J.Q.
Carlos III fue coronado el pasado sábado en la abadía de Westminster ante más de cien jefes de Estado y representantes de más de doscientos países. En total, más de 2.000 invitados asistieron al acto.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, fue el encargado de colocar la corona de San Eduardo sobre la cabeza del recién proclamado monarca. Hizo lo propio con Camila, esposa del susodicho. Antes de ser coronado, el rey fue untado con el tradicional aceite consagrado.
El monarca se dio todo un baño de masas en el trayecto que lo condujo a la abadía, donde centenares de personas llevaban días acampadas para poder presenciar la llegada de la comitiva real en primera fila, así como el desfile de más de 7.000 militares que la acompañó.
Los reyes se desplazaron más tarde al palacio de Buckingham para saludar a la ciudadanía desde el balcón principal del edificio. Estuvieron acompañados por los príncipes de Gales, los hermanos del rey y la princesa Alejandra, además de sus nietos. Miles de personas se agolparon a las puertas del palacio para asistir al encuentro con la familia real.
No obstante, la jornada no estuvo exenta de polémica. Por la mañana la policía detuvo al líder del grupo antimonárquico Republic, Graham Smith, y a otras siete personas por “alterar el orden” durante una manifestación en las inmediaciones de Trafalgar Square.