiando la calle entre risas o panaderos mostrando una actitud positiva en el trabajo son ejemplo de ello. Tal vez la mayor muestra de esta idea de madrileño aguerrido, trabajador y alegre que, sin duda, se ha querido destacar a la hora de realizar la selección es una escena en un autobús. Hablamos de unos años en los que el transporte distaba mucho de los que conocemos hoy en día. Las frecuencias de autobuses y tranvía dejaban mucho que desear, por lo que cuando llegaba un autobús todo el que deseaba cogerlo se metía en él como podía. Esto daba lugar a episodios de lo más peligrosos, como el tratado en la imagen que nos atañe: un autobús repleto donde algunos pasajeros viajan, incluso, con medio cuerpo fuera del mismo. Pese a la peligrosidad e incomodidad del trayecto, llama muchísimo la atención la actitud de la gran mayoría de las personas que aparecen en la fotografía. Aunque estaban jugándose la vida e iban, probablemente, camino de una larguísima jornada laboral, lo que predomina en la fotografía es la sonrisa. Otra imagen muy llamativa es la de la inauguración del verano en la piscina. Centenares de madrileños se amontonan en las instalaciones para darse un baño refrescante, y llama la atención lo escuálidos que se encuentran todos los presentes. Son, como hemos dicho, años de podredumbre e, incluso, cartillas de racionamiento, lo que provocó que la malnutrición se extendiera en la sociedad. Sin embargo, una vez más el espíritu del madrileño se impone a las penurias y media ciudad disfruta de las piscinas en una fotografía en la que, una vez más, predominan las sonrisas por encima de las fatales circunstancias. Es esta una de las ideas más destacadas de la exposición, cuya selección de imágenes refleja acertadamente y que entusiasmó al ministro Bolaños, que comentó que “los madrileños sonríen porque Madrid es una ciudad de empuje y alegría”.

El ministro comentó además que la fotografía que más le había emocionado era la de unas maletas apiladas en una estación, que le recordaba a los emigrantes que, como sus padres, tuvieron que mudarse al extranjero en busca de oportunidades.
La otra cuestión que aborda la exposición es el costumbrismo. En relación a este carácter del madrileño del que hablábamos previamente, llama la atención la enorme cantidad de festividades de las que la ciudad de Madrid disfrutaba, más aún teniendo en cuenta que el espacio temporal que recorre la muestra fue extremadamente complejo para la población: dictadura de Primo de Rivera, guerra civil, posguerra, franquismo… Pese a todo, tal y como vemos en las imágenes, campeonatos de bebedores de cerveza, circos, romerías o carreras de camareros estaban a la orden del día en la localidad.


También encontramos escenas insólitas como conductores de autobús bebiendo cerveza o guardias urbanos tomando una copa de anís en pleno servicio, algo imposible de ver hoy en día tras la regulación del consumo de alcohol.
El deseo de convertir las orillas del río Manzanares en playas está muy presente, con varias fotografías de bañistas o, incluso, pescadores disfrutando de su estrecho caudal, algo que hoy en día nos parecería una auténtica locura teniendo en cuenta el estado de sus aguas.
Los animales también gozan de gran protagonismo en la exposición. La trashumancia, habitual en las calles más céntricas de la ciudad incluso en los años 50, los elefantes que los circos sacaban a las calles para publicitarse o los caballos y burros, fundamentales para el transporte hasta la normalización del automóvil, son ejemplos de la gran importancia que tenían los animales en la gran urbe a lo largo de gran parte del siglo pasado.

Fueron éstas unas décadas de gran éxodo rural a las grandes ciudades, siendo Madrid una de las que más creció en población. La exposición muestra la evolución urbanística que ha tenido la ciudad a través de impactantes imágenes como un Paseo de la Castellana totalmente desangelado.

La exposición también refleja la evolución de la prensa. Episodios como una nevada, un atasco o unas obras en una calle, que hoy jamás ocuparían un espacio en un periódico, tenían su hueco en la prensa de aquel entonces. La censura limitaba la libertad del periodista, por lo que se recurría a este tipo de publicaciones para intentar conectar con el lector.

Acompañando a la exposición se ha publicado un catálogo con las imágenes de la misma, que incluye textos de Andrés Trapiello, Carmen Martín Gaite o Almudena Grandes entre otros. La muestra permanecerá disponible en la sede de la Fundación Diario Madrid hasta el próximo 21 de julio, con horario de 10 a 20 horas de lunes a viernes y de 11 a 14.30 horas los fines de semana.