¡Vaya Gente! / Mara del Prado
La prensa del corazón llora la muerte de Alex Lequio que, a los 27 años, ha fallecido a causa del cáncer contra el que luchó durante dos años de tratamientos y tras una fatal recaída.
El hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio, aquel niño travieso que mordía las espumas de los micrófonos que rodeaban a su famosa madre en la época de su mayor esplendor mediático, se convirtió en un chico simpático que reconcilió a sus padres y consiguió, demasiado tarde para ellos, entablar relación fraternal con Clemente Lequio y poner fin a la guerra entre su madre y la de su hermanastro, Antonia Dell’Atte.
Andaba emprendiendo con una empresa de marketing cuando, en 2018, la fatal enfermedad se cruzó en su vida y en la de sus padres, desaparecidos desde entonces del cuore para dedicarse a cuidar de su hijo.
Hacía unos meses que le diagnosticaron el cáncer cuando conoció a Carolina Monje. Ella, su novia, ha sido con Alessandro Lequio y Ana Obregón una de las tres personas que pudieron asistir a su entierro en Madrid. Porque el Covid-19 lo ha arrasado todo; también el necesario duelo que se ha de transitar tras perder a un ser querido.
Acompañados por un reducido grupo de familiares e íntimos en el tanatorio de La Paz, los tres acompañaron el féretro para darle su último adiós, una imagen desgarradora que nunca debería haberse producido.
Ni siquiera la edad es un consuelo. Tampoco la reina Sofía ha podido despedirse de su primo hermano Pablo Brandam, que falleció el pasado 9 de mayo en su casa de Londres, a los 72 años. Cuenta Semana que esta triste pérdida supone un duro varapalo para la madre de Felipe VI, que mantenía una estrecha relación con el fallecido.
El confinamiento no sólo ha impedido a la esposa de Juan Carlos I asistir al último adiós de su primo. También la mantiene alejada de los Grecia, con los que acostumbra a hacer la vida familiar que el ostracismo de su hija Cristina y el distanciamiento de su nuera Letizia le impiden encontrar dentro de los límites de su provincia.
La desescalada ha comenzado. Pero el virus no ha desaparecido y, sin los rigores del confinamiento, hay que mantener la prudencia. “Esto es muy duro y te puede costar la vida”. La presentadora Inés Ballester llegó a ingresar en la UCI. Ahora, casi dos meses luchando contra el coronavirus y una neumonía bilateral severa, está recuperada y acaba de contar su experiencia en Telemadrid. Ella ya había superado un cáncer. Pero entonces estuvo acompañada por su familia y amigos “y aquí he tenido que estar 21 días aislada”.
La soledad, una de las dolorosas consecuencias de una pandemia sanitaria controlada pero no atajada. Que no se le olvide a nadie en la nueva normalidad.