Buena parte del futuro de la legislatura se dirimirá en las elecciones catalanas, de ahí que Pedro Sánchez haya recurrido al ministro descubrimiento de la pandemia, Salvador Illa, como candidato del PSC. En el Gobierno asumen que el desembarco del titular de Sanidad favorece la polarización ERC-PSC y contribuye a evitar el peor de los escenarios: un nuevo triunfo de Junts que tire por tierra la estrategia de normalización de líderes republicanos como Pere Aragonès y Gabriel Rufián. Además, el talante y la trayectoria de Illa allana el camino para unos acuerdos poselectorales que con Miquel Iceta al frente habrían sido más complicados. Sin embargo, la estrategia de Moncloa ha tropezado con una incógnita: la tierra de nadie en la que quedará el todavía ministro con el retraso electoral.
“Con Illa se vuelven a repartir las cartas”, entre otras cosas, porque “a Illa puedes venderlo como ganador y eso con Iceta era imposible”. Esta es la reflexión que hacen en el Gobierno sobre el efecto provocado por la candidatura del ministro de Sanidad, que tiene capacidad de movilización y de “recuperar el PSC ganador”. De hecho, los sondeos de las últimas semanas conceden al PSC esa posibilidad, la de ganar las elecciones y recuperar el liderazgo en el bloque no independentista. Por ejemplo, la última que se ha conocido, la de Gesop para El Periódico, da al PSC un 24,1% de los votos, a ERC un 20,9% y a Junts el 19%. La de GAD 3 para La Vanguardia es menos optimista para los socialistas. Según ésta, ERC obtendría el 24,1%, el PSC un 20,5% y Junts un 18,5%. Pero tanto una como otra abren la puerta a una mayoría de izquierdas alternativa a la actual, con la suma de PSC, ERC y Comuns.
Desde el Ejecutivo deslizaban que el retraso electoral permitiría aprobar los indultos a los líderes independentistas y quizá, también, la reforma del delito de sedición, pero el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, ha echado un jarro de agua fría sobre ambas expectativas
¿A qué se debe este enorme crecimiento de las posibilidades electorales del PSC? Según señalan en el Gobierno, a que en el humor de la calle, inquieta por las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de la pandemia y agotada por casi una década de procesismo, desembarca una persona “ecuánime, sensata, porque hay muchas ganas de sentido común en la política catalana”. En todo esto, Illa supera a Iceta, explican estas fuentes. En lo único que superaría a Illa el primer secretario del PSC es en “sagacidad, inteligencia y conocimiento de los intríngulis de la política”.
Estas virtudes han superado el modo en que se anunció su candidatura, 24 horas después de negarlo tajantemente y en el arranque de la tercera ola de la pandemia. Pero está por ver si estas virtudes compensan la posición delicada, con un estatus de ministro provisional, en la que quedará Illa con el retraso electoral. El ministro se enfrenta a unas semanas por delante “muy duras”, como el mismo ha afirmado, con los casos multiplicándose exponencialmente, la campaña de vacunación avanzando a un ritmo menor del esperado y con la oposición presionando para que abandone el ministerio.
En el Gobierno se agarran a la buena valoración que tiene Illa en las encuestas para no temer demasiado el retraso electoral -según el CIS es el segundo ministro mejor valorado, con un 4,7, sólo por detrás de la vicepresidenta Nadia Calviño y por delante del propio presidente del Gobierno-. Además, desde el Ejecutivo deslizaban que la celebración de las elecciones en primavera permitiría completar los trámites de los indultos a los líderes independentistas y quizá, también, la reforma del delito de sedición. Según el sondeo de Gesop para El Periódico, el 72% de los catalanes apoyan el indulto. Y seis de cada diez votantes no independentistas también los defienden.
Sin embargo, el ministro de Justicia Juan Carlos Campo, ha echado un jarro de agua fría sobre las expectativas de los indultos en una entrevista concedida el jueves a Ràdio 4, asegurando que “de media hay diez o doce meses de tramitación, estamos en unos tiempos tempranos para la toma de decisión”. Y teniendo en cuenta que el Gobierno empezó a tramitarlos en septiembre, Oriol Junqueras y el resto de los presos no estarían en libertad antes del mes de julio, según las previsiones del ministro. “Es posible todo, sí. Pero lo veo bastante difícil por no decir francamente difícil”, ha apuntado. Campo tampoco ha señalado un calendario concreto a la reforma del delito de sedición, pidiendo “sosiego” y asegurando que pedirá los informes pertinentes al Consejo Fiscal, al Consejo General del Poder Judicial y al Consejo de Estado antes de llevar un proyecto al Congreso de los Diputados.
Sobre el retraso electoral, el ministro pedía “mucha cautela ante una falta de previsión legal”. Ha asegurado que “si no queda más remedio podría hacerse, pero es una cosa muy muy delicada”, porque “todas las circunstancias no impiden la celebración de la democracia”.
El pulso ERC-PSC… ¿En Madrid?
“El efecto político más importante de la designación de Illa es la polarización ERC-PSC”, afirman desde el Gobierno, aparte de profundizar el retroceso de Ciudadanos y, desde luego, movilizar profundamente a los simpatizantes socialistas, a ese electorado fronterizo con otras fuerzas a los que Iceta no terminaba de seducir. Estas fuentes prevén que los republicanos van a aceptar de buena gana este tú a tú con el PSC, en una carrera por “el voto útil independentista”.
En el seno del Ejecutivo no prevén que la polarización entre ERC y PSC trastoque los apoyos del Gobierno en Madrid, porque es un pulso “querido”. Así, apuntan, “vamos a una legislatura de apoyo mutuo en Madrid y Barcelona”
Muy poco tardaron los líderes de ERC en zambullirse en este pulso. Y es que a pesar de que las encuestas, de forma unánime, le adjudican como la fuerza más votada, hay nerviosismo entre los dirigentes republicanos, porque no sería la primera vez que las urnas desmienten a las encuestas y pierden la primera posición. Si ya había inquietud por el ‘efecto Puigdemont’, el ‘efecto Illa’ ha terminado de preocupar al partido liderado por Oriol Junqueras. El propio Junqueras, en Twitter, afirmaba que: “Illa representa la apuesta del PSC para ir a buscar los votos de Ciudadanos. Estas elecciones habrá que elegir entre ERC y el PSC. ¡Los hemos ganado en las dos últimas elecciones, y lo volveremos a hacer! ¡¡Vamos!!”.
Y Rufián, nada más conocerse la candidatura de Illa, se movía en la misma línea: “El Estado elige: Illa/PSC. O un pacto con PP/Cs para acabar con el independentismo o un pacto con JxC para repartirse la Generalitat como se reparten la Diputación. Y solo lo puede frenar Esquerra”. Y desde JxCat, su vicepresidenta y directora de campaña, Elsa Artadi, también se apuntaba al voto útil independentista afirmando a Europa Press que: “estas elecciones serán Laura Borràs o Salvador Illa, o JxCat o PSOE”.
¿Tendrá esta pugna repercusiones en la gobernabilidad de España? En el seno del Ejecutivo no lo ven así, porque es un pulso “querido”. Así, apuntan, “vamos a una legislatura de apoyo mutuo en Madrid y Barcelona”. Pero también es fundamental que ERC no sufra una debacle, porque, en ese caso, los dirigentes que han promovido al acercamiento al Ejecutivo de Sánchez, como Pere Aragonès y Gabriel Rufián, pueden quedar en una posición muy delicada. La polarización entre ERC y PSC va a contribuir a frenar el crecimiento de Junts, pero también puede ser fundamental la participación o no de Junqueras -es el político catalán mejor valorado, con Illa en segunda posición, según el CIS- y el resto de presos en la campaña electoral si concluyen los trámites de los indultos.
Objetivo: facilitar los acuerdos
En esa legislatura de “apoyo mutuo”, el papel que pueda jugar Illa deviene fundamental como facilitador de pactos. Como secretario de Organización del PSC, a lo largo de 2019, Illa tejió acuerdos de todos los colores. Por ejemplo, el de la diputación de Barcelona con JxCat, pero también con Ciudadanos en una alcaldía tremendamente simbólica, la del pueblo de Junqueras, Sant Vicent dels Horts.
El ministro de Sanidad niega la posibilidad de cualquier acercamiento de gobierno con Aragonès, en la misma medida que el vicepresident lo hace en dirección contraria. Pero tampoco Pedro Sánchez podría haber conciliado el sueño con Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros
ERC ya impidió que el Parlament designara como senador a Miquel Iceta, paso previo a su nombramiento como presidente de la Cámara Alta, según tenía previsto Sánchez. Iceta era el único candidato que quedaba de los sucesos de octubre de 2017 y para el independentismo está demasiado marcado por el 155. Por el contrario, Illa fue una figura clave para que ERC apoyara la investidura del presidente del Gobierno, con lo que su candidatura allana el camino a acuerdos poselectorales con las fuerzas del vicepresident Pere Aragonès. Como el propio Illa reconocía en La Vanguardia: “No hay posibilidad de formar gobierno con ERC, pero eso no significa que no se pueda llegar a pactos”.
El ministro afirmaba que: “ERC defiende la independencia y nosotros creemos que ese no es el horizonte que necesita Cataluña”. E insistía: “No va a haber un gobierno del PSC con ERC ni apoyo a ningún gobierno liderado por nadie que defienda la independencia”. “Lo que me parece más razonable es un gobierno con los comunes. Todo es mejorable, pero es una fórmula que está funcionando en España. Y necesitamos políticas progresistas”, reflexionaba Illa. El ministro de Sanidad niega la posibilidad de cualquier acercamiento de gobierno con Aragonès en la misma medida que el vicepresident en dirección contraria. Pero tampoco Pedro Sánchez podría haber conciliado el sueño con Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros y, con los resultados electorales en la mano, fue cuestión de horas cerrar un acuerdo.
Las alianzas de gobierno dependerán de la foto finish de las urnas, en la que los indecisos serán fundamentales. Como viene sucediendo en las últimas citas electorales, un buen número de personas decidirá el sentido de su voto en los últimos días de campaña, incluso el mismo día de las elecciones. Y para eso, tener un candidato con el tirón de Illa es clave. De momento, Moncloa y Ferraz han conseguido su objetivo: irrumpir en una campaña que iba a estar monopolizada por el pulso ERC-JxCat y abrir la puerta a mayorías alternativas a la del independentismo, una posibilidad que parecía imposible con Miquel Iceta como candidato.