Virginia Miranda.
Estuvo presente en sus orígenes y en los momentos difíciles, pero Pablo Casado ya no necesita la tutela de José María Aznar. En más de dos años al frente del PP ha tenido tiempo de cometer errores, de rectificar, de volver a caer y de levantarse. Ahora ha madurado y quiere volar del nido, pero su padre político no le va a dejar independizarse tan fácilmente.
Cuando Pablo Casado anunció el ‘no’ a la moción de censura contra Pedro Sánchez que tan celosamente había mantenido en secreto, no estaba respondiendo con obediencia a la enésima indicación de José María Aznar, que tan celosamente ha cuidado y hasta dirigido la estrategia de quien está considerado su hijo político.
El presidente del PP votó ‘no’ para defender su liderazgo en un debate donde el jefe de la ultraderecha esperaba rascarle un puñado de puntos en las encuestas. Pero el presidente de FAES, el mismo que dijo en 2015 que “si alguna vez me tiene que renovar alguien, que sea Pablo Casado”, defendió el ‘no’ para defenderse a sí mismo, las siglas del partido que él refundó.
El que fuera jefe del Ejecutivo durante dos legislaturas no ha querido disimular su rencor con el hoy presidente del PP
Aznar demostró que había perdido el entusiasmo por el presidente del partido donde milita días antes del debate, en una teleconferencia donde le preguntaron si es el líder que la formación necesita en este momento. “Es el líder que tiene el PP en este momento; el líder elegido por el PP en este momento”, contestó antes de acabar afirmando: “Ganarse los galones es responsabilidad de cada uno”.
El que fuera jefe del Ejecutivo durante dos legislaturas no es persona que sepa ni quiera disimular su rencor. Dijo que Casado tiene las condiciones y la voluntad, pero necesita “ayuda, respaldo, comprensión y también acierto”.
El desencadenante
Hacía un par de meses que el jefe de las filas conservadoras había prescindido de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del grupo parlamentario. Y con ella, de su jefe de gabinete, Alfredo Timermans, y su portavoz adjunta, Pilar Marcos. Los tres, aznaristas vinculados a FAES; los dos primeros permanecen como miembros de su patronato.
Casado había prescindido de su ayuda y respaldo y la había reemplazado por la de una nueva portavoz que apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias de julio de 2018 y por la de unos barones regionales que nunca pertenecieron a la órbita del expresidente y siempre presionaron para que esa órbita dejase de girar en torno al líder de su partido.

La salida de Álvarez de Toledo fue una victoria para el secretario general, Teodoro García Egea, indignado por una portavoz que escapaba al control de Génova. Pero también para el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con el que la diputada por Barcelona llegó a protagonizar un cruce de reproches mutuos.
El papel de FAES
Después de meses en los que el aznarismo volvió a resonar en un Hemiciclo semivacío, con una portavoz haciendo gala de su pensamiento libre y verbo ágil al margen del argumentario del partido y una fundación desvinculada del PP en las formas pero inspiradora en el discurso.
Desde el inicio de la pandemia y el consiguiente confinamiento, FAES incrementó de forma llamativa el número de editoriales y análisis sobre la situación sanitaria pero, sobre todo, política y económica del país. Demoledoras consideraciones como las de un Gobierno de coalición que, aseguraba, perseguía un cambio de régimen a lomos de la pandemia y jaleado por independentistas y “batasunos”, han tenido y todavía siguen teniendo traslación casi simétrica en el discurso de Génova.
La diferencia que comienza a percibirse entre los populares es que el aznarismo ha perdido fuelle a favor de voces más plurales que se sienten más representadas en el discurso de la moción de censura del 22 de octubre –los segundos en aplaudirlo, tras sus señorías en el Congreso, fueron los barones llamados moderados– o en un nuevo laboratorio de ideas como la Fundación Propósito que, según adelantó El Mundo, contará con tres exministros de Aznar pero representará mejor la impronta que Casado quiere darle a un partido con más de tres decenios de historia y que ya perfiló en su discurso hablando de sostenibilidad o digitalización.
Casado necesita deshacerse de tutelas para ser tomado en serio y para romper con un pasado presente en los tribunales
Para el líder del PP, deshacerse de las tutelas que curiosamente no tuvo Aznar –“ni tutelas, ni tu tías”, dijo Manuel Fraga en el congreso de la refundación– es una necesidad por partida doble. Porque nunca nadie, y menos internamente, ha tomado en serio a un líder que depende de su antecesor o menor político. Y porque la herencia que Casado ha recibido de ‘sus mayores’ es lo que, hoy por hoy, le puede dar más quebraderos de cabeza.
Los papeles de Bárcenas
Luis Bárcenas se ofrece a colaborar con los fiscales del caso Gürtel y de la caja B del PP, contaba el pasado martes el diario El País. El ingreso en prisión de Rosalía Iglesias por orden del Tribunal Supremo ha precipitado lo que todos temían; si su mujer no permanecía al margen y acababa entrando en la cárcel, continuaría tirando del hilo después de la filtración a principios de 2013 de las anotaciones sobre supuestos beneficiarios de sobresueldos con cargo al presunto dinero negro que manejaba como tesorero de la formación conservadora.
Desde la imputación en septiembre del exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el caso kitchen, donde también permanece investigado quien fuera su número dos por el supuesto entramado parapolicial para eliminar posibles documentos de Bárcenas que pudieran incriminar a dirigentes del PP, desde el partido vienen insistiendo en que nadie de aquella etapa queda en activo.
Pero el propio Casado fue nombrado vicesecretario de Comunicación del PP por Mariano Rajoy y, si las pesquisas judiciales siguen escalando en el antiguo organigrama del partido, va a tener que reforzar el relato de las primarias –es el único presidente popular que ha sido elegido mediante una suerte de elección semidirecta– para hacer valer su independencia no sólo ante uno, sino ante dos valedores políticos. La izquierda y también la derecha, la que representa un Abascal herido tras el debate y una Inés Arrimadas que ya apoyó la comisión de investigación parlamentaria del caso kitchen, no van a reparar en esos detalles.