
Sergi Miquel
Esta semana ha sido noticia el vídeo que una enfermera del Hospital Clínic de Barcelona ha colgado en sus redes sociales criticando la necesidad de tener el nivel C1 de lengua catalana para poder opositar. “El C1 de catalán se lo va a sacar mi madre”, decía la chica.
El problema no es este caso concreto, ni otro que pueda salir mañana. El problema es justamente la sensación cada vez más generalizada de que el catalán es un estorbo. Algunos apelando a las barreras que supone el requisito de conocer la lengua propia, y otros atacando la lengua para reivindicar su españolidad.

Tenemos que convencer a los trabajadores públicos catalanes de que es importante para mucha gente que ellos tengan conocimiento de la lengua si quieren hacer bien su trabajo
Esta premisa de que en un mundo globalizado debemos tirar por lo práctico, aunque esto suponga pisotear la lengua y los rasgos culturales que nos separan, es falsa. La globalización tiene que ir acompañada de medidas que permitan que la riqueza cultural y la diversidad puedan sobrevivir.
Sólo la política puede luchar contra esta idea y tiene instrumentos para hacerlo. Seguramente las campañas de uso de la lengua sirvan para poco más que para tranquilizar nuestras conciencias, y debamos pasar a la acción de forma creativa si queremos garantizar el futuro de la lengua. Han aparecido recientemente influencers y podcasts que, utilizando un catalán más cercano a los jóvenes, han conseguido cosas que parecían imposibles. A menudo, uno viendo alguna película doblada al catalán no se reconoce en ese lenguaje impoluto más de laboratorio que de calle.
Detecto dos posibles vías que pueden acompañarnos en este proceso de expansión y mejora de la imagen de nuestra lengua.
Seguramente es necesario impulsar unas políticas públicas que hagan que la lengua catalana sea más sexy. Hace años que el doblaje de películas, especialmente de aquellas orientadas a niños, va cogiendo fuerza. Sin embargo, las películas dobladas al catalán no son las más vistas en nuestros salas de cine o plataformas. Hay que seguir trabajando en esta línea e impulsar, por ejemplo, la traducción de libros de todos los ámbitos a la lengua catalana o la creación de nuevos referentes jóvenes que ayuden a dar una imagen de renovación.
En segundo lugar, el uso de la tecnología puede ser un elemento clave para garantizar el futuro de la lengua. El uso de traductores simultáneos y otras herramientas puede facilitar la extensión de la lengua y aquí tenemos que ser valientes.
Ninguna de estas dos vías puede excusar el conocimiento de la lengua catalana por parte de los trabajadores públicos catalanes, pero tenemos que convencerlos de que es importante para mucha gente que ellos tengan conocimiento de la lengua si quieren hacer bien su trabajo.
Sergi Miquel Valentí (1989, Llagostera, Girona). Graduado en Diseño de Producto en la escuela ELISAVA de Barcelona y Bachelor of Art and Design de la Universidad de Southampton y Máster en Teoría y Crítica de la Cultura por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha participado de diferentes organizaciones y entidades culturales siendo hoy socio de ADI-FAD y Omnium Cultural, entre otras. Diputado en el Congreso por PDeCAT.