
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Cuando empezaba a construirse la nueva España democrática, tras la oscura noche del franquismo, hubo un eslogan que repetían machaconamente las campañas del Gobierno y los políticos comprometidos con ese nuevo país: ‘Hacienda somos todos’. No se trataba sólo de un lema con el que edificar un naciente sistema fiscal más justo. La afirmación iba mucho más allá.
Era también una forma de iniciar esa identificación de la ciudadanía con una Administración y unas instituciones que, tras la dictadura, volvían a pertenecerle. La acertada frase, con sus escuetas tres palabras, tuvo mucho éxito y décadas después es recordada por lo que supuso y significó.
Poner en duda la capacidad de Correos para gestionar el abundante voto por correspondencia solicitado para el 23-J, como ha hecho Feijóo, es no solo lanzar infundadas sospechas sobre la limpieza de las elecciones, sino socavar la confianza de las ciudadanía en las instituciones y la consideración de su país
Hoy, ante una de las citas electorales más cruciales de los últimos tiempos, dejénme que me la apropie cambiando el sujeto, para proclamar con orgullo ciudadano: ‘Correos somos todos’. Puede parecer un planteamiento pueril o hasta ridículo si no fuera por lo que estamos escuchando estos días de campaña desde el Partido Popular.
Tanto Cuca Gamarra, su secretaria general, como el mismísimo presidente del partido y candidato, Alberto Núñez Feijóo, están deslizando en sus declaraciones, precisamente en los días en que los solicitantes del voto por correo andan pendientes de cuándo les llegan las papeletas y de si tendrán que hacer mucha cola para entregarlas, que no está asegurado que su voto vaya a llegar a la mesa electoral el 23-J para ser contabilizado.
Como está mal visto hablar directamente de pucherazo -eso se lo dejan a su trumpista aventajada, Isabel Díaz Ayuso, que lo dijo sin pudor alguno un par de días antes del 28-M- afirman que ‘faltan medios’ y Feijóo, que fue, en tiempos director de Correos, apela a los carteros, a que trabajen día y noche, al margen de sus jefes, y que ya les pagará él las horas extraordinarias cuando sea presidente, como si Correos fuese a no pagárselas.
Vayamos a los datos. En esta convocatoria electoral han pedido el voto por correo 2,3 millones de electores, todo un récord. Correos ha reforzado su plantilla con 19.400 trabajadores más para hacer frente a la avalancha. Se han ampliado los horarios de las oficinas de correos en dos horas adicionales los días laborables y se ha anunciado que también se abrirán este fin de semana y el próximo. Correos ha tenido que informar, para hacer frente a los mensajes que está lanzando el PP, que dispone de las partidas presupuestarias para responder a todos estos gastos adicionales.
Poner en duda la capacidad de Correos para gestionar el abundante voto por correspondencia solicitado para el 23-J es no solo lanzar infundadas sospechas sobre la limpieza de las elecciones, sino socavar la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en el funcionamiento de su país. El trumpismo avanza si control en el principal partido de la derecha de España y las consecuencias no se quedarán el próximo 23 de julio.
Cuando la gente empiece a desconfiar del sistema, de la calidad de nuestra democracia, de los trabajadores que lo sostienen al margen del gobierno de turno, ¿cómo se revertirá el daño causado?. Todos no sólo somos Correos o Hacienda. Somos parte de un país que este semestre preside la Unión Europea, que ha sido el primero de todo el club en bajar su inflación a menos del 2 por ciento y al que nadie discute la limpieza en su sistema electoral. No propaguen infundios, señores del PP. No les hace falta: según las encuestas van ganando.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid