
El Acento/ Inmaculada Sánchez
Este Gobierno de Pedro Sánchez, el más débil y menos cohesionado de nuestra historia reciente, acaba de conseguir esta semana mutar su frágil apariencia en una inesperada fortaleza a prueba de gritos y pandemias. El jueves el Congreso de los Diputados aprobaba el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 con una amplia mayoría de votos que superaba a la que dio su apoyo al líder del PSOE para ser investido presidente hace ahora casi un año.
El 7 de enero de este aciago 2020 Sánchez pudo iniciar la tambaleante andadura de su Gobierno de coalición gracias a solo 2 votos de diferencia, entre quienes lo apoyaban y quienes lo rechazaban, y con 18 escaños más instalados en una recelosa abstención dispuesta a hacerle sudar cada votación parlamentaria. Hoy, sus primeros Presupuestos arrancan, a falta de su paso por el Senado. con 189 votos afirmativos, 13 por encima de la mayoría absoluta y a 24 de distancia de quienes han votado en contra.

A los189 escaños que han dado luz verde en el Congreso a los Presupuestos de Sánchez e Iglesias, con ERC, PNV y Bildu sumados al bloque de aliados del Gobierno, sólo les falta que el 14-F Cataluña avale la arriesgada apuesta de los de Rufián aupando a los republicanos al liderazgo del independentismo pragmático
El vicepresidente Iglesias ha querido presentar el nuevo escenario político como una victoria propia después de semanas batiéndose para que la elección entre Ciudadanos o ERC y Bildu como andamios de la legislatura se decantase a favor de los catalanes y vascos. Ni Felipe González y su «sentimiento de horfandad», ni Alfonso Guerra y su «con Bildu no, con Bildu no» han impedido que Sánchez acepte caminar por el suelo que le han proporcionado unos pragmáticos independentistas que han puesto por delante el objetivo de impedir el retorno al poder de la derecha.
Iglesias se vino arriba este miércoles en el Congreso cuando observó desde la tribuna la foto que el arco parlamentario brindaba al Gobierno con sus primeros Presupuestos. Su arrogante frase de septiembre pasado, cuando espetó a la bancada popular aquello de que «no volverán a gobernar», retornó a su discurso al calificar de «compromiso histórico» los pactos con los independentistas que permitirán frenar a la derecha «durante muchos años».
Sea mérito del líder morado, del duro viaje hacia el pragmatismo de abertzales o republicanos, o de la endiablada aritmetica de este parlamento en la que muchos prefieren continuar jugando sus cartas antes que arrastrarse a una enésima convocatoria electoral… el caso es que el resultado pone fin a los Presupuestos zombies de Rajoy y abre la puerta a una legislatura de izquierdas. Nada que no responda a lo que los españoles votaron hace un año pero que la pandemia y todas sus crisis hicieron soñar a algunos con revertir.
A estas alianzas tan aplaudidas por el vicepresidente segundo, sin embargo, les falta ahora que el próximo 14 de febrero, cuando los catalanes vayan a votar, las urnas refrenden la arriesgada apuesta hecha por los de Rufián. Solo si ERC consigue, por fin, adelantar a los postconvergentes, liderar el independentismo catalán y presidir el Govern sin los fantasmas de Puigdemont podría hablarse con mayor certeza de la larga travesía que se le presenta a la derecha para volver a gobernar. Solo entonces podrá la portavoz socialista Adriana Lastra, al igual que Iglesias, repetir, cual mantra del Gobierno, su frase de este jueves: «Abandonen toda esperanza, porque hay Gobierno para muchos años».
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.