
No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente, dejó escrito Virginia Woolf, una de las voces más influyentes del feminismo moderno. Pero se me ocurre que siempre será demasiado tarde para que esa emancipación de pensamiento y de voluntad se convierta en libertad plena, en igualdad justa y seguridad consolidada para cada una de las mujeres del planeta.
El 22 de febrero es el Día Europeo de la Igualdad Salarial. Pretende sensibilizar a la ciudadanía contra la brecha salarial de género poniendo de relieve que mujeres y hombres no ganan lo mismo por la realización del mismo trabajo o de un trabajo de igual valor. Eso es lo evidente. Una primera hendidura a lo largo de una herida mucho más grande por la que nuestra sociedad se desangra. En nuestro país el salario medio anual en 2021 del empleo principal se situaba en 27.322 euros entre los hombres y 22.601 euros entre las mujeres, según los datos de la EPA. Eso supone una diferencia de 4.721 euros entre la ganancia media anual de mujeres y hombres. Con ello, el salario medio de las mujeres tendría que aumentar un 20,9% para igualar el salario medio anual de los hombres y, por tanto, ese sería el nivel actual de la brecha salarial de género en España.

Se aproxima el 8 de Marzo, una jornada internacional de movilización y reivindicación de las mujeres para reclamar igualdad de derechos y luchar por nuestra emancipación y seguridad
Desde el trabajo sindical y desde la negociación colectiva llevamos mucho tiempo tratándola, cosiendo un tajo por el que lo colectivo no deja de perder energía. Con el inicio de la recuperación el roto redujo su cuantía, que se ha seguido reduciendo con mayor intensidad a partir de 2018, debido al mayor crecimiento del salario medio de las mujeres, favorecido por la importante subida nominal del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y con el contenido del IV Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva (2018-2020) que recogía la subida progresiva del salario mínimo de convenio a 1.000 euros mensuales antes de finalizar su vigencia.
En lo institucional, afortunadamente, parece que las cosas empiezan a cambiar. Seguimos dado pasitos que, a todas luces, son insuficientes. En marzo de 2021, la Comisión Europa propuso una directiva para reforzar la aplicación del principio de igualdad retributiva entre hombres y mujeres. El documento incluye una serie de mecanismos de transparencia retributiva en los centros de trabajo, contempla sanciones para quienes las incumplan y mejora el acceso a la justicia a las víctimas de discriminación salarial. ¿Y en España? En España, en abril de 2021, entró en vigor el Real Decreto 902/2020 de Igualdad Retributiva entre hombres y mujeres, obligando a todas las empresas a tener un registro salarial de toda su plantilla, incluido el personal directivo y altos cargos. El objetivo: garantizar la transparencia y el derecho a la igualdad de trato y no discriminación entre hombres y mujeres en materia retributiva.
Pero esto sigue ocurriendo. Quien ostenta el poder y su situación de privilegio, no desea soltarlo, y se trata de superar una discriminación social, cultural y educativa, que soportamos desde niñas cuando se nos va otorgando el papel de cuidadoras a lo largo de toda nuestra vida. Hay que romper esas inercias culturales, desde nuestra propia cotidianeidad, solo así estaremos previniendo la infección.
Mientras, dado que queda mucho camino por recorrer, desde la negociación colectiva y la acción sindical trabajamos para poner coto a la mayor feminización de las jornadas parciales y de la contratación a tiempo parcial. Y empujamos para que se valoren los puestos de trabajo con perspectiva de género. O para frenar la masculinización de los complementos salariales e incrementar el empleo de calidad para las personas que cuidan. Está consensuado al margen de totalitarismos, que la igualdad es condición previa para la libertad. No debe pasar un solo día sin denunciar, diagnosticar y proponer medidas correctoras sobre la discriminación laboral, sobre la protección social, sobre la reproducción social –la crisis de los cuidados–, y las prioridades en la lucha por la autonomía económica de las mujeres. Ocurre que esa continúa, sigue siendo la base material para acabar con las desigualdades y discriminaciones sociales, culturales y políticas que impiden a las mujeres vivir con plena autonomía, en libertad y con derechos.
Eso a nivel primario. Pero en la piel de nuestra sociedad vemos una grieta mucho más profunda que nos aterra y por la que se nos escapan muchas vidas. Se aproxima el 8 de Marzo, una jornada internacional de movilización y reivindicación de las mujeres para reclamar igualdad de derechos y luchar por nuestra emancipación y seguridad. Su consolidación es acabar con la violencia en estado puro, estructural. Y lo contrario supone el mayor ataque a los derechos humanos y la expresión más brutal de las situaciones de discriminación.
Nos queremos libres e iguales. Porque hay muchas, demasiadas brechas. Lo contrario es una tragedia cotidiana.
Diplomada en Relaciones Laborales por la Universitat de València. Máster en Prevención de Riesgos Laborales (técnica superior en Ergonomía y Psicosociología) por la Universitat Politècnica de València. Máster en Género y Políticas de Igualdad por la Universidad Rey Juan Carlos I. Community Management por la Fundación UNED. Formadora Ocupacional por FOREM PV. Vinculada a CCOO desde 1996 de forma militante en la Secretaría de Juventud de CCOO PV. Se incorpora como miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO PV en el 8º Congreso como secretaria de Juventud del País Valencià. En el 9º Congreso asume la Secretaría de Comunicación y Política Lingüística en CCOO PV. En el 10º congreso se incorpora a la Dirección Confederal estatal de CCOO como secretaria de Movimientos y Redes Sociales. En el 11º Congreso es nombrada secretaria de Comunicación, cargo que mantiene actualmente en el 12º Congreso de CCOO.