Exceltur ha hecho público su informe ‘Valoración turística empresarial de 2020 y perspectivas para 2021’, en el que recoge un escenario nada halagüeño para el sector. Según sus datos, la actividad del turismo en España ha caído un 69% respecto a los niveles máximos de 2019. Pero además, para este año que acaba de comenzar, la previsión es que todavía se quede un 37% por debajo de los niveles preCovid. El Siglo reproduce a continuación algunos de los fragmentos más relevantes de documento.
El año 2020 cierra con un desplome turístico sin precedentes. La actividad (directa + indirecta = PIB turístico) cae 106 mil millones de euros, un -69% respecto a los niveles máximos de 2019. Sitúa en el 4,3%, el peso del turismo sobre el conjunto de la economía española, versus el 12,4% que representó en 2019.
Las distintas restricciones a la movilidad y a la concentración/interactividad social de personas para controlar el COVID han paralizado durante la mayor parte de 2020 (II y IV trimestre casi al completo) la actividad turística. Ello ha afectado tanto la llegada de los turistas extranjeros, como a los viajes de los españoles dentro y fuera del territorio español, hasta poner en peligro la supervivencia y empleo de una parte cada día más relevante del tejido turístico. Tras un positivo inicio de 2020, el confinamiento decretado el 14 de marzo en todo el territorio español supuso la paralización total de las ventas de las empresas turísticas, con una caída cercana al 100% (98%) hasta junio.
La llamada “desescalada” decretada por el Gobierno de España el 22 de junio, permitió una limitada reactivación de la actividad turística interna coincidente con el inicio del verano. Hasta mediados de agosto, la actividad se vio limitada por la elevada inseguridad sanitaria y económica y el predominio de viajes de los españoles de un escaso impacto en la industria (vehículo propio, casas de familiares y amigos o en alquiler y escaso consumo de opciones de ocio), con descensos en torno al 67%. Desde agosto la multiplicación de restricciones por parte de varios países elevó las caídas al-73,6% en septiembre.
El desplome de actividad eleva los empleos turísticos afectados hasta los 728.000 al cierre de 2020, 435.000 en ERTE y 293.000 por perdida de empleo
Desde octubre, la perimetralizacion y fijación de limitaciones a la movilidad interna de los españoles y de los viajes hacia fuera de sus países, por la mayor parte de mercados emisores incluido el nuestro, junto con la imposición desde el 23 de noviembre de pruebas PCR a la entrada en España, que por su coste se han revelado como muy disuasorias para la movilidad, han dado la puntilla a un año dramático para las empresas turísticas operando en nuestro país. Estos factores elevaron las caídas en sus ventas hasta el-81%, colocando en una situación extrema su supervivencia, a falta de un sólido plan de apoyo y rescate por parte del Gobierno de España, homologable al de otros países UE.
La situación laboral de los trabajadores turísticos ha estado sometida a un parón, a la vez que a una continua incertidumbre por la falta de actividad, que ha llevado a una parte relevante de empresas a acudir a la protección de los ERTE ya la no contratación o despido en relación con la situación de 2019. En total a cierre de diciembre con datos de la Seguridad Social, en España hay 728 mil afiliados de ramas turísticas afectados por la inexistencia de actividad, 435 mil todavía manteniendo su empleo y 293 mil que han sido despedidos o no han sido contratado en relación a diciembre de 2019.
El impacto de la falta de actividad sobre el empleo se ha agravado por una serie de factores que ha hecho de la gestión del personal un tema crucial del sector a lo largo de 2020. Los más relevantes:
-Los retrasos en la gestión y tramitación de los ERTE y los pagos de las compensaciones a los trabajadores por parte de las distintas administraciones involucradas, lo que ha obligado a numerosas empresas a adelantar dichos pagos, mientras podían cobrar sus deudas.
-La injustificada incertidumbre por las tardías extensiones y el esquema final de aplicación a las empresas del sector, tanto en junio como en septiembre, que esperemos no se produzca en enero.
-La necesaria flexibilidad y complicación en la gestión del personal por la multiplicación de aperturas y cierres, derivado de las diferentes decisiones administrativas de restricción de la movilidad y uso de las instalaciones turísticas.
-La asunción de la necesidad de ajustar las plantillas a una menor demanda estructural a medio plazo, lo que ha hecho que un número creciente de empresas no se acojan a las exoneraciones de los ERTE.
A pesar de experimentar un menor ajuste en términos de empleo que de actividad, las ramas turísticas han reflejado a lo largo de 2020 un fuerte impacto en la caída del empleo, muy por encima del resto de los grandes sectores de la economía española.
Las ramas de actividad cuyas ventas dependen casi en exclusiva de la existencia de turismo interno y externo han cerrado el año con nivel es de empleo muy por debajo de 2019 (Alojamiento -62,1%, entre ERTEs y menor afiliación, –52,7% y transporte aéreo-49%). Toda ellas en una situación claramente diferencial respecto al impacto sobre el empleo en otros subsectores como la restauración o el ocio, así como en el resto de los grandes sectores de la economía española (industria textil: -13%, industria manufacturera: -5%, comercio: -4%, industria automoción: -4% o la construcción: 0%). Como consecuencia de ello, las ramas turísticas concentran en diciembre el 85% de la caída interanual de los afiliados y el 56% los afectados por ERTE.
La demanda extranjera sufre un desplome sin precedentes
La demanda extranjera acaba 2020 con un descenso del -78% en llegada de turistas extranjeros y en sus ingresos que revierten a España, tras registrar el peor año de la historia reciente, con niveles, según datos del Banco de España. El desplome de la demanda extranjera hacia España en 2020 se ha debido a una serie de factores que, no solo se han derivado de las necesarias medidas adoptadas de control sanitario, sino de la escasa sensibilidad institucional, sobre el impacto y la comunicación de dichas medidas sobre los flujos turísticos internos y de fuera de España. Las medidas sanitarias para el control de virus han supuesto la concatenación a lo largo de los meses (por este orden) de cierre de fronteras, el establecimiento de cuarentenas o la necesidad de tests (exclusivamente PCR versus otras pruebas/tests de antígenos) que han impedido, o desalentado los viajes de los extranjeros hacia España.
La falta de una adecuada estrategia de comunicación en los principales mercados, trasladando de manera fluida los múltiples esfuerzos y avances de contención de COVID por territorios, ha acentuado la imagen negativa de la pandemia (especialmente en la primera ola), afectando a la imagen de España y a la confianza de los viajeros hacia nuestros destinos. El anuncio y aplicación del requerimiento de PCR para entrar en España a partir del 23 noviembre (en vez de otras pruebas más asequibles) ha acabado de cercenar las opciones de recuperar la temporada en Canarias.
La falta de un apoyo más explícito a los operadores aéreos con campañas de comarketing y una más sustancial bajada de tasas/costes operativos en aeropuertos ha limitado en momentos puntuales de cierta apertura de los mercados (en verano) el mayor aprovechamiento de captación de demanda.
La demanda española, sin capacidad de compensar las caídas
La demanda turística de los españoles por España se estima cierre con caídas del -50% respecto de 2019 en un contexto marcado por las restricciones a la movilidad y a la interacción social de personas impuestas por el Gobierno de España y las distintas administraciones. Incluso en los meses donde se ha permitido la plena movilidad (como en verano), la demanda ha sufrido caídas muy relevantes por la multiplicación de factores en contra del disfrute de los viajes.
Las medidas de restricción de la movilidad han supuesto una limitación para los viajes de los españoles, tanto dentro como hacia fuera de España. El confinamiento inicial y las distintas limitaciones impuestas por las comunidades en el último trimestre, han provocado una fuerte caída de todos los indicadores de demanda de los españoles.
El menor nivel de renta y consumo por el impacto sobre el empleo de la pandemia y la multiplicación de decisiones de ahorro, ante una duración prolongada de la misma y los pesimistas escenarios de recuperación, han detraído el consumo en viajes y turismo.
Una tendencia a viajar por entornos controlados y de proximidad (vehículo propio, alojamiento no compartido, reducido consumo de fórmulas de ocio o restauración), ha supuesto que las decisiones de los españoles, en los momentos que han podido viajar, hayan tenido un bajo impacto en ventas de las empresas de toda la cadena de valor. Todo ello, a pesar del compromiso en términos de inversión en protocolos, equipamientos y formación, que han tenido todas ellas para garantizar altos niveles de seguridad sanitaria, hasta el punto que no ha habido apenas casos de contagios en instalaciones turísticas.
2021, plagado de incertidumbres
Dentro de la aspiración y deseos que el año 2021 haga olvidar el año 2020 y se logren los primeros indicios de reactivación, que apunten a la deseable tendencia de recuperación de la actividad turística, hoy en día aún persiste una elevada incertidumbre sobre aspectos clave que van a marcar el timing y la intensidad de esa reactivación. De hecho, las perspectivas empresariales al día de hoy, revelan una enorme falta de visibilidad a corto plazo (el 30% de los empresarios encuestados en las últimas semanas de diciembre 2020 y primeras de enero 2021 no sentían disponer de información y la confianza mínima para hacer previsiones de actividad en los próximos meses). Los factores más relevantes se resumen en:
-La paralización de la actividad en el inicio del año afectada por la tercera ola de la pandemia en Europa, con el 85,9% de la demanda turística de España bloqueada por las medidas administrativas (confinamientos, cuarentenas, cierres perimetrales…), agravado en parte de la península por los estragos causados por la tormenta “Filomena”.
-Las incertidumbres sobre el aún lento ritmo de vacunación, la eficacia de la vacuna ante posibles mutaciones del virus y el momento de poderse lograr la inmunidad colectiva. Existe poca visibilidad sobre los calendarios previstos de los procesos de vacunación en los principales mercados emisores de turistas hacia España y la capacidad de ejecución de los mismos, tras los retrasos acumulados en las primeras semanas del año.
-La mayor o menor severidad y armonización de las decisiones administrativas, que rijan tanto la movilidad interregional en España, como la internacional, durante las presentes y posibles nuevas olas hasta lograr la inmunidad total. En síntesis, el alcance, consensos y fijación de todas las normativas y protocolos únicos que faciliten y agilicen los flujos de personas (antígenos, pasaporte sanitario, certificado de vacunación…).
-El ritmo de recuperación económica, los menores niveles de empleo y disponibilidad de renta de las familias para viajar, que condicionarán la activación de la demanda durante el año 2021. Estos mismos condicionantes serán lo que impacten principalmente al mercado británico, tras el acuerdo alcanzado con la UE el 24 de diciembre de 2020.
-La mayor o menor capacidad de supervivencia empresarial y la potencia de las iniciativas para despertar y atraer a una demanda embalsada de “temporada” y “cautiva”, aún muy vinculada a las campañas de descuentos y reducciones de precios (la tarifa media hotelera cayó un -19,5% y el -10,5% en el transporte aéreo, en los meses de reapertura de 2020 según el INE). Asimismo dependerá, de la capacidad de reestablecer la conectividad y la capacidad de la oferta turística abierta (a cierre de 2020 el 50% de la planta hotelera estaba cerrada y las plazas aéreas para los dos primeros meses del año se situaban un -66,5% por debajo que en el mismo período de 2020).
Los resultados de la Encuesta de Confianza de Exceltur a más de 2.000 unidades de negocio turístico de toda España, cerrada el 7/01/2021, revelan una intensa carencia de expectativas a corto y anticipan elevadas incertidumbres del cuando se pueda reiniciar la actividad turística de manera consistente en el año 2021.
En momentos donde repunta con intensidad la pandemia en Europa y América, faltos de certezas sobre su control sanitario y de medidas administrativas que pudieran reactivar la demanda turística, está en juego la supervivencia de muchas empresas turísticas españolas viables, tras 10 meses de mínima o nula facturación en 2020 y un primer semestre de 2021 sin visibilidad y sin aún, ningún plan de rescate sólido, con ayudas directas que asegure su continuidad.
Los empresarios hoy descuentan que el año 2021 cerrará con caídas del -45,0% en sus ventas frente a los de 2019, en un contexto de mayor acumulación de pérdidas en los próximos meses de actividad marginal que se avecinan. En este punto, se acentúa la cada día más generalizada convicción, sobre la imperiosa necesidad de inyección directa de liquidez a las empresas viables, como única medida de evitar la destrucción de parte de la cadena de valor turística española, especialmente PYMES.
Las estimaciones al día de hoy para el cierre de 2021 anticipan que el PIB turístico español (actividad directa + indirecta) puede alcanzar a cierre de 2021 niveles de actividad de 96.369 millones de euros. Es decir, 48 mil millones por encima de los registrados en 2020, si bien un -37,6% aún por debajo de los 154.487millones de euros de actividad turística de 2019, antes de la pandemia.
Las más esperanzadoras, pero aún inciertas y desfavorables expectativas empresariales que hoy se vislumbran para el cierre de 2021, por la falta de visibilidad sobre una reactivación consistente del sector, junto a la elevada incertidumbre sobre los tiempos y eficacia del proceso de vacunación y la implantación de unas medidas administrativas homogéneas a nivel internacional, que rijan la movilidad y distanciamiento social ante la tercera ola en Europa de la Covid-19, arrojan una estimación de actividad (PIB Turístico) de 96.369 millones de euros para el conjunto del 2021. Ello supondría recuperar 48 mil millones de € de los 106 mil de caída en el año 2020. De ahí que el peso del turismo en la economía española a cierre del año 2021 sería del 8,2%, es decir3,9 puntos porcentuales por encima del peso con que cerró el año 2020, y aún inferior al 12,4% de 2019, según el INE.
Esta estimación que aún supone -58.118 millones de € inferior a los niveles pre-covid-19 (-37,6% vs 2019) podría aún mejorar, según discurra en el año, el control de la pandemia tanto en España como en la UE y UK, ya que cada día parece más evidente la existencia de una demanda turística embalsada, sujeta a que se recupere la confianza en viajar y a destrabarse las restricciones generalizadas a la movilidad, que hoy están vigentes.
En enero de 2021 y a pesar del inicio del proceso de vacunación, la mayoría de empresarios turísticos (74%), anticipan no antes de la segunda mitad de 2022 o posterior, la total recuperación de ventas de 2019. Ello de poder sortear con ayudas directas adecuadas (no más endeudamiento) la creciente agonía en su liquidez y acelerada perdida de solvencia, que ese alargamiento del plazo les supondría.