Los movimientos de Nadia Calviño por influir en la revisión de la reforma laboral no inquietan en Trabajo. Los colaboradores más estrechos de Yolanda Díaz se remiten al acuerdo de gobierno y al Plan Normativo del Ejecutivo, que recoge las líneas maestras planteada por ellos. Y aunque Calviño haya recibido algún guiño de Moncloa, Díaz confía en tener el apoyo del presidente en la batalla política que se avecina en las próximas semanas.
“Hay un acuerdo de gobierno firmado y se va a llevar a cabo”. Así de contundentes se muestran fuentes cercanas a la ministra Yolanda Díaz cuando se les cuestiona por la posibilidad de que la revisión de la reforma laboral del PP naufrague o quede descafeinada, como parece que busca la ministra de Economía, Nadia Calviño. El calendario que manejaba el Ministerio de Trabajo fijaba estas últimas semanas del año como la fecha en la que se abriría la ronda de negociaciones. Pero en estas fuentes explican que “no se ha empezado nada en serio porque primero, encima de la mesa, está por resolver la cuestión de los riders”. Cuando el marco jurídico para los trabajadores de estas plataformas digitales quede regulado, llegará la hora de la ‘contrarreforma’ laboral.
Y ante las dudas que puedan surgir por el alcance de esta contrarreforma, en el entorno de la ministra se remiten al acuerdo de gobierno suscrito hace un año y, sobre todo, al Plan Normativo para 2020, que la vicepresidenta Carmen Calvo presentó a principios de septiembre. El texto del plan recoge punto por punto las tesis con las que parte Trabajo. Así, afirma el objetivo de “recuperar el papel de los convenios colectivos, mediante la reforma de la estructura, el ámbito temporal y las condiciones de inaplicación de la negociación colectiva, así como los mecanismos de contratación y subcontratación empresarial”.
Calviño toma posiciones

“Calviño intenta marcar el paso, sí, pero en el terreno tecnocrático, nunca en el político”, explican fuentes cercanas a Díaz. Ese terreno, el político, está en manos de Trabajo y lo va a seguir estando. Según estas fuentes, la ministra de Economía va a intentar estar en el centro, pero cuando se quiera dar cuenta “se va a ver superada por una carambola a tres bandas” entre Trabajo, Moncloa y los agentes sociales. Calviño influirá, sí, como en toda negociación de calado, como pueden influir Seguridad Social o Moncloa, pero no va a ser determinante. Desde el lado morado del Gobierno aseguran que la ministra está intentando jugar a otro juego, “al de las cenas, las entrevistas en portada…”, pero eso ya no funciona, aseguran, porque “ha llegado la hora de la política”.
¿Y Moncloa? “Moncloa se ha enterado, Calviño no”, afirman estas fuentes. Existen dudas razonables acerca de la posición que pueda adoptar Moncloa en los próximos meses, a raíz de que El País revelara dos informes elaborados entre Economía y la Oficina Económica de Moncloa, en los que se apuesta por dar prioridad a los convenios de empresa sobre los sectoriales. Pero en Trabajo destacan que esto no supone que Moncloa –es decir, el presidente y, por supuesto, Iván Redondo- se alinee con Economía. Estas fuentes explican que el equipo de asesores que rodea al presidente y que lidera Redondo no se moja, que si le presiona la patronal hará algún gesto en su favor, pero que si lo hacen los sindicatos lo hará en el suyo. Y que, en este caso, ha atendido una iniciativa lanzada desde Economía que no les compromete a nada.
Del estatus de Díaz en el Gobierno, a pesar de los movimientos de Calviño, habla el hecho de que el consejo de ministros aprobara recientemente un subsidio extraordinario para los parados que agotaron sus prestaciones entre el 14 de marzo y el 30 de junio. La medida estaba en disputa desde el pasado mes de julio, bloqueada en buena medida por la vicepresidenta de Asuntos Económicos.
Por otro lado, en Trabajo y en la vicepresidencia de Derechos Sociales siempre han tenido claro que la patronal está dispuesta a asumir una posición negociadora dura, sí, pero constructiva. Señalan que, más allá de la hojarasca de declaraciones ruidosas que a veces pueda llegar desde CEOE, Antonio Garamendi tiene claro que este gobierno ha llegado para acometer reformas y no quiere quedarse al margen, quiere influir. Otra cosa es que Garamendi, como los líderes de los sindicatos, defienda sus posiciones y sea capaz de alargar las negociaciones hasta el último momento para conseguir un compromiso más favorable a sus intereses. Pero cuando arranque la negociación sobre la ‘contrarreforma’ laboral “la patronal se pega a la silla y no se baja de ahí”.
Calviño empieza a acumular desencuentros con sus otros compañeros del consejo de ministros, como apuntan algunas informaciones, no sólo con Díaz y la parte morada del Ejecutivo. Pero quizá es con la ministra de Trabajo y su equipo con la que las posiciones están más alejadas, entre otras cosas Díaz percibe los movimientos de la vicepresidenta de Asuntos Económicos como una invasión de competencias, por mucho que la llegada de los fondos europeos parezca reforzar su legitimidad, como se han preocupado de deslizar desde su departamento. Pero no hay vinculación, recuerdan en Trabajo, entre los fondos europeos y la implementación de reformas. La condicionalidad que si se puso en marcha en los rescates durante la crisis de 2010 no existe en esta ocasión. Menos argumentos para una Calviño que, a pesar de todo, dará la batalla.