Josep Borrell ha puesto punto final al rol secundario, de perfil bajo, que han venido ejerciendo los Altos Representantes para la Política Exterior y Seguridad de la UE, un cargo expuesto siempre a la falta de voluntad política de los gobiernos a la hora de avanzar en esta materia. En paralelo a la consolidación de una figura como Ursula Von der Leyen, Borrell ha inaugurado una nueva época de la actividad europea en el mundo, con un aplaudido discurso en el que ha desechado el concepto ‘soft power’ que ha definido la actividad diplomática de la UE en lo que llevamos de siglo. En su debe, su escaso protagonismo en las negociaciones con Vladimir Putin en los últimos meses, en favor de figuras como Emmanuelle Macron y los ministros de Exteriores de los principales países europeos.
“Cuando digo que Europa tiene que ser un hard power, la gente piensa únicamente en el poder militar. No, el hard power se ejerce de otras muchas maneras. La capacidad de condicionar, the coercive capacity, la capacidad de imponer al otro otra conducta no se hace solamente con las armas”. Con estas palabras, Josep Borrell ponía el martes pasado, en su discurso ante el Parlamento Europeo, un punto y aparte en la política exterior de la UE.
A Borrell no le ha faltado la iniciativa de sus predecesores para movilizar a los gobiernos y romper tabúes como el envío de armamento a un lugar de conflicto
Bruselas dice adiós al perfil bajo, siempre a rebufo de los gobiernos, que han mantenido los predecesores de Borrell en el cargo. Javier Solana, Catherine Ashton y Federica Mogherini, se vieron limitados por los escasos medios materiales y humanos a su disposición, primero, y por la falta de ambición política de los gobiernos, después, cuando se alumbró el Servicio Europeo de Acción Exterior, hace una década.
A Borrell no le ha faltado esa iniciativa en la crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania, movilizando a los gobiernos, de la mano de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para la adopción de sanciones de calado o romper tabúes como el envío de armamento a un lugar de conflicto, poniendo en marcha el Fondo Europeo para la Paz.
“Cuando un potente agresor agrede sin justificación alguna a un vecino mucho más débil, nadie puede invocar la resolución pacífica de los conflictos”, afirmaba Borrell ante el Parlamento Europeo, porque “no podemos seguir confiando en que apelar al Estado de derecho y desarrollar relaciones comerciales vaya a convertir al mundo en un lugar pacífico donde todo el mundo evolucionará hacia la democracia representativa”, aseveraba Borrell en la Eurocámara, antes de concluir su intervención: “Las fuerzas del mal, las fuerzas que pugnan por seguir usando la violencia física como una forma de resolver los conflictos, siguen vivas”.
Liderando la beligerancia contra Rusia
Hace un año de la tensísima rueda de prensa que Borrell protagonizó, durante su visita a Moscú, junto al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, por la que le llovieron las críticas
Para Borrell, estos días se ha presenciado “el acta de nacimiento de la Europa geopolítica”. El primer paso de calado en este sentido lo dio Borrell hace unos días, asumiendo la responsabilidad de responder las cartas que el gobierno ruso había enviado a todos los gobiernos europeos para que se posicionaran individualmente, antes de que se consumara la invasión. Y esta misma semana se desplazaba a Moldavia para dar su apoyo al gobierno de esa república exsoviética, que está acogiendo a miles de refugiados y que como Ucrania, cuenta con una región prorrusa independiente ‘de facto’, tras la guerra que se produjo en 1992, y puede ser el siguiente objetivo de Putin.
Parece que Borrell ha conseguido revertir una trayectoria como responsable de la política exterior europea que no arrancaba con buen pie. Hace un año de la tensísima rueda de prensa que Borrell protagonizó, durante su visita a Moscú, junto al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. En ella, el jefe de la diplomacia europea pidió a Rusia la liberación del opositor Alexei Navalni y una investigación independiente sobre el envenenamiento que sufrió el pasado verano. No es habitual en este tipo de encuentros internacionales que el visitante, públicamente, saque un relucir un tema tan delicado ante el anfitrión. Y Lavrov contraatacó señalando que “los líderes independentistas catalanes están en prisión por organizar un referéndum, una decisión que la justicia española no ha revocado pese a que tribunales de Alemania y Bélgica hayan fallado en contra”. “Ante esto, España ha defendido su sistema judicial y ha pedido no dudar de sus decisiones. Eso es lo que queremos de Occidente en términos de reciprocidad”, agregó.
Las críticas le llovieron en el Parlamento Europeo, especialmente desde los grupos conservador y liberal y por parte de los diputados polacos y de las repúblicas bálticas, que entendían que Borrell se había aprestado a caer en la trampa por el mero hecho de viajar a Moscú, dando pie a interpretar un cierto aval a lo sucedido con Navalni pocos días antes y por la torpeza con la que se habría manejado ante Lavrov. El ministro ruso llegó a afirmar en esa rueda de prensa que los líderes europeos mentían sobre el envenenamiento, y calificó a la UE de “aliado poco fiable”. Además, durante la visita de Borrell, Rusia expulsó a diplomáticos de Suecia, Alemania y Polonia, presuntamente por haber asistido a manifestaciones en apoyo de Navalni. Algunos diputados llegaron a pedir su dimisión y su prestigio parecía quedar seriamente tocado.
La Generalitat, en su contra
El Govern catalán le ha acusado de “no estar a la altura” de su cargo por sus supuestas alusiones a Puigdemont, cuando afirmó que “Zelenski no es un líder que huya escondido en un coche”
La figura de Borrell cotiza ahora al alza salvo para independentismo, que no olvida que fue uno de sus principales azotes durante el procés y que ha recibido muy mal sus palabras acerca de que “gracias a Dios, Zelenski no es un líder que huya escondido en un coche”, que han levantado ampollas en amplios sectores del independentismo y, concretamente, en JxCat. Ante lo que se ha interpretado como una clara alusión al expresident Carles Puigdemont, ahora eurodiputado, la portavoz del Govern, Patricia Plaja, ha afirmado que el representante exterior de la UE “no está a la altura” de su cargo. Plaja le acusó de “hacer bromas internas que no solo le hacen gracia a él, sino que ofenden a miles de catalanes”. La portavoz de JxCat, Elsa Artadi, se ha alineado con la posición definida por Plaja y el conseller de Economía, Jaume Giró, ha llegado a pedir su dimisión.
El propio Borrell ha negado que se refiriera a Puigdemont. “En estos momentos, pasando quince horas diarias colgados al teléfono, haciendo frente a una guerra, lo último que se me pasa por la cabeza es el señor Puigdemont”, explicó Borrell en una entrevista en la cadena Ser. Borrell ha explicado que la alusión iba por el expresidente prorruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, -al que Borrell llamó “Yukanovich” en la entrevista- que huyó del país en coche en 2014 ante las masivas protestas en la calle. Aunque su explicación no ha disipado el malestar en el independentismo catalán. Pero su negativa no ha contribuido precisamente a templar los ánimos, porque ha achacado el posible equívoco a “la falta de cultura geopolítica” y el “provincianismo” del independentismo. Después, la consellera de Exteriors de la Generalitat, Victòria Alsina, en una entrevista en el programa Cafè d’Idees de La 2, ha sostenido que sigue pensando que se refería a Puigdemont y ha recordado que Borrell tiene “una cierta obsesión” en mezclar al independentismo con cualquier otra cuestión y “un historial de declaraciones inoportunas”.
The reason the High Representative position has its present clout is due to the efforts of Javier Solana. Solana shaped that position to be what it is today. Solana regularly said Europe has the capability; what it lacks is political will. Current events have given the Union the impetus to forge political will.
La razón por la cual el cargo de Alto Representante tiene su influencia actual se debe a los esfuerzos de Javier Solana. Solana dio forma a esa posición para que sea lo que es hoy. Solana decía regularmente que Europa tiene la capacidad; lo que le falta es voluntad política. Los acontecimientos actuales han dado a la Unión el impulso para forjar voluntad política.