Carlos Mallagaray (Santiago de Chile)
Los chilenos acudieron a las urnas el pasado 4 de septiembre para dirimir si se aprobaba o rechazaba el texto propuesto para una nueva Constitución que derogara la Constitución del dictador Augusto Pinochet. Una hora después de haber cerrado los locales de votación ya se vislumbraba un aplastante triunfo del rechazo encabezado por la derecha política que durante todo el proceso constituyente se dedicó a instaurar un boicot continuo contra los convencionales que apoyaban un texto progresista basado en un Estado Social y de Derecho que sustituiría al modelo Neoliberal de Estado Subsidiario inspirado en la doctrina económica de “Los Chicago Boys”. ¿Qué había ocurrido? Es evidente que hay otras variables a analizar, pero el odio a los pueblos indígenas por parte del Rechazo y las mentiras sobre lo que realmente dice el texto entregado por los convencionales jugaron un papel fundamental.
El resultado final del plebiscito fue de un 61,86% a favor del Rechazo contra el 38,14% del Apruebo. Teniendo en cuenta que en el plebiscito del 25 de octubre de 2020 el Apruebo a la redacción una nueva Constitución obtuvo el 78,27%, y que sea sin políticos obtuvo el 78,99%. Así, los independientes obtuvieron una amplia mayoría que le permitía poner sobre la mesa un texto progresista que se ocuparía de crear un país con inclusión de los pueblos originarios reconociéndolos en la Nueva Constitución con derecho a escaños reservados en el Congreso. Una Constitución que también se ocuparía del medio ambiente, la educación, la vivienda y una nueva forma de Estado donde la descentralización del país se plasmaba en un Estado plurinacional y Regionalista.
Ante la aplastante derrota del nuevo texto constitucional la pregunta que todo el mundo se hace es ¿cómo se pudo dar este resultado electoral con propuestas para proteger a las clases más desfavorecidas?
Es pronto para dar respuestas sólidas pero lo que no ha pasado desapercibido es que el uso de las fake news por parte de la derecha ha tenido un peso considerable
Es pronto para dar respuestas sólidas sobre estrategias o disposición de los constituyentes elegidos. Pero lo que no ha pasado desapercibido a nivel mundial, que el uso de las fake news y uso de bots por parte de la derecha ha tenido un peso considerable. Y otra variable, también usada por la derecha, fue la campaña de desprestigio contra la Convención Constitucional por la clase social o etnia que estaba representada.
Desde un análisis exclusivamente político las hipótesis que se plantean no hacen referencia a la condición sociológica de Chile que alberga un alto grado de racismo y clasismo desde la época colonial. Para la extrema derecha, los pueblos indígenas y sus derechos plasmados en el nuevo texto fueron un blanco constante para atacar la nueva Carta Magna porque, según su discurso, las prerrogativas de reconocimiento de derechos que le otorgaba el nuevo texto a los pueblos originarios desalentarían a los inversionistas.
La inocencia, desconocimiento o error no forzado de los convencionales progresistas y de izquierda al posicionar como elemento principal el reconocimiento de los pueblos indígenas dio lugar al ataque de la derecha no contra el texto, sino que contra la Convención Constitucional. Esta actitud no fue una sorpresa para muchos ya que lograr la representación con escaños reservados para los pueblos originarios en la Convención constituyó en si mismo un problema. Pretender que los indígenas tuvieran representación en la redacción de la nueva Carta magna para la derecha y ultraderecha fue un desatino estratégico de los políticos y asesores de los convencionales.
El texto constitucional pretendía ser el elemento catalizador para frenar las desigualdades sociales en que viven los chilenos y que se convirtieron en revuelta popular el 18 de octubre de 2019 convocando en una semana a millones de personas protestando en las calles del país. El 15 de noviembre se acordó en el Congreso la elaboración y presentación de una nueva Constitución que se haría cargo de las desigualdades existentes y amparadas en la Constitución de 1980 de Pinochet.
Una vez establecidas las normas para el inicio del proceso constituyente, el mismo se reunió por primera vez el 4 de julio de 2021 y el 5 se procedió a elegir la máxima autoridad de la Convención, siendo electa Presidenta la Convencional Elisa Loncón Antileo, representante del Pueblo Mapuche, quien al asumir el cargo señaló:
“Esta Convención que hoy día me toca presidir transformará a Chile en un Chile plurinacional, en un Chile intercultural, en un Chile que no atente contra los derechos de las mujeres, los derechos de las cuidadoras, en un Chile que cuide a la Madre Tierra, en un Chile que limpie las aguas, en un Chile libre de toda dominación. Un saludo especial a los lamngen mapuche del Wallmapu, este es un sueño de nuestros antepasados, este sueño hoy se hace realidad.”
El carácter simbólico que significó que la Convención Constitucional eligiera a una presidenta indígena dio lugar a un crecimiento exponencial de ataques de la derecha contra el proceso convencional. El latifundismo y racismo subyacente salieron a flote a través de la denostación del personaje en las redes sociales a través de memes que ponían en cuestión que se expresara en mapuzundgun, que usara el traje mapuche y que todo lo que hacía referencia a reivindicaciones indígenas eran producto de victimizarse.
En ese momento ya se comenzó a utilizar a modo peyorativo y alejado de la realidad que la redacción apuntaba a una Constitución Indigenista .”Esa es una afirmación manipulada, porque el indigenismo, como teoría, se basa en la integración de los pueblos a un modelo de desarrollo desde la visión occidental (…). El segundo punto indigenista es en el sentido de indio, de una Constitución de indios y de que exacerba el concepto de indio. Aquí en Chile, cuando a alguien se le llama indio, es como reconocerlo no igual. Reconocerlo atrasado, poco culto, que no tiene el mismo nivel cultural que otro. Es un concepto racista. El decir que es una Constitución indigenista lo que hace es despertar el gen racial que tenemos inyectado en los chilenos, producto del desconocimiento de lo indígena para que se vaya en contra de nosotros, porque ser indio es malo”.
Para los asesores de comunicación de la derecha el flanco era claro: había que hacer comprender y convencer a la ciudadanía que con la llegada de los indígenas el país se derrumbaba. De paso, se buscó denostar a todos aquellos convencionales progresistas a través de la tergiversación y desinformación sobre la redacción del borrador y texto final.
La desinformación y fake news se convirtieron en el eje fundamental de la derecha y ultraderecha contra las propuestas del proceso constituyente. Desde la denostación en general a la Convención Constitucional, y en particular, la tergiversación de los textos propuestos fueron su eje. El miedo y exclusión del indio y sus derechos ya era eje central de la campaña de desinformación, pero continuaría con otros flancos, siempre apelando al miedo de caer en el marxismo y los comunistas. Otra vez, “vamos a Chilezuela” comentaban los detractores de la carta magna en elaboración.
A fines de marzo e inicios de abril, el debate por la propiedad de los fondos de pensiones y el fracaso del quinto retiro, hábilmente aprovechados por Bernardo Fontaine, economista de derecha, marcaron la llegada del Rechazo al primer lugar en las encuestas. Para mantener esa ventaja, se desarrolló una exitosa campaña que duró casi cinco meses, tres de ellos fuera del periodo legal para hacer propaganda. Al menos 29 cuentas de redes sociales invirtieron un total de $116,7 millones de pesos en Facebook e Instagram para difundir que estarían en riesgo los fondos de pensiones, la vivienda propia, los colegios particulares subvencionados y la atención de salud señala el medio de investigación periodística ciperchile.cl
Estas mentiras fueron replicadas en TV, prensa digital y prensa escrita de la derecha, medios de comunicación manejados por los grupos económicos que veían en la nueva Carta Magna la disminución de su poder sobre la sociedad chilena.
Según el discurso de la derecha las prerrogativas y derechos que otorgaba el nuevo texto a los pueblos originarios desalentarían a los inversionistas.
El despliegue mediático y económico de los sectores del Rechazo para oponerse y convencer a los ciudadanos de varias mentiras calaron hondo en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Si, esa vieja estrategia del miedo, ahora ampliada por los medios de comunicación tradicionales y Redes Sociales.
Es evidente que hay otras variables a analizar, pero el odio a los pueblos indígenas por parte del Rechazo y las mentiras sobre lo que realmente dice el texto entregado por los convencionales jugaron un papel fundamental. El concepto de plurinacionalidad para incluir a los pueblos indígenas se vendió como división del país en lugar de exponer su carácter unificador. Y si con eso no faltaba, en medio del proceso asumió como presidente de la República, Gabriel Boric, apoyado por el Frente Amplio y el Partido Comunista. Otro flanco para atacar el nuevo texto apoyándose en errores cometidos por el nuevo gobierno que iba de la mano con aprobar la nueva Carta Magna.
¿Cómo nos explicamos que el quintil más bajo de una población rechaze con un 75% una Constitución que camina a protegerlos de la desigualdad?
La mentira en política nos es nada nuevo. Desde hace años Hanna Arendt Arendt propone un brillante diagnóstico de las trampas epistémicas mediante las que un gobierno puede desentenderse de rendir cuentas de la realidad y los hechos, reduciendo el vínculo con la ciudadanía a mera manipulación y propaganda.
Actualmente en Chile, una doctrina política y económica, a través de la mentira y la desinformación, lograron a través de ellas, convencer a un pueblo muy lejano a los discursos transformadores que lo que la nueva Constitución les ofrecía era funesto. Fueron asustados, sin duda, por la mentira y manipulación de la verdad.