
El Acento/ Inmaculada Sánchez
Cuando Ángel Gabilondo, el candidato del PSOE al 4-M, pronunció este miércoles en el debate de Telemadrid ese «Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones», el disputado escenario político madrileño volvió a dibujarse en dos colores. Esa simple frase cómplice, dirigida a quien días antes no podía ser compañero de viaje alguno -«con ese Iglesias, no», había dicho Gabilondo públicamente refiriéndose al exvicepresidente como posible socio de gobierno-, ha reubicado al PSM en el caladero del voto de izquierdas. Y, por extensión, ha certificado que el voto de centro por el que venía peleándose hasta ahora no existe, ni se le espera, en esta convocatoria electoral en Madrid.
El giro en la estrategia de campaña de los socialistas no le ha debido resultar fácil a Gabilondo, pero los datos de los sondeos venían empujando a él desde hace días. Mientras Más Madrid y Unidas Podemos subían en intención de voto, el PSM, que ganó, recordemos, las elecciones en 2019 y que tiene a su líder en La Moncloa, era el único del bloque de la izquierda que reducía sus expectativas.

Nadie, ni Gabilondo, se pelea ya en Madrid por los votos de centro. Edmundo Bal, al anunciar que su apoyo iría únicamente al PP, ha certificado la defunción del centro político. El 4-M se baten, más que nunca, derecha contra izquierda
Al otro lado del tablero, el PP, con su candidata estrella, seguía arrollando, Vox mantenía dificultosamente el tipo y Ciudadanos, el fortín que pretendía asaltar Gabilondo, se deshacía como un azucarillo a cada sondeo publicado. Los análisis demoscópicos añaden también el dato clave: la inmensa mayoría del voto naranja de 2019 se está trasladando con indisimulado entusiasmo al alegre bando ayusista.
La supuesta centralidad con la que nació el proyecto de Albert Rivera no sólo pasó a mejor vida cuando su fundador pretendió ocupar el sitio del Partido Popular. Su fracaso en tan elevado empeño desdibujó para siempre ese halo centrista con el que los naranjas sedujeron en tiempos a un cierto electorado desencantado de un PP ligado a la corrupción. Y no sólo eso: dejó ver, mucho más de lo que hubieran deseado sus dirigentes, que el espacio de Ciudadanos y de la mayoría de sus votantes estaba a la derecha, junto al PP.
En Madrid, además, es donde este perfil de votante se muestra más palmario. Si los mejores momentos de Cs se han vivido en Cataluña, donde arrebató numerosos fieles al PSC, que ahora Salvador Illa acaba de reconquistar el 14-F, en la Comunidad de Madrid, sin tensión independentista alguna que explotar, el PSOE nunca fue una fuente significativa del origen de sus apoyos, por mucho que algunos inspirados analistas lo repitieran.
Que su candidato Edmundo Bal haya optado por anunciar en campaña que su apoyo, caso de resultar decisivo, será únicamente para el PP no ha hecho más que certificar la defunción del centro político en estas disputadas elecciones madrileñas. Este 4-M, más que nunca, las izquierdas quieren izquierdas y las derechas, derechas.
El PSM de Gabilondo también lo ha detectado… 12 días antes de la cita con las urnas. Esperemos que no sea demasiado tarde.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.