
Bruno Estrada
“Ellos todos a una mano son de buena estatura (…) Ellos deben ser buenos servidores”. Estas fueron las primeras notas que tomó Colón el 12 de octubre de 1492 al desembarcar en la isla de Guanahaní, que el rebautizó como San Salvador.
El día siguiente anotó: “Y esta gente harto mansa”. Un mes después en Haití reiteró en su diario: “Muy mansos (…) y tan temerosos que a una persona de los nuestros huyen ciento de ellos”.
En su segundo viaje, Colón reconoce que tiene planes para enviar cuatro mil esclavos al año, y hace cuentas para ello: a mil quinientos maravedíes por cada uno
Ese permanente esfuerzo en conocer el carácter de los indígenas por supuesto que tiene que ver con el peligro de verse atacados en territorio ignoto, pero también con los planes del Almirante de la Mar Océana de establecer un lucrativo negocio de venta de esclavos en España. Esta idea, que está en los orígenes del primer viaje, cada vez va tomando más cuerpo en la medida que el oro era casi inexistente, y que la especiería encontrada nada tenían que ver como lo que ellos buscaban.
Hay que recordar que Colón conocía perfectamente el tráfico de esclavos de Portugal, había estado embarcado en naos portuguesas que recogían esclavos en Elmina (Ghana) para llevarlos a las plantaciones de azúcar de Madeira y Cabo Verde. Colón vivió varios años en Porto Santo (Madeira) tras casarse con la hija del primer Capitán Donatario de la isla.
Muchos de esos viajes fueron realizados representando a la influyente familia Berardi, mercaderes florentinos que, además de tener sucursales en Lisboa y Sevilla, tenían fuertes lazos comerciales y financieros con los Medici y con el Papa Inocencio VIII. Juanoto Berardi, afincado en Sevilla, se dedicaba a la trata de esclavos y el comercio de orchilla con Canarias, y fue quién dio cobijo a Colón después de su fuga de Portugal. También fue uno de los principales financiadores del primer viaje, junto con el Papa que utilizó para ello los fondos de bulas de Cruzada del Obispado de Plasencia. Quienes financiaron el primer viaje de Colón consideraban que el tráfico de esclavos capturados, algo habitual en la época, era una forma más de reembolsar su inversión.
En el segundo viaje de Colón en 1493, ya de plena colonización con más de 17 naves a bordo de las cuales iban más de mil doscientas personas el almirante reconoce que tiene planes para enviar cuatro mil esclavos al año, y hace cuentas para ello: a mil quinientos maravedíes por esclavo significa un total de seis millones de maravedíes. De hecho, el primer envío masivo de esclavos indios a Castilla tiene lugar en 1495, Antonio de Torres desembarca en febrero a 500 indígenas para venderlos en Sevilla con el respaldo real. Aunque supuestamente eran cautivos caribes que habían guerreado contra los españoles eso era algo que nadie podía comprobar.
La cuestión debía estar tan poco clara que a los pocos días de dar el permiso Isabel ordenó que se paralizase la venta de esclavos hasta que una Junta de Teólogos dictaminase si era pertinente. Cinco años se tardó en emitir dictamen y finalmente Isabel resolvió liberar a esos indios esclavizados. Pero su actitud fue tan titubeante que sólo tres años más tarde, ya destituido Colón de su Virreinato, en la Cédula Real emitida en 1503 legalizó los repartimientos de indígenas y tierras.
Colón esperaba llegar a Catay (China) y encontrarse al Gran Kan, pero al toparse inesperadamente con una tierra sin reyes ni señores sus moradores se convirtieron en súbditos de Isabel de Castilla, siempre que se convirtieran al catolicismo. Las disquisiciones de los teólogos mezclaban propiedad y ética. El ser parte de la Corona de Castilla propició que Carlos I aprobará las Leyes Nuevas en 1542, gracias en gran medida a los esfuerzos de De las Casas, la legislación más avanzada de la época que consideró a los indios como “hombres libres”. No obstante, se pudo seguir traficando con negros africanos hasta el siglo XIX porque no eran súbditos del Rey.
Para hacer un mundo mejor y luchar contra la “nueva esclavitud” de los mercados sería preferible que los estadounidenses, más que derribar estatuas de Colón, no votaran a Trump en noviembre de este año.
Economista
Que alguien le diga a este fantasma, que si Trump estuviese en el poder en lugar de Biden (un pedófilo) EEUU no estaría fundida y no hubiera creado el desastre de guerra como la de Ucrania que dicha sea de paso, la OTAN se quedó sin municiones.