En Unidas Podemos han recibido los relevos en el Gobierno con cierto escepticismo ya que ganan y, al mismo tiempo, pierden. Ganan especialmente con la salida de Carmen Calvo y con su relevo por parte de un Félix Bolaños mucho más resolutivo en las negociaciones y con el que Yolanda Díaz y Ione Belarra mantienen una buena relación. Sin embargo, pierden con la salida un José Luis Ábalos que ha sido un aliado en asuntos estratégicos, aunque se ha negado a regular los alquileres en la Ley de Vivienda. Mientras continúa, ascendida, una Nadia Calviño que ha sido la principal opositora a las políticas de Díaz.
“Con Bolaños, ganamos”. Así se expresan fuentes próximas a Yolanda Díaz sobre las consecuencias de la remodelación del Gobierno en la relación con Unidas Podemos. Estas fuentes subrayan que con él al frente del Ministerio de la Presidencia las conversaciones van a ser mucho más fluidas. Bolaños mantiene buena relación tanto con Díaz como con Ione Belarra, con quien negoció los detalles del gobierno y es, según se valora en la cúpula de Unidas Podemos, mucho más concreto a la hora de abordar las cuestiones por resolver, mientras que la táctica de Calvo consistía en dilatar al máximo los procesos para que los debates en los que no le interesaba entrar se fueran pudriendo.
Bolaños es mucho más concreto a la hora de abordar las cuestiones por resolver, mientras que la táctica de Calvo consistía en dilatar al máximo los debates para que se fueran pudriendo
Carmen Calvo ha vivido en una tensión constante, desde el principio, con el Ministerio de Igualdad que dejó de liderar para que recayera en Irene Montero. Al final, la derrota política en la Ley Trans, que incluye finalmente la autodeterminación de género a la que tan fervientemente se opuso, es una derrota política de hondo calado que la dejaba en una posición de tremenda debilidad para seguir ejerciendo su labor. Principalmente, porque es el presidente el que da luz verde a esa derrota política, el que decide intervenir para desbloquear la ley antes de la celebración del Orgullo Gay aceptando las tesis de Igualdad.
Sobre el ya exministro de Transportes, fuentes conocedoras del día a día del Gobierno señalan que “Ábalos, en lo estratégico, ha sido un aliado de Podemos”. No hay que olvidar que Pablo Iglesias lo citó expresamente en su despedida del Gobierno, en un gesto llamativo para una persona que no suele dar puntada sin hilo. Ya desde el arranque del Gobierno, Ábalos estuvo alineado con Iglesias tanto en la proclamación del estado de alarma –que Nadia Calviño defendía retrasar al máximo- como en la ambición de las políticas sociales que debían ponerse en marcha.
Sin embargo, no hay que perder de vista que Ábalos y su equipo llevan negociando la nueva Ley de Vivienda con Belarra y la cúpula del ministerio de Derechos Sociales desde principios de año. Para justificar su negativa a la regulación de los alquileres como demanda Unidas Podemos, el gran escollo en la negociación, Ábalos dejó una frase muy significativa en rueda de prensa: “la vivienda es un derecho, pero también un bien de mercado”. La frase contrasta con el discurso de su sucesora, Raquel Sánchez: “No hay derechos y no hay dignidad sin vivienda. Hablar de inclusión es hablar de vivienda y del derecho a disponer de ella a precios asequibles. Ese es el instrumento más poderoso del Estado del bienestar y la fuente de la que emanan los derechos fundamentales. Vivienda y trabajo son los pilares de nuestra dignidad”.
Sobre el ya exministro de Transportes, fuentes conocedoras del día a día del Gobierno señalan que “Ábalos, en lo estratégico, ha sido un aliado de Podemos”
Habrá que ver cómo evolucionan las conversaciones a partir de ahora. La ya exalcaldesa de Gavà ha aplicado en su municipio la ley catalana de vivienda que sí contempla la regulación de los alquileres y la fijación de precios máximos, con lo que parece mucho más predispuesta que Ábalos a abordar esta cuestión. Pero es probable que una cuestión tan delicada e innovadora, como ha sucedido con la Ley Trans, no se resuelva hasta que Pedro Sánchez de su plácet.
Se queda, y ascendida a vicepresidenta primera, Nadia Calviño. No gana parcelas de poder –algunas informaciones apuntaban a la posibilidad de que integrara bajo su mando la cartera de Industria, siguiendo el modelo vigente en varios países europeos-, pero se mantiene en el Ejecutivo para sentarse a la diestra del presidente en las reuniones del consejo. Ha tenido que encajar alguna derrota política -en abril, ya tuvo que asumir que las ayudas directas a empresas y autónomos alcanzaran los 7.000 millones de euros, cuando ella defendía que se quedaran por debajo de 2.000-, pero es una fuente de comunicación –y de teórica solvencia política- con Bruselas y el presidente no parece dispuesto a perderla. De momento, parece que tiene su respaldo en su negativa a subir el SMI este año. Habrá que ver si también la tiene en la contrarreforma laboral que prepara Díaz.
El presidente valoró hacer cambios en el área de Unidas Podemos, pero los morados entienden que ellos ya abrieron su proceso de renovación en mayo, con la salida de Pablo Iglesias y el ascenso de Belarra, y, por ahora, es suficiente. Había ministros débiles en el grupo de Unidas Podemos. Quizá el que ha llegado a este momento menos fuerte sea Alberto Garzón, pero se ha optado por no alterar los equilibrios internos de Unidas Podemos. No hay que olvidar que Díaz tiene carné del PCE, pero no pertenece a las fuerzas que aportan los otros ministros, Podemos, IU y Catalunya en Comú. La vicepresidenta segunda abandonó IU tras los desencuentros con Garzón en las negociaciones para formar gobierno. En ese agitado verano del 19, Garzón llegó a defender que lo mejor sería renunciar al Ejecutivo de coalición y suscribir con el PSOE un acuerdo de legislatura. Díaz, por el contrario, apoyó a Iglesias en su tesis de entrar en el Gobierno, aún a riesgo de una repetición electoral, como así sucedió.