
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
En la semana en que todos los focos estaban centrados en Barcelona y la cita del presidente Sánchez con el ‘president’ Torra, el líder de Comisiones Obreras, Unai Sordo, se ha atrevido a retar a las prioridades informativas del país y justo un día antes presentaba la propuesta de reforma fiscal de su sindicato. Agenda social frente a agenda territorial. Bien por el intento.
Sordo está jugando una delicada partida de cuyo inicio daba cuenta este semanario en su portada la pasada semana con un titular que confío dé las pistas suficientes: “CC OO y UGT pugnan por influir en el Gobierno”. Y juega fuerte.
Por eso no ha dejado que desde Moncloa, Cataluña o Bruselas le marquen los tiempos y, antes siquiera de que se inicie la batalla de los Presupuestos, ha querido marcar ‘territorio’. Con el Gobierno constituido y CC OO ‘desembarcada’ en el ‘staff’ del nuevo Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz a través de distintos altos cargos procedentes o afines al sindicato, como el mismísimo secretario de Estado de Empleo Joaquín Pérez Rey, Sordo ha pretendido sugerir el ‘precio’ de su apoyo al nuevo Ejecutivo de coalición.
Unai Sordo ’cede’ cargos a la ministra Díaz, exige más ambición fiscal a la ministra Montero y presiona para frenar a la ministra Calviño. El líder de CC OO juega a convertirse en la voz de la conciencia del nuevo Gobierno
Sus mensajes del miércoles pasado remiten a la agenda social de izquierdas a la que debería responder una coalición como la de PSOE-UP si las urgencias de la territorial no se lo impiden. Acabar con la competencia fiscal entre autonomías, creando un tipo mínimo en patrimonio o sucesiones, por ejemplo, y evitar que Madrid utilice lo que Sordo denominó “la tentación populista fiscal”. Es una idea.
Otra: subir el IRPF no sólo a partir de los 130.000 euros, como tienen pactado PSOE y UP, sino desde los 60.000. Toque de atención sobre la escasa ambición de la reforma fiscal planeada por el primer Gobierno de coalición de izquierdas de España desde la II República. O que se graven por igual las rentas del capital que las del trabajo. Ello sumaría 14.000 millones extra, según el sindicato, para hacer políticas sociales.
El líder de Comisiones ha querido también dejar claro que sus peticiones se enmarcaban en un discurso colaborativo con el nuevo Gobierno: “No digo que esté mal orientado (el proyecto económico pactado por la coalición), pero España necesita ser mucho más ofensiva a la hora de abordar políticas fiscales”. Sordo parece no querer verse reducido a negociar la reforma laboral, en la que tiene expectativas aparentemente menos exigentes que UGT, donde Álvarez está haciendo bandera de la “derogación total”, para disgusto de sus ‘hermanos’ del PSOE. El vasco, por su parte, aspira a más.
La estrategia del líder sindical tiene sus riesgos pero hacía mucho tiempo que no se percibía ambición alguna en los sindicatos de clase, hundidos en la irrelevancia tras el 15-M, la ola del ‘no nos representan’ y la fractura entre la ‘aristocracia obrera’ y el actual ‘precariado’ laboral. Habrá que ver el resultado, pero con Podemos e IU sometidos al rigor institucional que sostiene al Gobierno, no está de más que alguna voz con autoridad apueste por ser el ‘Pepito Grillo’ del sanchismo.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.