L.M.
Con el nombre de ‘Qatargate’ se ha bautizado a un nuevo caso de corrupción en el que, supuestamente, varios eurodiputados y figuras influyentes de Bruselas habrían aceptado sobornos para mejorar la imagen de Qatar.
La detención de una de las vicepresidentas del Parlamento Europeo, Eva Kaili, ha desatado sospechas y desconfianzas en la Eurocámara. La socialista griega no ha sido la única detenida, pues otras tres personas, entre las que se encuentran su pareja y otro exeurodiputado, el italiano Pier Antonio Panzeri, también han sido privadas de libertad.
La operación policial, que aún sigue abierta y que lleva en activo varios meses, ha incautado por el momento 750.000 euros y ha llevado a cabo más de 20 registros. Ante esta situación, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Mestola, ha declarado este lunes que la Eurocámara estará “frente a quienes creen que Europa está en venta”. También afirmaba que, tanto el Parlamento Europeo como la democracia “están siendo atacados”.
El escándalo ha llegado en un momento en el que el proyecto europeo se enfrenta a una creciente desconfianza ciudadana que las principales instituciones europeas han tratado de solucionar mediante políticas de tolerancia cero contra la corrupción y una mayor transparencia.