Yolanda Díaz será la nueva vicepresidenta de Unidas Podemos y candidata ‘in péctore’ de la coalición en las próximas elecciones generales. Una candidata muy bien valorada -también entre los votantes del PSOE- que parece ensanchar las posibilidades electorales de la coalición y cuyo pulso con Nadia Calviño determinará la duración de la legislatura. Enfrentadas por el ‘desguace’ de la reforma laboral heredada de Mariano Rajoy, Díaz ya ha convocado a los agentes sociales para abordarla, tras meses de demora por la reticencia de Economía.
“No hay ninguna posibilidad de que renuncie a la cartera de Trabajo”. Así se expresaban en el sector morado de Gobierno cuando Pedro Sánchez había mostrado objeciones a que Yolanda Díaz ocupara la vicepresidencia segunda, con una cartera económica como Trabajo, por encima de la responsable de Asuntos Económicos del Gobierno, Nadia Calviño, en el organigrama gubernamental. No había ningún problema en renunciar a la vicepresidencia segunda, como así ha sido. Pero de abandonar Trabajo, ni hablar.
El aumento de las posibilidades electorales de UP con ella como candidata se ve aún más claro si se compara con las valoraciones que recibe Pablo Iglesias entre sus propios votantes y los del PSOE en el CIS. Iglesias tiene una nota del 6,1 entre los votantes morados y del 4,2 entre los socialistas. Díaz, un 7,3 entre los primeros y un 6 entre los segundos.
El Ministerio de Trabajo es el de mayor calado político que está en manos de Unidas Podemos y con el que Díaz se ha colocado como una de las grandes revelaciones del Ejecutivo de coalición. Es la tercera ministra mejor valorada en el CIS, sólo por detrás de Margarita Robles y la propia Calviño, las únicas que aprueban, y por los pelos. Pero el dato es aún más sorprendente entre los votantes del PSOE, porque en este grupo les pisa los talones a Robles y Calviño y empata con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Y, atención, recibe mejor nota que el número dos del partido y ministro de Transportes, José Luis Ábalos.
El aumento de las posibilidades electorales con ella como candidata se ve aún más claro si se compara con las valoraciones que recibe Pablo Iglesias entre sus propios votantes y los del PSOE en el CIS. Iglesias recibe una nota del 6,1 entre los votantes morados y del 4,2 entre los socialistas. Díaz, un 7,3 entre los primeros y un 6 entre los segundos.
En el puente de mando de Podemos asumen que, probablemente, Pedro Sánchez no querrá consumir la legislatura. Aunque el adelanto electoral que puede planear Sánchez, según explican estas fuentes, no es ni mucho menos inminente, porque primero tendría que completarse el calendario de vacunación y consolidarse la recuperación económica, para así llegar a las urnas mucho más reforzado. En cualquier caso, ellos ya están preparados con una candidata de garantías. Una candidata, por cierto, que no es de Podemos y que sólo tiene carné del PCE, ya que decidió abandonar IU el verano de 2019, cuando Iglesias defendió hasta el final la posibilidad de forjar un gobierno de coalición con el PSOE y se encontró enfrente con Alberto Garzón, que apostó por renunciar y firmar solo un acuerdo de gobierno para evitar la repetición electoral.
El pulso con Calviño, clave de la legislatura
Quizá no sea casualidad que Díaz haya convocado a los agentes sociales para negociar el ‘desguace’ de la reforma laboral justo después de que Calviño tuviera que dar su brazo a torcer en las ayudas directas a las empresas
Será Díaz quien herede también el pulso que Iglesias ha mantenido con Calviño, de cuya evolución dependerá buena parte de la duración de la legislatura. La ministra de Trabajo asume la vicepresidencia tras la derrota de la todavía vicepresidenta tercera en el decreto de las ayudas directas a las empresas, cuya cuantía ha sido muy superior a sus intenciones originales tras la intervención del propio Sánchez. Consciente de esa debilidad, que además la dejaba muy tocada simbólicamente si Díaz quedaba por encima de ella en el organigrama, Sánchez ha querido reforzarla alterando el orden de las vicepresidencias.
Quizá no sea casualidad que Díaz haya convocado a los agentes sociales para comenzar la negociación del ‘desguace’ de la reforma laboral de 2012 justo después de que Calviño se haya visto obligada a dar su brazo a torcer en las ayudas directas a las empresas. Las negociaciones habían arrancado antes de la proclamación del estado de alarma, hace un año. La pandemia dejó todo aparcado y Trabajo pretendía retomarlo en otoño. Pero la reactivación de la mesa de diálogo se fue demorando, mientras el equipo de Díaz empezaba a observar con inquietud cómo el departamento de Economía y Nadia Calviño parecen dibujarse como los interlocutores de la patronal. El líder de CEOE, Antonio Garamendi está en contacto con el equipo de Díaz y negocia con ellos, pero Calviño empezaba a colocarse como una segunda instancia a la que CEOE podía dirigir sus demandas.
Pero no fue sólo Trabajo quien se desesperó por el freno que llegaba por parte de la vicepresidencia de Asuntos Económicos. En febrero, CCOO y UGT decidieron poner pie en pared ante el retraso sine die de la modificación de la reforma laboral, especialmente en lo relacionado con devolver a la negociación colectiva y a los convenios el estatus que les arrebató la legislación heredada del gobierno de Mariano Rajoy. Eso es lo que recogía el acuerdo de gobierno y en lo que se había ya avanzado el pasado mes de marzo, justo antes del confinamiento.
Antes de que los sindicatos decidieran salir a la calle, la vicepresidenta Calviño, respaldada poco después por el presidente Pedro Sánchez, ponía el foco en el diálogo social: si no había acuerdo entre patronal y sindicatos, el Gobierno se inhibía. Fue lo que sucedió con el SMI -para enfado de Díaz, que subrayaba el agravio con pensionistas y empleados públicos, que han visto incrementado su remuneración en un 0,9%- y lo que algunos empezaban a temer que sucediera también con la reforma laboral.
De momento, Díaz se ha decidido a dar el paso de convocar a sindicatos y patronal y habrá que ver cómo evoluciona el diálogo. Si no hay acuerdo entre CCOO y UGT y CEOE, en la vicepresidencia segunda han dejado claro que tienen intención de legislar. Habrá que ver entonces si Calviño frena esa nueva legislación con la que no ha dado muestras de estar de acuerdo, con el riesgo de que los sindicatos terminen por enfrentarse abiertamente a un gobierno que no anda sobrado de apoyos.
En cualquier caso, en la parte morada del gobierno advierten de que si Moncloa y los ministros socialistas esperan que la salida de Iglesias facilite las negociaciones internas del Ejecutivo, auguran que “habrá un día en el que se acuerden de él”, porque quienes ahora asumen más protagonismo son rocosas y tenaces políticas como la propia Díaz o como Ione Belarra. Calviño y Ábalos, con quien Belarra está negociando la nueva Ley de vivienda, ya las han ‘sufrido’.