El equipo de Iván Redondo no sólo se consolida sino que gana áreas de influencia, en detrimento de un PSOE que parece haber quedado ensombrecido por el sanchismo. Félix Bolaños y Paco Salazar, los dos principales colaboradores del jefe de gabinete del presidente -junto a Miguel Ángel Oliver en la secretaría de Estado de Comunicación-, aportan el pedigrí socialista que le falta al jefe de gabinete del presidente. Sin embargo, ambos operan desde Moncloa, no desde Ferraz, lo que da idea de cómo el poder se ha concentrado en torno a las personas más cercanas a Sánchez. Tanto, que parcelas y asuntos que antes se han gestionado desde el partido o desde los ministerios, ahora están cargo de Redondo, Bolaños y Salazar.
Más de uno levantó la ceja cuando se conoció que las negociaciones para la renovación del CGPJ las llevaban el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, y el número dos del PP, Teodoro García Egea. Y más cuando los contactos anteriores los habían llevado el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y el responsable de Justicia de los populares, Enrique López. No era alguien de Ferraz el que mantenía las conversaciones con el representante de Génova para renovar el órgano de gobierno de los jueces. Era una persona de Moncloa, del núcleo duro de Iván Redondo.
Redondo, Bolaños y Salazar estarán en los nuevos maitines del núcleo duro socialista. Una vez que Sánchez ha dado por finiquitados los de los lunes en Moncloa, las reuniones se mantendrán pero sin representantes de Unidas Podemos
Esta no ha sido la primera vez en los últimos días que Redondo y sus dos colaboradores directos, Bolaños y su director adjunto, Paco Salazar, sorprenden a propios y extraños con una aparición inesperada. Sucedió en la noche del 14-F, cuando los agradecimientos de Salvador Illa en la noche electoral estuvieron encabezados por el propio Redondo y por Salazar, lo que da una idea de hasta qué punto Moncloa se ha implicado en la campaña.
Además, esta semana, eldiario.es adelantaba que Redondo, Bolaños y Salazar estarán en los nuevos maitines del núcleo duro socialista. Una vez que Sánchez ha dado por finiquitados los maitines de los lunes en Moncloa -con presencia de los respectivos jefes de gabinete de Sánchez de Iglesias, Redondo y Juanma del Olmo, los portavoces parlamentarios de los socios de gobierno, Adriana Lastra y Pablo Echenique, y ministros como Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Irene Montero-, las reuniones se mantendrán pero sin representantes de Unidas Podemos y en Ferraz, antes de la reunión de Ejecutiva del partido.
En las filas socialistas, muchos no se olvidan de dónde viene Redondo. Tienen muy presente que este donostiarra de 38 años comenzó colaborando con Antonio Basagoiti en su etapa al frente del PP vasco, que llevó a la alcaldía de Badalona a Xavier García Albiol –en esa polémica y recordada campaña que vinculaba la delincuencia a inmigración- y que consiguió que José Antonio Monago arrebatara a los socialistas la presidencia de Extremadura en 2011. Por no hablar de la buena relación que mantuvo con Pablo Iglesias a finales de 2015 y principios de 2016, cuando los morados peleaban por sorpassar al PSOE. Sin embargo, esa crítica no cabe con ni con Bolaños ni con Salazar, dos socialistas con pedigrí que, además, se han labrado su trayectoria en las bases del partido, sin conexión previa con la élite socialista.
Bolaños, el ‘arquitecto’ del Gobierno de coalición
Félix Bolaños ganó relevancia pública al ser uno de los tres representantes del Gobierno en la exhumación de Franco. Allí estuvo ese día de octubre de 2019, junto a la todavía ministra de Justicia -y hoy Fiscal General del Estado-, Dolores Delgado, y el subsecretario del Ministerio de Presidencia, Antonio Hidalgo. Él fue quien supervisó toda la operación, diseñando el despliegue logístico y lidiando con la familia Franco, que terminó llevando una bandera de la dictadura que Bolaños consiguió mantener fuera del templo.
No hay que perder de vista que Bolaños es de los pocos socialistas que acompañan a Sánchez desde su primera etapa al frente de la secretaría general del PSOE
Con actuaciones como esta, Bolaños se ha forjado una sólida reputación de eficacia desde que entrara a formar parte del equipo de Sánchez, ya en las primarias de 2014. Militante de la agrupación de Latina, en Madrid, este abogado laboralista de 44 años, letrado del Banco de España -donde ocupó el cargo de jefe de la División jurídica laboral-, jugó un papel clave en las negociaciones para la formación de gobierno. Fue él quien recibió, de manos del presidente, el encargo de negociar el organigrama del gobierno de coalición, en contacto directo con la ahora secretaria de Estado de Agenda 2030, Ione Belarra. Y es que este año se le han acumulado los encargos delicados. Su labor también fue clave en el diseño de los decretos del estado de alarma; a la hora de negociar los Presupuestos Generales del Estado, también recayó en Bolaños la responsabilidad de mantener abiertos los canales de comunicación con la dirección de Ciudadanos, la opción preferida en Moncloa y que terminó naufragando.
No hay que perder de vista que Bolaños es de los pocos socialistas que acompañan a Sánchez desde su primera etapa al frente de la secretaría general del PSOE. Antes del infausto Comité Federal de octubre de 2016, Bolaños estaba al frente de la Comisión Federal de Ética y Garantías y, a diferencia de la inmensa mayoría de sus principales colaboradores en ese momento, como el secretario de Organización, César Luena, y el portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, participó activamente en el segundo asalto sanchista al liderazgo del partido. Ya en 2017, coordinó la elaboración del nuevo Reglamento Federal de Desarrollo de los Estatutos del PSOE, y, justo antes de su desembarco en Moncloa, fue secretario de la Fundación Pablo Iglesias.
En el organigrama de Moncloa surgido hace un año, el secretario general de Presidencia ganó brillo como número dos de Redondo en el Comité de Dirección, donde han articulado un tándem que “funciona bien”, según fuentes socialistas cercanas, y en el que Bolaños aporta ese pedigrí socialista a la maquinaria presidencial.
Salazar, el cicerone de Redondo en el PSOE

Si la opinión general del partido sobre Iván Redondo ha virado en los últimos tiempos, en buena medida se debe a Paco Salazar. Él fue el encargado de ir abriéndole puertas a Redondo en el PSOE, poniéndole en contacto con unos y otros y allanando el terreno para un desembarco que, en un primer momento, no se recibió de buen grado. Tan buena ha sido la química entre los dos que Salazar ha ascendido en el organigrama de Moncloa en esta segunda legislatura de Sánchez. Tras la moción de censura ingresó en el equipo monclovita como responsable de Análisis y Estudios y ahora ejerce como mano derecha de Redondo en calidad de director adjunto del gabinete del presidente.
Salazar estuvo en el núcleo duro que impulsó a Sánchez en su regreso a la secretaría general del partido, junto a José Luis Ábalos, Adriana Lastra o Santos Cerdán. Salazar fue el principal organizador de los islotes sanchistas en el mar susanista que es -o era, lo averiguaremos en un año, a más tardar, cuando tenga lugar su congreso- el PSOE de Andalucía. Fue de las personas que más ayudó a poner en marcha la campaña de las primarias en esa comunidad en colaboración con Cerdán, el ahora número dos de Ábalos en la secretaría de Organización.
Tras la victoria de Sánchez en las primarias fue nombrado secretario ejecutivo de Acción Electoral, un cargo de fontanería que luego ha ejercido en Moncloa. Aunque no siempre ha trabajado entre bambalinas. Este Ingeniero Técnico Agrícola y licenciado en Ciencias Políticas fue alcalde de la localidad sevillana de Montellano, donde nació en 1968, y comisario para la Memoria Histórica en la Junta de Andalucía en 2008 y 2009.
Su opinión va a ser clave a la hora de plantear batalla en el congreso que el PSOE de Andalucía debe celebrar a finales de este año o principios del que viene. Pocas personas del núcleo duro del sanchismo tienen mayor conocimiento del partido en esa comunidad, y su criterio pesará a la hora de plantear una alternativa al liderazgo de Susana Díaz. La expresidenta de la Junta quiere seguir y volver a ser candidata -a pesar de que ha tenido ofertas para ocupar cargos relevantes en el Gobierno y en las instituciones del Estado- pero en la dirección del partido están preocupados con unas encuestas que apuntan a una consolidación del PP de Juanma Moreno.
Oliver, al frente de la comunicación
Así como Redondo es probablemente el jefe de gabinete presidencial más célebre hasta ahora, Miguel Ángel Oliver se ha colocado como el secretario de Estado de Comunicación con más impacto público, sólo por detrás de un Miguel Ángel Rodríguez que también era el portavoz del Gobierno de José María Aznar. Este discípulo de Iñaki Gabilondo en la Ser -que sonó para ‘heredar’ el Hoy por Hoy tras su retirada- y conductor de Noticias Cuatro durante largos años, fue el fichaje mediático que buscó Sánchez tras su llegada a Moncloa para hacerse cargo de la comunicación, en detrimento de Maritcha Ruiz, la periodista y compañera de partido que ejerció como tal durante sus distintas etapas en la secretaría general, y a la que prefirió encomendar la dirección de comunicación del PSOE.
Prueba de la confianza del presidente en Oliver es que salió reforzado en la nueva legislatura. La secretaría de Estado que pilota ganó tres nuevos departamentos, los de Información Autonómica, Información Económica e Información Digital, que se suman a los de Información Nacional e Internacional
En un gesto inédito, enmarcado en el escenario provocado por la pandemia, Oliver abandonó el segundo plano que ha solido caracterizar a sus predecesores para convertirse en protagonista de las ruedas de prensa de Moncloa. Un protagonismo que le ha provocado fuertes encontronazos con sus compañeros. Alcanzaron su punto álgido en abril, cuando más de 300 periodistas suscribían un manifiesto, titulado #LaLibertaddePreguntar, en el que denunciaban la imposibilidad de preguntar directamente al presidente del Gobierno y al resto de comparecientes, teniendo que pasar por el filtro de Oliver, que era quien seleccionaba las preguntas y las formulaba. Con el paso de los días, Oliver terminó por reaccionar y solventó el problema, permitiendo a los periodistas formular las preguntas directamente, de viva voz.
Mucho más rápido consiguió desactivar la otra gran polémica que ha vivido su secretaría de Estado en los últimos meses: la de la orden ministerial que establecía, el pasado mes de noviembre, un mecanismo para “monitorizar y detener” de forma temprana las campañas de desinformación y que, como principal novedad, introduce una Comisión Permanente contra la Desinformación, liderada por el propio Oliver, e integrada en la estructura monclovita que trabaja a las órdenes de Redondo. El texto no establecía sanciones, ni ningún tipo de prohibición, limitaciones o recomendaciones. Ni siquiera tenía rango legal, como orden ministerial que era. Era simplemente un plan de organización, pero unas confusas explicaciones de la ministra de Asuntos Exteriores sirvieron para que el asunto ganara notoriedad y más de uno se rasgara las vestiduras con la supuesta mordaza que el Gobierno quería imponer a los medios.
Esa misma semana, Moncloa convocó un briefing para explicar la cuestión, en el que se transmitió una idea fundamental en la gestión de Oliver, la de ‘seducir’ a los medios como mejor herramienta para que las posiciones y la agenda del Gobierno encuentren eco. En esa cita se dejó claro que el nuevo mecanismo en ningún caso iba en contra de los medios, porque de lo que se trata es justo de lo contrario, de conseguir su complicidad para neutralizar estas campañas de desinformación masiva. “¿Cómo se desmonta una campaña?” Se preguntaban los representantes monclovitas en este briefing: “Buscando el apoyo de los medios de comunicación”, porque “no hay forma humana de que se pueda emplear este procedimiento para otra cosa. Estamos hablando de seguridad nacional. Las campañas de desinformación se combaten con campañas de comunicación”.
Prueba de la confianza del presidente en Oliver es que salió reforzado en la nueva legislatura. La secretaría de Estado que pilota ganó tres nuevos departamentos, los de Información Autonómica, Información Económica e Información Digital, que se suman a los de Información Nacional e Internacional. A pesar de que en el organigrama de Moncloa, Oliver depende directamente del presidente, el secretario de Estado opera bajo las órdenes de Redondo en el marco del Comité de Dirección de la Presidencia del Gobierno creado esta legislatura.
Las acciones de Redondo y su equipo cotizan mejor que nunca y casi nadie se acuerda ya del enfado en la noche electoral de noviembre de 2019, cuando muchos dedos le señalaban como el principal responsable de una repetición electoral sumamente decepcionante. Ahora nadie quiere llevarse mal con él, ni siquiera los que en el partido les hubiera gustado verlo fuera de Moncloa.