
Juantxo López de Uralde
La Cumbre del Clima (COP27), que se ha desarrollado en Egipto, tenía tres objetivos fundamentales: en primer lugar, en lo relativo a la relativo a la mitigación: esta Cumbre tenía el objetivo fundamental de la aplicación del Acuerdo de París, el mantenimiento del objetivo de no sobrepasar los 1,5ºC de aumento de las temperaturas medias y la conversión de las negociaciones en acciones concretas.
El segundo objetivo era el desarrollo de un mecanismo para hacer frente a las pérdidas y daños consecuencia de eventos climáticos extremos en países desfavorecidos.
El tercero, consolidar el compromiso de eliminación de los combustibles fósiles.

Muchas de las grandes potencias productoras de petróleo se resisten a abordar el artículo 2.1c del Acuerdo de París que establece la necesidad de cambiar los flujos financieros de los fósiles a las energías renovables
Finalmente, los resultados han tenido luces y sombras. Se ha avanzado en algunos puntos, mientras que en especial en lo relativo al compromiso de eliminación de los combustibles fósiles no ha habido avances. Podríamos pensar que el resultado ha sido un empate, pero en términos de cambio climático no avanzar no puede dejarnos satisfechos.
Ambición
La COP27 se celebraba en un contexto de falta de ambición para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, debido al impacto sobre el precio del gas de la guerra en Ucrania. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), las emisiones de CO2 deben reducirse un 45% para 2030, en comparación con los niveles de 2010, para cumplir el objetivo central del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados para finales de este siglo. Esto es crucial para evitar los peores impactos del cambio climático, como sequías, olas de calor y lluvias más frecuentes y severas.
La falta de acuerdo sobre el mantenimiento de ese objetivo de 1,5º C estuvo a punto de romper la Cumbre, al amenazar la UE con abandonarla si no se mantenía ese objetivo. Finalmente se ha mantenido, y es un éxito. Alcanzar ese objetivo pasa necesariamente por un ambicioso plan global para reducir las emisiones, mucho más intenso que los compromisos actuales.
Para Ecologistas en Acción también resulta preocupante la incapacidad de los países para acordar una desinversión efectiva de los combustibles fósiles. Muchas de las grandes potencias productoras de petróleo se resisten a abordar el artículo 2.1c del Acuerdo de París que establece la necesidad de cambiar los flujos financieros de los fósiles a las energías renovables
Mecanismo de pérdidas y daños
También se consiguió el objetivo de alcanzar un acuerdo sobre cómo hacer frente a las pérdidas y daños. El mecanismo de pérdidas y daños consistirá finalmente en la creación de un fondo destinado a países más desfavorecidos para hacer frente a las pérdidas económicas (como tierras o viviendas) así como las no económicas (pérdidas culturales, de saberes o de biodiversidad, entre otras), causadas por eventos catastróficos vinculados al cambio climático.
Sin embargo, en esto todo queda por desarrollar. ¿Cómo será ese fondo? ¿Qué criterios deben seguirse para optar a las ayudas? ¿Quién y cuánto deben aportar? Todas estas cuestiones están por dilucidar. Por tanto, el acuerdo está por desarrollar en lo fundamental, lo cual puede retrasar su puesta en marcha.
Por otro lado, los países del Norte global han llegado a esta COP27 con una promesa no cumplida en temas de adaptación: el fondo de 100.000 millones de dólares por año para cumplir con sus compromisos financieros con el Sur. La pasada cumbre de Glasgow fue el año que más se recaudó y aun así sólo se llegó a los 83.000 millones, una cifra insuficiente que aumenta la desconfianza a que se cumplan las promesas acordadas.
Eliminación de los combustibles fósiles
Entre los 35.000 asistentes registrados para participar en esta cita, los activistas han localizado esas 636 personas que están “directamente afiliadas a corporaciones de combustibles fósiles, incluidas Shell, Chevron y BP” o que acuden como “miembros de delegaciones que actúan en nombre de la industria de los combustibles fósiles”. Este dato debe ser tenido en consideración para entender por qué se avanza tan despacio en este proceso. El papel de los ‘lobbies’ de los combustibles fósiles ha sido decisivo para explicar muchas cosas: el negacionismo, los retrasos, la lentitud de los avances… No es la única causa, pero sin duda su influencia es importante.
En Glasgow (COP26) ya se adoptó el compromiso de reducir progresivamente el consumo de carbón. Quedaba pendiente ampliar ese compromiso al gas y el petróleo. Sin embargo, en el acuerdo final de la COP27 se eludió hacer una referencia explícita a estos combustibles fósiles, lo cual ha sido un jarro de agua fría para quienes esperábamos una mayor ambición.
En definitiva, una Cumbre que acabó en tablas, en la que quien pierde es el clima, porque ante la grave emergencia climática, todo lo que no es un avance es una derrota.
Juantxo López de Uralde (Donosti, 1963), diputado de Unidas Podemos, ha dedicado toda su vida a la defensa de la Naturaleza y al activismo ecologista. Ha navegado en los barcos de Greenpeace (organización de la que fue director entre 2001 y 2010) y ha participado en sus campañas más conocidas. En 2010 fundó el partido político EQUO, del que fue su coportavoz. En las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, salió elegido diputado por la provincia de Araba. Tras la repetición electoral del 26 de junio de 2016, y nuevamente tras las elecciones del 28 de abril de 2019 y en las del 10 de noviembre, sigue desempeñando su trabajo desde el Congreso, como diputado en el Grupo Parlamentario Unidas Podemos.