Teresa Carreras (Roma)
Para algunos observadores la agenda del Papa Francisco ha sido más activa este verano que en otros anteriores. No ha sido así para Daniel Arasa (Barcelona, 1971) nombrado hace un año consultor del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. Es miembro del Opus Dei y decano de la Facultad de Comunicación Institucional de la Pontificia Università della Santa Croce. “Para el Opus Dei no es ningún problema pasar a depender del Dicasterio del Clero si ésta es la voluntad del Papa”, ha dicho a ‘El Siglo’, durante una entrevista en la sede de la Universidad Roma Tre.
Siendo hijo de quien es, ¿podríamos decir que “de casta le viene al galgo”?
A veces me confunden con mi padre Daniel Arasa, senior, conocido periodista en España, ensayista y especialista en cine. Sí, es cierto que he aprendido mucho de él
¿Cómo está el Papa?
Bastante bien, después de un verano movido. Este Papa no hace habitualmente vacaciones en agosto. En esta ocasión ha considerado que era necesario completar el Colegio de Cardenales y ha aprovechado este periodo para hacerlo. Antes de verano se aprobó la Constitución “Predicate Evangelium”, que reforma la composición y competencias de los diversos departamentos o Dicasterios que conforman la Curia Romana.
Esta renovación cambia la dependencia del Opus Dei del Dicasterio para los Obispos al del Clero que les hará rendir cuentas una vez al año. ¿Cómo ven desde el Opus Dei estos cambios?
Es una reestructuración relativamente importante. A través de un “Motu Proprio”, un documento papal, cambia la relación que tiene la prelatura con la Santa Sede. No cambia nada internamente en el Opus Dei. Se dice explícitamente que su prelado no será obispo; aunque los dos últimos los fueron, lo eran, pero no por ser del Opus Dei. El prelado de la Obra ha dicho en una carta que si esta es la decisión del Papa, la Obra la acepta filialmente. En el mundo hay unas noventa mil personas de la Obra y creo que la mitad pertenece a España.
“La renovación del Colegio Cardenalicio es importante pero lo más interesante es cómo lo está haciendo. Lo ha internacionalizado mucho, a la vez que lo “deseuropeiza”.
¿Qué hay en su opinión detrás de este cambio?
El Papa es muy duro con el tema de los cargos y de los nombramientos. Quizá se abusaba de este tipo de nominaciones y el Papa ha dicho basta. La Iglesia está aquí para servir, por lo tanto: menos monseñores y cargos honoríficos. Yo veo que el motivo que hay detrás tiene que ver mucho con este movimiento del Papa de reforzar la dimensión de servicio y de humildad de la Iglesia. El Papa ha querido acentuar los aspectos espirituales y no jerárquicos en general no solo de la Obra sino con todo. La Iglesia es misericordia, atención a los pobres y enfermos, atención pastoral de las personas. La estructura es lo menos importante.
Algunos observadores han señalado que los cambios rebajan el poder que pueda tener el Prelado del Opus a la hora de negociar cualquier punto. ¿Qué le parece?
No le ha quitado ningún poder porque la Obra no busca poder sino servicio. En el Opus hay gente de todas las ideas. No creo que se pueda decir que la Obra es conservadora. Pero es cierto que en algunos ámbitos, sobre todo conservadores, se ha visto como que el Papa ataca a la Obra. Esto son interpretaciones espurias.
¿Cuál será el próximo paso del Opus Dei?
Lo indica ya el “motu proprio” y es que la Obra debe hacer una actualización de sus estatutos. Continuar viviendo su carisma pero adecuando los estatutos a esta reforma. El trabajo ya se ha iniciado.
¿De estos últimos movimientos del Papa cuáles son los principales?
Cuando llegó con su solo nombre, Francisco, ya nos indicaba lo que venía detrás. Para él cuenta lo mismo la voz de un cristiano de la República Centroafricana que uno de Nueva York. La renovación del Colegio Cardenalicio es importante pero lo más interesante es cómo lo está haciendo. Lo ha internacionalizado mucho, a la vez que lo “deseuropeiza”. Ahora hay cinco cardenales de Oceanía. Esto ya se ha venido haciendo desde hace tiempo, aunque Europa continúa siendo el continente con mayor número de cardenales. Otro aspecto importante es que ha nombrado cardenales de ciudades pequeñas o de lugares menos significativos.
Y esto va en concordancia con que las personas de Iglesia no tienen que estar ligadas al poder.
¿Estos movimientos del Papa indican que planifica su retirada?
El Papa tiene 85 años y cualquier cosa que haga será interpretado de esta manera. Pero ha dicho muchas veces que mientras la salud se lo permita no se retirará.
¿Cuál es la valoración que usted hace del pontificado del Papa?
Muy positiva. Ha sido un pontificado muy rompedor en el sentido de los modos, no de los contenidos. Este Papa ha acentuado aspectos muy novedosos. Ha sido un pontificado –déjeme usar esta palabra–entusiasmante. También quiero destacar que pretende volver a dar a los cristianos el gozo de serlo. No es que los anteriores no hayan sido buenos pontificados. Francisco pone el acento en situar el Evangelio en el centro de la vida de los católicos.
“El tema de los abusos es un problema de la sociedad, no sólo de la Iglesia, pero el Papa no cejará hasta el final para poder dejar la carpeta resuelta”
¿Qué Iglesia heredó Francisco y qué Iglesia quiere dejar a sus sucesores?
El Papa Francisco ha heredado una Iglesia muy herida desde el punto de vista de la imagen y de la reputación por una situación muy triste que ha sido la de los graves abusos por parte de algunos sacerdotes. Benedicto XVI fue quien afrontó directamente este tema y Francisco lo está siguiendo. El Papa cree que si la Iglesia quiere tener una autoridad moral, en primer lugar tiene que purificarse a sí misma y demostrar con los hechos que está al servicio de la persona. El tema de los abusos es un problema de la sociedad, no solo de la Iglesia, pero el Papa no cejará hasta el final para poder dejar la carpeta resuelta.
Usted ha sido designado como consultor del Dicasterio para la Comunicación. ¿Cuál es su trabajo
Hay quien piensa que ser consultor significa cada día ir a tomar el café con el Papa. Obviamente, no es cierto (sonríe). Es una nueva modalidad de servir al Papa y a la Iglesia. Desde nuestra Facultad intentamos formar a los mejores profesionales. La comunicación de la Iglesia es muy importante. Nuestro papel no es tanto crear nuevas estructuras o medios, que ya existen, sino profesionalizar el trabajo del comunicador eclesial. La transparencia en la Iglesia significa no tener miedo a explicar aquello que se debe explicar. En la mayoría de las diócesis y en las congregaciones no es suficiente que alguien se encargue, sino que éste sea un profesional de los pies a la cabeza. La complejidad de la comunicación requiere profesionales capaces de enfrentar situaciones delicadas como el caso de los abusos.
¿La Iglesia debería invertir más en comunicación?
Claro. Inversión de más tiempo, dinero y personas para que puedan hacer un trabajo profesional, que ahora se hace poco. Los profesionales deben conocer el contexto cultural, social o político de lo que pasa para que se entienda bien lo que quieren comunicar. Al igual que el obispo necesita un responsable de liturgia, de teología o un canonista también necesita un comunicador y esto no siempre se entiende. Muchas instituciones de la Iglesia acaban haciendo solamente comunicación de crisis. Se confunde la comunicación regular con la de crisis para responder a algún escándalo. Si haces bien la comunicación habitual, cotidiana harás una buena comunicación de crisis. A veces no se invierte en la primera y en la de crisis sólo se acaba buscando soluciones a problemas inmediatos. Es bueno decir a los obispos de todo el mundo a través de este semanario, ‘El Siglo’, que formen a los sacerdotes que quieren designar para ser los responsables de la comunicación de sus propias diócesis. Al mismo tiempo la comunicación de la Iglesia no es exclusiva de los sacerdotes o religiosos; también profesionales laicos, hombres y mujeres de fe, pueden hacer muy bien este trabajo.
¿En qué ayuda el Papa Francisco a la comunicación de la Iglesia?
Cada Papa aporta lo que tiene su propia personalidad.
Cada uno tiene su carisma y cada uno pone su acento en los aspectos con los que más se identifica. Yo destacaría su proximidad y su sencillez. Presenta la vida cristiana como una realidad alegre, atractiva y que merece la pena vivir.