Juan Carlos I se lo está poniendo difícil a quienes participan de la que denominan ‘guerra cultural’ con la izquierda y, como Mariano Rajoy e Isabel Díaz Ayuso, han decidido defenderle pase lo que pase.
Lo último, que su defensa haya dicho que aún goza de inmunidad y por eso no le puede juzgar un tribunal de Londres, donde Corinna Larsen interpuso una demanda contra el emérito por acoso cuando pretendió que su examante le devolviera los famosos 100 millones de dólares saudíes.
El abogado del padre de Felipe VI ha apelado a su condición de miembro de la Familia Real y hasta al Tratado de Utrecht para esquivar la justicia británica, mientras que la defensa de la empresaria sostiene que la inmunidad la perdió tras su abdicación en junio de 2014, cuando tuvieron lugar la mayoría de acciones “de acoso” de naturaleza “esencialmente privada”.
Mientras, la Fiscalía española se ha dado una prórroga de seis meses para archivar la causa contra Juan Carlos I a la espera de analizar la información solicitada a Suiza y al exmonarca se le empieza a acabar la paciencia.
Cuenta José Antonio Zarzalejos en El Confidencial que quiere volver. Pero no donde le diga su hijo, sino al Palacio de la Zarzuela, residencia oficial del jefe del Estado. Y con asignación económica, los más de 160.000 euros anuales que recibía de los Presupuestos de la Casa Real y que Felipe VI le retiró en marzo de 2020 a raíz del escándalo de la comisión saudí y las fundaciones opacas.
Si alguien quería en la Fiscalía evitar que el emérito viajara a España para aguarle a su hijo el discurso de Navidad, ahora sí que le va a dar las Pascuas.