Javier Quintana
La vicepresidenta primera lleva semanas ganando protagonismo en unos debates plenarios en el Congreso en los que Yolanda Díaz aparece desdibujada. Calviño, haciendo olvidar su pasado tecnócrata, se enfrenta duramente a la derecha a través de una oratoria que se ha ganado el aplauso de la bancada socialista e, incluso, de Unidas Podemos. Díaz, por su parte, sigue ganando adeptos a su proyecto político mientras ambas miran con atención los pasos de su contigua en el banco azul.
Hace 4 años Pedro Sánchez designó a una tecnócrata para dirigir la parcela económica de su gobierno. La llegada de Nadia Calviño parecía más un movimiento encaminado a calmar los ánimos en los mercados que una estrategia política en sí misma. Nadie habría pensado que la hoy vicepresidenta primera recibiría una ovación cerrada en el Congreso por el gobierno de coalición al completo. Pero justo esto fue lo que pasó hace dos semanas, cuando la vicepresidenta respondió a las críticas del portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, con un discurso muy alabado por la bancada del Gobierno. Pedro Sánchez, Irene Montero e, incluso, Yolanda Díaz no dudaron en levantarse de sus escaños para aplaudir las palabras de Calviño. No era la primera vez que la ministra había sido ovacionada en la Cámara Baja. Unos días atrás la ministra ya se había ganado los aplausos de sus socios tras su enfrentamiento con Jaime de Olano (PP), en una sesión donde Sánchez estuvo ausente y todos los ataques de la oposición fueron dirigidos a Calviño.
Cambio radical
Estas sesiones plenarias no hacen más que confirmar la evolución que la figura de Nadia Calviño ha tenido en el Gobierno desde su nombramiento. Su llegada causó recelo en las filas socialistas. En un primer momento se pudo pensar que su compromiso era más con Sánchez que con un partido del que ni siquiera es afiliada. Sin embargo, en los últimos tiempos ha demostrado que su implicación tanto con el PSOE como con el Gobierno es total, defendiéndolos a capa y espada. Ha pasado de limitarse a salvaguardar la ortodoxia económica de cara a Europa a adoptar un perfil mucho más político.
Calviño ha pasado de salvaguardar la ortodoxia económica a adoptar un perfil mucho más político
Su creciente protagonismo en los plenos no solo se debe a su voluntad propia. El PP, desde la caída de Casado, ha cesado en su acoso y derribo a Yolanda Díaz (que sigue siendo interpelada por Vox) y ha centrado sus ataques en la ministra de Asuntos Económicos. Atrás quedan los intensos debates entre Teodoro García Egea y la ministra de Trabajo.
Pero no solo ha ganado visibilidad en el Congreso. La vicepresidenta ha intensificado su presencia en redes sociales y ha multiplicado sus apariciones públicas. Hace solo unos días, por ejemplo, se dejó ver en el Festival de Cine de San Sebastián. Incluso el pasado 8 de marzo The New York Times se fijó en ella para incluirla en su especial sobre mujeres y liderazgo.
En definitiva, el camino que parece estar siguiendo Calviño recuerda al que en su momento recorrió Pedro Solbes, que llegó al gobierno de Zapatero desde Bruselas también con la vitola de tecnócrata y acabó asumiendo un papel muy mediático en la campaña electoral del año 2008.
Su mejoría en la oratoria se une a un cambio en su discurso. Si bien en el pasado chocó con Pablo Iglesias, primero, y con Yolanda Díaz, después, Calviño ha pasado de ser la némesis de ambas figuras a codearse con la propia Díaz. Las críticas a la ministra de Trabajo por la subida del salario mínimo o su disputa con Podemos por la reforma laboral han quedado en el olvido. De hecho, Calviño se ha convertido en una fiel defensora de estas mismas medidas. Esto responde a un nuevo carácter social y progresista que la mandataria ha esgrimido en sus últimas intervenciones. “¿Quiere decir que no conoce a nadie que perciba el salario mínimo interprofesional? ¿Que no conoce a ningún joven que ha conseguido por primera vez un empleo indefinido gracias a la reforma laboral? (…) ¿Pero cómo puede ser, señor Espinosa de los Monteros, que no conozca a ningún español real?”, le espetó a Espinosa de los Monteros hace dos semanas. Son palabras que están muy lejos de la tecnócrata que llegó al Ejecutivo años atrás. Y es que estamos ante el caso de una ministra que ha pasado de estar encasillada como “aliada” del Ibex 35 a defender medidas como los impuestos a las energéticas y entidades financieras.
Ocupa terreno a Díaz
Este viraje a la izquierda de Calviño responde a la estrategia que se ha impuesto Sánchez, tal vez tratando de alejarse de ese PP `moderado´ que proponen Feijóo o Moreno Bonilla. El presidente ha depositado toda su confianza en Calviño, una “máquina de trabajar” según quienes han tratado con ella desde su llegada al Gobierno. No se debe pasar por alto que en la última reforma del Ejecutivo, durante el verano de 2021, la ministra de Asuntos Económicos pasó de la tercera a la primera vicepresidencia. De esta forma, Sánchez se aseguró de tener a la responsable económica por encima de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que asumió la segunda vicepresidencia. Además, evita que Díaz se lleve todo el mérito en la promulgación de leyes como la de la última reforma laboral.
Tras la salida de Carmen Calvo del gobierno, Calviño ha ido asumiendo poco a poco ese papel de escudera del presidente. No debemos olvidar el detalle de que, en ausencia de Sánchez, es Calviño quien preside el Consejo de Ministros. La ministra ha sabido asumir el papel que el presidente le encomendó.
El giro de la vicepresidenta económica parece invadir el terreno de Díaz, que hasta ahora se presentaba como la dueña del timón de la izquierda del Gobierno
Si hay alguien que puede ser la gran damnificada de este poder que parece estar ganando Calviño, esa es Yolanda Díaz. Tras la salida de Iglesias, Díaz optó por cierta moderación que calmara las aguas en el gobierno de coalición. Pese a haber conseguido que la relación PSOE-Unidas Podemos mejore con respecto a la etapa de Iglesias y de que su popularidad y peso en el Gobierno creciera exponencialmente, el giro a la izquierda que ha dado Calviño parece invadir su terreno. Durante meses la ministra de Trabajo fue la principal precursora de medidas sociales y progresistas en el marco económico que la enfrentaron con la vicepresidenta primera. Tras este cambio de paradigma, su papel como principal baluarte del sector más progresista del gobierno de coalición parece en entredicho. Además, su anteriormente comentada desaparición de los debates parlamentarios podría no ayudar a paliar esta situación. Su papel de `látigo de la oposición ´parece cosa del pasado.
`SUMAR´ sigue ganando adeptos

Pese a que su auge parece haberse visto frenado por el nuevo posicionamiento tanto de Calviño como, en general, de la parte socialista del gobierno, la vicepresidenta segunda sigue adelante con su nuevo proyecto político de cara a las próximas elecciones generales. A falta de intervenciones en el Congreso, su última muestra de poderío se dio el pasado fin de semana con la presentación de Sumar en Sabadell. En pleno rifirrafe con Podemos, Colau no dudó en arropar a Díaz, en una prueba más de que los comunes son uno de los grandes apoyos de la ministra en esta nueva andadura. Díaz presumió de gestión y reivindicó una ley de vivienda que de momento el Ejecutivo ha dejado en la nevera.
La alianza con Colau tiene además un efecto secundario: el regreso al panorama político de figuras que en su día fueron importantes en el nacimiento de Podemos. Por ejemplo, Xavier Domènech acompañará a la vicepresidenta próximamente en la presentación de su libro. También Joan Coscubiela ha respaldado el proyecto. El otro gran apoyo de Sumar continúa siendo Izquierda Unida. Precisamente unas horas antes de este acto tuvo lugar un encuentro entre su líder y ministro de Consumo, Alberto Garzón, con Colau y Díaz en un acto institucional en Barcelona.
El discurrir de las dos ministras más políticas y sobresalientes del Gobierno de Sánchez parece cruzarse más que nunca, en unos momentos cruciales para las expectativas electorales de los dos socios que conforman el Ejecutivo, y ninguna deja de mirar de reojo los pasos de la otra.