
Pere Navarro
Finalmente las elecciones del 14 de febrero ya llegaron, han dado sus resultados y la ciudadanía ha expresado claramente su opinión.
En primer lugar me gustaría destacar que el escenario apocalíptico con el que nuestro querido Govern nos amenazaba no ha sido tal. Recordemos los intentos de aplazar la cita electoral a finales de mayo porque la pandemia hacía inviable que se pudiera votar en condiciones razonables de seguridad sanitaria. Sin embargo, cuando por fin la Junta Electoral se pronunció sobre la necesidad de mantener la fecha que, por otro lado, había marcado previamente el propio Govern, entonces sí, no hubo más remedio que aceptar. Después cuando se anunció que Salvador Illa iba a ser el candidato socialista, vino el temblor de piernas, más electoral que sanitario.

Catalunya ha perdido peso en el campo económico y también ha perdido el prestigio y el liderazgo que tenía. Para remontar esta situación y aliviar el sufrimiento de tantas personas es imprescindible la constitución de un Govern presidido por quien ha ganado las elecciones, Salvador Illa
No deja de sorprender que después de la pataleta ellos mismos se dedicaran a decir por activa y por pasiva que estaban garantizadas todas las medidas necesarias para que pudiéramos ejercer nuestro derecho al voto. Primero se podía votar el 14-F, después era imposible y por último se podía votar de nuevo sin problemas. En definitiva, un cúmulo de despropósitos al que, desgraciadamente, cada vez más nos han tenido acostumbrados.
Como exponía, ya conocemos los resultados electorales en los que hay algunas cosas que quedan claras a pesar de la propaganda con la que a todas horas nos bombardean. ERC ha perdido 332.254 votos, JxCat 380.281 votos y la CUP 6.159 votos. Ciudadanos y PP han sufrido un gran descalabro y el PSC ha ganado 46.199 votos. Todo ello con respecto a las elecciones de 2017. Así pues, el llamado bloque independentista ha perdido casi 720.000 votos. No parece una gran victoria como la que van pregonando.
Por cierto, la extrema derecha de Vox entra con fuerza en el Parlament, gracias a los más de 217.000 votos obtenidos.
Con todos estos ingredientes hay que buscar ahora la fórmula que permita un gobierno estable en Catalunya y dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía, hecho que ya empieza a ser urgente.
No hay que olvidar que en estos últimos diez años de ‘procés’ Catalunya ha perdido peso en el campo económico y también ha perdido el prestigio y el liderazgo que tenía tanto en el conjunto de España como en el ámbito internacional, pero lo más preocupante es que en estos diez años los pilares básicos del Estado del Bienestar, como la sanidad, la educación y los servicios sociales, han sufrido un retroceso escandaloso. En el año 2010, con Mas en la presidencia de la Generalitat y gracias a un pacto con el PP, Catalunya se convirtió en el laboratorio de las políticas de recortes, ejemplo para todos los gobiernos liderados por las derechas. Recortes que tuvieron continuidad cuando el compañero de viaje pasó a ser ERC. Según un informe de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, Catalunya está en el furgón de cola en gasto por habitante en sanidad, educación y servicios sociales.
Para remontar esta situación y aliviar el sufrimiento de tantas personas es imprescindible la constitución de un Govern presidido por quien ha ganado las elecciones, Salvador Illa, con amplios acuerdos para que Catalunya recupere el liderazgo perdido.
Desgraciadamente, creo que algunos van a continuar estando más interesados en Catalunya que en los catalanes.
Miembro del Comité Federal del PSOE, delegado especial del Estado en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona y licenciado en Biología por la UAB. Fue alcalde de Terrassa entre 2002 y 2012, primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC)entre 2011 y 2014, diputado del Parlament de Catalunya y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). A lo largo de su carrera profesional ha desarrollado distintos cargos de dirección como presidente del consorcio Localret y presidente del Fons Català de Cooperació al Desenvolupament. En 2013 la Fundación City Mayors lo incluyó en la lista de los mejores alcaldes del mundo.