Félix Bolaños oficializa el rango que venía desempeñando en los últimos tiempos y se consolida como una figura fundamental en la segunda parte de la legislatura. El nuevo ministro de Presidencia ya era la persona a la que el presidente encargaba la resolución de buena parte de los asuntos delicados y de las negociaciones discretas, como la redacción de los indultos a los presos del procés, y ha tenido a su favor el hecho de haber salido indemne del fiasco del 4-M, a diferencia de un Iván Redondo que nunca ha frenado las informaciones que dejaban entrever que mandaba incluso más que Pedro Sánchez. Bolaños, además, va a jugar un papel clave en el futuro de un PSOE madrileño noqueado que busca un nuevo liderazgo.
“Es el José Enrique Serrano de Pedro Sánchez”. Este era el símil que venían haciendo muchos en el PSOE cuando se les preguntaba por Félix Bolaños y su papel en el Gobierno. Serrano, que fue jefe de gabinete de Felipe González, Joaquín Almunia –en Ferraz- y José Luis Rodríguez Zapatero, estaba en todas las cuestiones delicadas, negociándolas y encauzándolas. Y ese es el papel que ha venido asumiendo Bolaños, a diferencia de un Iván Redondo que, hasta ahora, ha estado más presente en los asuntos estratégicos y electorales.
Bolaños oficializa el rol que venía desempeñando y levanta una ola de satisfacción en el PSOE, que nunca vio con buenos ojos que alguien ajeno, como es Iván Redondo, estuviera en el puente de mando de Moncloa
Con el ascenso de secretario general de Presidencia a ministro de Presidencia, Bolaños oficializa en el organigrama del Gobierno el rol que venía desempeñando y levanta una ola de satisfacción en el PSOE, que nunca vio con buenos ojos que una persona que había estado varios años trabajando para PP, como es Iván Redondo, estuviera en el puente de mando de Moncloa. Junto al nuevo ministro -militante en la agrupación de Latina, en la capital-, la otra persona a seguir en el núcleo duro presidencial será un Óscar López que acumula un largo currículum en el PSOE a pesar de su juventud -nació en 1973, dos años antes que Bolaños-. El nuevo jefe de gabinete lideró el partido en Castilla y León, fue secretario de Organización del partido bajo el mando de Alfredo Pérez Rubalcaba y portavoz en el Senado ya con Sánchez en la secretaría general. Él fue uno de los líderes del partido que abandonó al ahora presidente del Gobierno en las primarias de 2017. Ahora, Sánchez lo llama a Moncloa tras haberlo repescado en 2018 para que se hiciera cargo de Paradores.
La última tarea que le había encargado el presidente a Bolaños era la de afinar los indultos a Oriol Junqueras y el resto de líderes políticos catalanes encarcelados tras los sucesos de octubre de 2017. El objetivo era pulirlos muy bien, ponderando los delitos cometidos e insistiendo en el carácter de “utilidad pública” –como recoge el Código Penal- que tienen. Sólo con una redacción impecable se puede impedir que el Supremo termine revocándolos, colocando al Gobierno en una posición política delicadísima. Y precisamente por eso, porque en la resolución de los indultos se juega el Gobierno buena parte de su futuro, está Bolaños.
Figura ascendente en el PSOE de Madrid
El fiasco de Murcia, en una operación que se ha demostrado mal medida tanto por Ferraz como por la dirección que lidera Inés Arrimadas, desató una tormenta política que terminó consolidando el fenómeno Isabel Díaz Ayuso y que dejó al PSOE-M con los peores resultados de la historia. Un desastre del que Bolaños ha salido indemne, según explican fuentes de los socialistas madrileños, que confirman que él no ha estado en el día a día de la campaña, en su diseño estratégico. Ahí, Iván Redondo y su mano derecha, Paco Salazar, sí han ejercido una influencia notable, como ya sucedió en la campaña catalana.
Bolaños jugó un papel clave en el diseño de la lista para el 4-M, y su jefe de gabinete, Fran Martín, es el número dos de la gestora madrileña
El tándem Redondo-Salazar trató de poner en marcha en Madrid una campaña similar a la catalana, con el objetivo puesto en recuperar a los votantes que se marcharon a Ciudadanos. Una campaña centrada, muy moderada, que Ángel Gabilondo arrancó negando que fuera a subir los impuestos. Sin embargo, hubo voces del PSOE madrileño que ya advirtieron de que el núcleo electoral de Ciudadanos en Madrid no proviene del PSOE, sino del PP. Que una campaña sin aristas progresistas no iba a recoger mucho voto por el centro y sí le podía hacer perder apoyos por la izquierda, como así ha sido.
Las causas de la debacle socialista en Madrid son variadas y algunas vienen de hace décadas, como la afición a los candidatos paracaidistas que iban y venían, sin estabilidad para desarrollar un proyecto político independiente. Pero el resultado del 4-M no contribuía a reforzar el prestigio de Iván Redondo y le dejaba expedito el camino a Bolaños para influir en el rumbo de un partido que debe renovar su liderazgo este otoño.

Bolaños sí que jugó un papel clave en el diseño de la lista electoral para el 4-M, tanto en la incorporación de Jana Halloul como número dos de Gabilondo como en el puesto número cuatro que ocupó Juan Lobato, el principal aspirante a ocupar la secretaría general en el congreso a celebrar en otoño. Lobato no ha confirmado oficialmente que se vaya a presentar. De momento, ha preferido respetar los tiempos del partido para dejar asentarse a la gestora que ha cogido el timón tras la dimisión de José Manuel Franco. Pero a falta DE que se vaya despejando la quiniela de aspirantes a suceder a Franco –en la que también podrían estar Mónica Carazo, vicealcaldesa de Rivas, o Francisco Ayala, alcalde de Fuenlabrada-, Lobato cuenta con una relación muy cercana con Bolaños y el aval de haber arrebatado al PP la alcaldía de Soto del Real, una localidad de la sierra madrileña que estuvo gobernada por el PP desde el final de la dictadura. Lobato se convirtió en su primer alcalde socialista desde la II República, con sólo 30 años. Una victoria tremendamente simbólica y una experiencia de gestión de la que el PSOE madrileño no está sobrado y con la que no cuenta, por ejemplo, Jalloul, que tampoco tiene una trayectoria de militancia en el PSOE madrileño, pero que cuenta con apoyo desde la cúpula del partido.
La ahora portavoz socialista en la Asamblea de Madrid coordinará la ponencia marco del 40 congreso federal que el partido celebrará en otoño. Por su parte, Bolaños se ocupa de una ponencia clave, como es la del futuro del partido en esta década, que llevará por título ‘PSOE 2030, un partido de futuro’. Ambos son candidatos a formar parte del proceso de renovación de la ejecutiva que tiene en mente Sánchez. De momento, como número dos de la gestora del partido en Madrid se encuentra una persona de la máxima confianza de Bolaños: su jefe de gabinete, Fran Martín. Un puesto clave en el grupo de personas que debe pilotar la nave socialista hasta el congreso de otoño.
Colaborador de Sánchez desde 2014
Bolaños es un socialista de pedigrí que se ha labrado su trayectoria en las bases del partido, sin conexión previa con la élite socialista. Empezó a ganar verdadera relevancia pública al ser uno de los tres representantes del Gobierno en la exhumación del dictador. Allí estuvo ese día de octubre de 2019, junto a la todavía ministra de Justicia -y hoy Fiscal General del Estado-, Dolores Delgado, y el subsecretario del Ministerio de Presidencia, Antonio Hidalgo. Él fue quien supervisó toda la operación, diseñando el despliegue logístico y lidiando con la familia Franco, que terminó llevando una bandera de la dictadura que Bolaños consiguió mantener fuera del templo.
El nuevo ministro es un socialista de pedigrí que se ha labrado su trayectoria en las bases del partido, sin conexión previa con la élite socialista
Con actuaciones como esta, Bolaños se ha forjado una sólida reputación de eficacia desde que entrara a formar parte del equipo de Sánchez, ya en las primarias de 2014. Militante de la agrupación de Latina, en Madrid, este abogado de 45 años, letrado del Banco de España -donde ocupó el cargo de jefe de la División jurídica laboral-, jugó un papel clave en las negociaciones para la formación de gobierno. Fue él quien recibió, de manos del presidente, el encargo de negociar el organigrama del gobierno de coalición, en contacto directo con la ahora ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra.
Este año, se le han acumulado los encargos delicados. Su labor también fue clave en el diseño de los decretos del estado de alarma; a la hora de negociar los Presupuestos Generales del Estado, también recayó en Bolaños la responsabilidad de mantener abiertos los canales de comunicación con la dirección de Ciudadanos, la opción preferida en Moncloa y que terminó naufragando.
En el congreso federal se ocupa de la ponencia ‘PSOE 2030, un partido de futuro’ y es candidato a entrar en la ejecutiva del partido
Y más de uno levanto la ceja cuando se conoció que las negociaciones para la renovación del CGPJ las protagonizaban Bolaños y el número dos del PP, Teodoro García Egea. Más cuando los contactos anteriores los habían llevado el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y el responsable de Justicia de los populares, Enrique López. No era alguien de Ferraz el que mantenía las conversaciones con el representante de Génova para renovar el órgano de gobierno de los jueces, sino una persona de Moncloa. Aunque como hemos visto Bolaños empieza a ser casi tan de Moncloa como de Ferraz, por orden del presidente del Gobierno.
Fue precisamente Sánchez quien incorporó a Redondo, Bolaños y Salazar a los nuevos maitines del núcleo duro socialista, después de que el presidente diera por finiquitados los maitines de los lunes en Moncloa -con presencia de los respectivos jefes de gabinete de Sánchez e Iglesias, Redondo y Juanma del Olmo, los portavoces parlamentarios de los socios de gobierno, Adriana Lastra y Pablo Echenique, y ministros como Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Irene Montero-. Las reuniones se han mantenido, pero ya sin representantes de Unidas Podemos, y en Ferraz, previas a la reunión de Ejecutiva del partido, lo que las ha conferido más relevancia, si cabe, dados, además, los nombres que reúne.
Antes del infausto Comité Federal de octubre de 2016, Bolaños estaba al frente de la Comisión Federal de Ética y Garantías y, a diferencia de la inmensa mayoría de sus principales colaboradores en ese momento, como el secretario de Organización, César Luena, y el portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, participó activamente en el segundo asalto sanchista al liderazgo del partido. Ya en 2017, coordinó la elaboración del nuevo Reglamento Federal de Desarrollo de los Estatutos del PSOE, y, justo antes de su desembarco en Moncloa, fue secretario de la Fundación Pablo Iglesias.
Con espacio propio en Moncloa
En el organigrama de Moncloa surgido hace un año, el ahora ministro de Presidencia ganó brillo como número dos de Redondo en el Comité de Dirección, donde habían articulado un equipo de trabajo en el que Bolaños aporta ese pedigrí socialista a la maquinaria presidencial y que “funciona bien”, según explicaban fuentes socialistas cercanas. Sin embargo, en los últimos tiempos la afinidad entre Bolaños y el tándem Redondo-Salazar se había agrietado. Fuentes socialistas explican que la unidad de acción no era la misma que la del año pasado.
Bolaños ha ido ganando autoridad propia frente a un Redondo del que muchos en el partido no olvidan de donde viene. Tienen muy presente que este donostiarra de 38 años comenzó colaborando con Antonio Basagoiti en su etapa al frente del PP vasco, que llevó a la alcaldía de Badalona a Xavier García Albiol consiguió que José Antonio Monago arrebatara a los socialistas la presidencia de Extremadura en 2011. Por no hablar de la buena relación que mantuvo con Pablo Iglesias a finales de 2015 y principios de 2016, cuando los morados peleaban por sorpassar al PSOE. Redondo, consciente de que necesitaba lazos con el partido, eligió como colaborador más estrecho a Salazar -como director adjunto del gabinete presidencial-, y trabó pronto una complicidad con Bolaños que parece haberse deshilachado. Poco a poco el ministro de Presidencia ha ganado espacio propio y se coloca como una figura a seguir en el futuro del Gobierno y del PSOE.