M. C.
Las elecciones generales celebradas el pasado domingo en Bolivia después de casi año y medio de interinidad, devolvieron el control del Gobierno al Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del ex-presidente, Evo Morales. Luis Arce, ex-ministro de Economía en el Gobierno de Morales, es el claro vencedor de estas elecciones, tras conseguir en primera vuelta el 52,4 % de los votos, superando con creces a su rival más cercano, el centrista Carlos Mesa, que ha conseguido un 31,5%. El candidato de ultra derecha Luis Fernando Camacho consiguió solo el 14% en los sondeos a pie de urna. Estos son los resultados con más del 87% de las mesas escrutadas, lo que parece dejar clara la victoria del MAS, y colocar a Luis Arce, como presidente del país andino.
Un resultado muy significativo que pone en entredicho las acusaciones de fraude en las elecciones anteriores de octubre de 2019, que forzaron la renuncia de Evo Morales bajo presiones de las Fuerzas Armadas. «Vamos a gobernar para todos los bolivianos, vamos a construir un gobierno de unidad nacional», enfatizó Arce en tono conciliador, decidido a superar «nuestros errores» y a reconducir «el proceso de cambio sin odio».
La victoria de Arce supera incluso los resultados de los últimos duelos electorales con Evo Morales al frente del partido. La victoria de los socialistas la han reconocido, tanto la presidenta interina, Jeanine Añez, como el candidato derrotado, y ahora líder de la oposición, Carlos Mesa. «Felicito a los ganadores y les pido gobernar pensando en Bolivia y en la democracia», remarcó esta primera. «Doy un gracias muy sentido al pueblo boliviano por su compromiso democrático. Nos toca ser cabeza de oposición. Honraremos a Bolivia», declaró el segundo.