Carlos Hipólito encarna a “Macbeth”, uno de los personajes más reconocidos de la historia del teatro, en la nueva reposición del Centro Dramático Nacional que se representará hasta el 17 de enero. Un proyecto de Gerardo Vera, fallecido el pasado septiembre a causa del Covid-19, y cuyas riendas ha tomado en homenaje suyo Alfredo Sanzol, actual director del CDN. Hipólito, uno de los grandes actores de la escena española, que desprende humildad y cercanía además de un gran bagaje, valora este nuevo montaje de la obra, habla acerca de los valores universales que ésta representa, y también, de su trayectoria profesional como actor.
María Carrasco.
Para un amante del teatro como usted, imagino que debe ser un placer interpretar a Macbeth.
Imagínate. Es un personaje de referencia, uno de los grandes de la historia del teatro universal, es un regalo de los dioses y si ese regalo viene de alguien como Gerardo Vera, a quien quise mucho y admiré muchísimo, y que es otro referente dentro de la historia de nuestro país, pues imagínate, yo sólo tengo palabras de agradecimiento y felicidad.
¿Qué le supone a estas alturas de su trayectoria profesional dar vida a un personaje así?
Para empezar una gran alegría y un gran reto a la vez, porque siempre, a medida que uno va haciendo cosas, considera que es cada vez más difícil. Por un lado tienes más recursos, tienes más armas para hacer tu trabajo, debido a la experiencia, pero por otro lado tienes el conocimiento como para saber lo difícil que es conseguir poder hacerlo muy bien y yo siempre aspiro a hacerlo, no sólo bien, no sólo a resolverlo, sino a hacerlo de la mejor manera. Entonces yo lo afronto con mucha humildad y, desde luego, sin escatimar esfuerzos. Aspiro a poner literalmente la piel, el cuerpo, la voz, la cabeza y los sentimientos encima del escenario porque es un personaje muy grande, muy fuerte, muy potente, muy hermoso de hacer, pero también devastador, porque emocionalmente te lleva a un viaje muy trágico y, quieras que no, tus emociones están al servicio del personaje, lo cual te pone en un lugar bastante duro. Además, es un personaje físicamente exigente, porque está prácticamente las dos horas de función en escena con parlamentos larguísimos, con monólogos muy largos, que son muy hermosos, pero que claro, implican mucho esfuerzo.
«Los personajes te hacen conocer mejor al ser humano: Ser actor te hace más tolerante»
En esta línea del esfuerzo del actor para mimetizarse, usted ha encarnado a grandes personajes de la historia del teatro, “Largo viaje hacia la noche”, de O’ Neill; “El sueño de una noche de verano”, de Shakespeare, las dos versiones de “Así que pasen cinco años”, de Lorca, que dirigió Miguel Narros… ¿Todos esos grandes personajes forman de alguna manera parte de usted? Y, a la vez, ¿qué le aporta usted al personaje?
Yo creo que todos los personajes que uno interpreta se convierten en personajes que uno conoce, porque para poder hacer un personaje lo que tienes que hacer es entender lo que le pasa, por qué hace lo que hace, por qué dice lo que dice, por qué calla lo que calla, y en ese sentido, se acaban convirtiendo en seres que están cerca de ti. Hay personajes que te caen muy bien y otros que te caen muy mal. Yo he hecho personajes a los que he detestado, y he hecho personajes a los que he amado profundamente. Todos esos personajes no son más que eso, personajes, no es que se conviertan en parte de ti. No soy yo muy místico en ese sentido. Veo que nuestro trabajo es jugar a ser honestos, con la mayor credibilidad posible y con la mayor sinceridad emocional posible, pero cuando se acaba la actuación o el rodaje, el personaje se queda en el escenario, y tú te vas al camerino. Lo que sí te dejan los personajes es un conocimiento mayor del ser humano, porque a fuerza de estudiar personajes que son diferentes y que se comportan de manera diferente a como lo harías tú, eso te enriquece humanamente. Por otro lado, siempre lo he dicho, creo que ser actor te hace ser más tolerante porque acabas, no justificando determinadas conductas, pero sí entendiendo por qué se pueden producir.
Macbeth es un clásico. ¿Qué le va a aportar este nuevo montaje?
Siempre una lectura de nuevos creadores puede aportar cosas nuevas a obras clásicas que se representan una y otra vez, y precisamente por eso se siguen haciendo, porque cada nuevo creador hace una lectura, da una visión de la historia a pesar de que sea muy conocida. En ese sentido, creo que este montaje nuestro que dirige Sanzol y que imaginó Gerardo, creo que puede aportar una lectura quizás menos convencional de la historia de Macbeth. La relación de pareja de Macbeth y Lady Macbeth se ve de igual a igual. Muchas veces se ha tendido a estigmatizar a lady Macbeth como la mala y él, el bueno. Ella le tienta…, un poco la Historia de la Biblia “el paraíso terrenal”. Esta especie de pensamiento machista eterno que culpa a la mujer de todos los males del mundo y que yo desde luego no comparto; creo que se cuestiona en este montaje. Porque vemos que son un tándem. Por un lado funciona ella, como un lado más instigador del mal, pero luego es él quien toma ese papel. También este montaje aporta una lectura muy contemporánea, en la escenografía, el vestuario, nada tiene que ver con una pieza de museo, sino que se hace en una especie de espacio intemporal que puede llegar al momento actual. Porque no me atrevería a decir asesinatos, pero asesinatos metafóricamente hablando se producen permanentemente, por ejemplo en el mundo de la política actual vemos que gente por ambición es capaz de hacer lo que sea y conseguir sus objetivos a costa de lo que sea.

La obra también es un homenaje a Gerardo Vera. ¿En algún momento pensaron en no hacerla tras su fallecimiento?
Yo eso no lo sé. Cuando me enteré de la muerte de Gerardo, que se produjo tres semanas antes de empezar a ensayar, aparte de entrar en shock, porque fue muy rápida, y en fin …. lo primero que pensé es que cancelarían el proyecto, pero duró poco ese pensamiento porque enseguida me llamó Amaya de Miguel, directora actual del Inaem, para decirme que ella querría seguir adelante, y preguntarme si yo estaría dispuesto. Yo le dije que por supuesto que sí. Luego me llamó Alfredo Sanzol para decirme que él se encargaría de la dirección y me pareció fabuloso. O sea que pensar que ‘Macbeth’ se iba a cancelar duró poco porque la respuesta fue: “vamos adelante con ello.”
Macbeth es un personaje sumamente humano, más allá de un guerrero o un asesino, es una persona a la que le pasa lo que le puede pasar a cualquiera. ¿Es fácil empatizar con él, tanto como actor como público?
Sí, porque ahora que entiendo el viaje que él hace emocionalmente hablando y como lo entiendo, puedo ser empático con él. Otra cosa es que apruebe su conducta y su forma de actuar ya que ésta me parece reprobable. Pero, sin embargo, puedo entender perfectamente qué le lleva a comportarse así. No olvidemos que la obra empieza, y de eso se habla poco cuando se habla de Macbeth, cuando Macbeth y lady Macbeth acaban de enterrar un bebé, a un hijo, y están en un momento emocional muy duro los dos. En ese momento de debilidad emocional, dos personas que son ambiciosas social y políticamente hablando, de pronto se encuentran con una profecía que les dice que lo van a tener todo, y entonces sucumben a la tentación de acortar el camino, y lo hacen cargándose a la gente que le impide llegar a ello, la forma más rápida. Eso les hace entrar en una espiral de muerte, porque claro, cuando has matado a uno, tienes que matar al otro que sabes que ha matado a ese, y al otro …y es una cadena que se convierte en una espiral de sangre, en la que llega un momento en que no puedes salir , y lo único que pueden hacer es huir hacia adelante.
«En la política, como en Macbeth, vemos gente que por ambición es capaz de hacer lo que sea»
Ahora mismo, que estamos viviendo un momento de crisis, la reinterpretación de los clásicos da lugar a sanar, en cierta medida, la herida de la sociedad, ya sea porque nos ayuda a salir un poco de nuestras vidas, ya sea porque es una obra con valores universales.
Exactamente. Revisitar los clásicos es muy importante, porque son clásicos por alguna razón, porque están hablando de conflictos eternos y de cosas que pueden ser intemporales. Pueden haber cambiado a lo mejor las costumbres, las maneras de expresarse, las maneras de vestirse, o de comportarse, pero los sentimientos de los seres humanos no han cambiado tanto a lo largo de los siglos. Un hombre o una mujer, lloran igual por la pérdida de un hijo en el siglo XV que el XXI. Es decir, hemos evolucionado poco emocionalmente y entonces los clásicos se han convertido en clásicos porque cuentan historias que hablan de conflictos que pueden ser extrapolables a cualquier momento de la Historia de la humanidad, y en ese sentido, yo creo que revisitar los clásicos, ir a ver un clásico, siempre te pone en contacto con algo que te va hacer reflexionar, que nos va a entretener, que nos va a divertir también , que es muy importante en los tiempos tan duros y tan difíciles en el día a día ir un rato al teatro, a evadirse, a que te cuenten una historia que te haga volar durante un tiempo, y que ese cuento que te cuentan te haga reflexionar y hacerte alguna pregunta y que, a lo mejor, tal vez, te den una respuesta.
Usted ha brillado en la comedia, desde “Arte”, de Reza, hasta “El crédito”, de Galcerán, y a la vez tiene la capacidad de interpretar textos dramáticos como este. ¿Cómo se desarrolla esa capacidad?
Los actores tenemos que ser lo más versátiles y dúctiles posibles, hay que ponerse al servicio del género que te toca hacer, de cada función o película o cada serie de televisión. Yo me encuentro cómodo especialmente en el manejo de las emociones, y bueno, al final uno pone en marcha mecanismos diferentes. La comedia tiene una técnica, una mecánica, parece que sólo es inspiración, pero también es muy precisa en lo mecánico, porque para que un “gag” funcione, tiene que haber un tempo, una sorpresa…y el drama va por otro lado, pero yo me siento cómodo en cualquiera de los dos. Al final, hay que ponerse al servicio de lo que toca hacer.
«Este oficio me ha regalado muchísimo más de lo que pensaba conseguir
¿Qué balance hace de su trayectoria profesional junto a Miguel Narros? ¿Qué le ha dejado a usted?
Miguel es un segundo padre para mí. Yo empecé con él y con José Carlos Plaza, para mí fueron mis maestros en la escuela que empecé con William Layton. Ellos sentaron las bases para que yo pudiera comenzar y asentarme en este oficio. La valoración que hago de mi trayectoria es haber hecho un trabajo tan continuado porque he tenido muchísima suerte. He trabajado mucho, me han tocado proyectos preciosos, personajes maravillosos, y este oficio me ha regalado muchísimo más de lo que yo soñaba que iba a conseguir. He podido vivir de él, he conocido gente maravillosa, he aprendido mucho como actor y como persona, de toda la gente que me he rodeado y sigo haciéndolo. Estoy muy agradecido a la vida, por haberme dejado dedicarme a lo que me gusta y sobre todo haberme regalado una trayectoria tan bonita.
¿Cómo cree que afecta esta crisis al mundo del teatro?
Muy duramente, esta crisis ha destrozado todo el tejido laboral y social de este país y del mundo entero. Y en el terreno de la cultura: teatro, música, cine, los conciertos, todo lo que es cultura se ve muy afectado porque es un material muy sensible, siempre viviendo el día a día y al borde del abismo, y cuando pierde la posibilidad de manifestarse en público pues carece de sentido. Esta crisis la superaremos, estoy convencido de ello, pero habrá mucha gente que se habrá quedado en el camino porque hay muchas pequeñas y medianas empresas que se dedicaban a la cultura desde mil lugares; el que hacía sombreros, alquilaba focos, o maquillajes, o a mil cosas más, y muchas empresas pequeñas han tenido que cerrar porque no han podido aguantar.
Josep Maria Flotats dijo hace unas semanas que los actores son la única profesión que «necesita desprenderse» de medidas de protección para realizar su trabajo. ¿Qué opina usted? ¿Se siente seguro en el escenario?
Entiendo a José María, es amigo mío, le respeto muchísimo y entiendo lo que dice. Y es verdad que, de alguna manera, los actores tenemos un trabajo que si atendemos a lo que dicen los médicos, los virólogos…: “que la gente no hable para que no se propaguen las partículas”… imagínate en un escenario, que nos pasamos el día gritando, llorando, moqueando. Todo eso hace que estemos en riesgo. Y desde luego, sería deseable que con bastante más frecuencia de lo que se hace nos hicieran análisis a todos para poder estar más seguros, . Comparto con él eso. Pero hay que convivir con ello. Hay que confiar en que poco a poco podamos ir conviviendo con este virus, que ya lo estamos haciendo, hasta finalmente vencerlo gracias a las vacunas. Pero yo insisto: para los espectadores es uno de los lugares más seguros de ocio a los que se puede ir.