¡Vaya Gente! / Mara del Prado
La Familia Real británica va a quedarse en la mínima expresión. Tras las consecuencias del Megxit, que redujo el papel del príncipe Harry a un carácter meramente testimonial, llegan las de caso Epstein. Sin duda, las más graves y deshonrosas para la Corona. Y, sobre todo, las más dolorosas para una madre.
A Isabel II no le ha quedado más opción que retirarle al príncipe Andrés sus títulos militares, patronatos, deberes oficiales y tratamiento de alteza real ante el juicio celebrado en Estados Unidos, donde declarará como acusado de violación y agresión sexual a Virginia Roberts cuando era menor de edad.
En un breve comunicado, Buckingham Palace anunciaba que no asumirá “ninguna responsabilidad en actos públicos y se defenderá en este caso como un ciudadano común”. Cuenta Hola que “se cree que el príncipe Carlos y su hijo el príncipe Guillermo aconsejaron a la reina tomar esta decisión”. Sin duda, quienes más tienen que perder con este escándalo.
Antes de que el juez americano desestimara archivar la causa contra el segundo hijo varón de la soberana británica, el heredero al trono habló por teléfono con su madre, desde Escocia. Conocida la noticia, su nieto visitaba el castillo de Windsor para hablar personalmente con su abuela.
Ella es la reina, pero ellos habrían pagado las consecuencias si la monarquía hubiera mantenido una actitud equidistante ante unos hechos tan graves. Asumiendo su responsabilidad, Isabel II citó a su hijo el duque de York y, tras una reunión de 90 minutos, le despojó de todos sus privilegios. Ahora, todo está en manos del juez. No porque una absolución vaya a evitar que un asunto tan turbio le persiga de por vida. Pero una condena sí cambiaría las cosas. No hay que olvidar que la expatriación, por voluntad propia o forzosa, está a la orden del día en las casas reales.
Lo bueno del exilio voluntario es que siempre se puede dar marcha atrás. Ahí tienen al duque de Sussex que, según The Sun, mantiene conversaciones secretas con su padre para curar las heridas familiares antes de las celebraciones del Jubileo de Platino de la reina, que tendrá lugar en junio para festejar los 70 años de reinado que cumple en febrero. Si todo va bien, incluso podría venir al funeral de su abuelo, el fallecido duque de Edimburgo, previsto para marzo o abril. Todo sea por restañar el corazón herido de la nonagenaria soberana.