V. M.
No todo va a ser crispación. Lo demostró el barón ‘popular’ Alfonso Fernández Mañueco, que hace unas semanas alcanzaba un Pacto para la Recuperación en las Cortes castellanoleonesas. Antes lo hizo el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que concitó la adhesión unánime de los grupos municipales para buscar un gran acuerdo a punto de aprobarse. También la diputada Ana Pastor que, con todos los elementos en contra, ha negociado un pacto por la sanidad y ultima el posible éxito de la Comisión para la Reconstrucción. Mientras la dirección del partido acorralaba al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos en las sesiones de control, en los territorios y también en el Congreso se abrían paso dirigentes que, con su peso institucional y político, están demostrando que otro PP es posible.
En medio de un vertiginoso ritmo informativo en que las noticias duran menos que un telediario y los argumentarios engullen la originalidad, el popular Alfonso Fernández Mañueco ha conseguido dejar huella en uno de los panoramas políticos más crispados que se recuerdan.
Porque lo que debería ser normal, sobre todo por la excepcionalidad y las urgencias derivadas de la pandemia sanitaria, se ha convertido en extraordinario. El presidente de Castilla y León, que gobierna en coalición con Ciudadanos, alcanzaba el 17 de junio un pacto para la Recuperación de la Comunidad Autónoma con PSOE, Podemos y Por Ávila -sólo Vox y UPL, cada uno con un diputado, se han mantenido al margen-.
Al día siguiente, preguntado en la Cadena Ser por las diferencias en el seno de su partido representadas por Álvarez de Toledo, declaraba que “deberíamos apostar todos, y ella también, por una línea de desescalada verbal”.
Después del acuerdo de Mañueco, Almeida y Pastor pueden firmar sendos pactos para la reconstrucción en Madrid y en el Congreso
Dos días después del acuerdo y en ausencia del ideólogo de Pablo Casado, José María Aznar, varios expresidentes de la Junta y de las Cortes de Castilla y León, entre ellos el socialista Demetrio Madrid y el popular Jesús Posada, firmaban un manifiesto conjunto para mostrar su satisfacción por el pacto reclamando que sirva de modelo a nivel nacional y autonómico.
La oposición no ha renunciado a su papel fiscalizador de la acción de Gobierno y, esta misma semana, el portavoz socialista, Luis Tudanca, exigía que la Junta pague los complementos de los ERTE. “No se puede tardar tres meses en tomar medidas urgentes”, decía, mientras Mañueco defendía que su Gobierno va a cumplir todos los acuerdos firmados en el Diálogo Social.
Tampoco el PSOE y Más Madrid han hecho dejación de funciones en el pleno municipal, pero dieron la bienvenida al talante dialogante de José Luis Martínez-Almeida ya en el mes de abril, cuando la líder de la oposición, Rita Maestre, se dirigió al se dirigió al alcalde de la capital “desde la confianza sincera de que vosotros queréis acabar con la crisis cuanto antes” y por ello, manifestó que el apoyo de su grupo “a las medidas que vayáis tomando será total”.
Convertido en el político más empático y también más mediático por su talante conciliador y su lealtad institucional, una rareza en tiempos de pandemia y crispación, Almeida ha recibido el aplauso de sus antecesores, que transcurridas las primeras semanas del estado de alarma y en una charla en Onda Cero promovida por el socialista Juan Barranco y en la que también participó Manuela Carmena, quisieron mandarle u mensaje de ánimo y reconocimiento por su voluntad de acuerdo, el primero en empezar a gestarse en una gran capital española.

Ahora, el Ayuntamiento de Madrid está a punto de formalizar el pacto de reconstrucción que se ha venido amasando en cuatro mesas sectoriales, modelo de ciudad, economía, política social y cultura, para tratar de reconstruir la ciudad que más ha acusado el golpe de la Covid-19. Y, salvo sorpresa, lo hará con el apoyo de todos los grupos, desde Más Madrid a Vox, para permitir sacar adelante medidas como una tarjeta para las familias más vulnerables, que ahora desbordan los servicios sociales en medio de una situación dramática que necesita medidas urgentes y no disputas partidistas.
Pastor, la negociadora del Congreso
En ambos casos han sido los partidos de izquierda los que se han avenido a apoyar a gobernantes del PP, el partido que en cada sesión de control se emplea intensamente en su campaña de desgaste al Gobierno de coalición. Pero, en medio de la dura estrategia de Pablo Casado, el primer acuerdo entre los populares y los progresistas ha sido posible, entre otras cosas, por el papel de Ana Pastor.
La aparente voluntad del líder del PP de tender la mano a Pedro Sánchez se visto comprometida en cada una de las últimas sesiones de control al Gobierno. Pero la exministra de Sanidad y Fomento, expresidenta del Congreso y, en las últimas semanas, portavoz popular en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, ha tenido las manos libres para negociar con el titular de Sanidad, Salvador Illa, con el que han buscado un acuerdo en materia sanitaria que permitiese a Casado salvar la cara y defender su utilidad como principal partido de la oposición, característica de la que Ciudadanos ha hecho gala desde el inicio de la pandemia.
Desescalada en campaña
Apoyando el decreto de la nueva normalidad este pasado jueves, el PP daba un primer paso en su particular desescalada. Lo próximo puede ser el cierre inminente de un acuerdo entre populares y socialistas en el marco de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, que nació en medio de una bronca política como no se recordaba en años, pero que dejó tras de sí un hilo de esperanza cuando los dos principales partidos incorporaron en ella perfiles dialogantes, como el de la propia Pastor.
Alberto Núñez Feijóo ha sido, es y seguirá siendo el plan B del PP. Ahora que, según las encuestas, está a punto de lograr su cuarta mayoría absoluta, parece que los gestores sin complejos vuelven a ponerse de moda. Fernández Mañueco ha sido el primero en apuntarse a la tendencia. Otros están a punto de presumir del mismo estilismo.