
Sin Maldad / José García Abad
El rey honorario va perdiendo el honor día a día. Los dineros ocultos de Juan Carlos I se van desvelando cada mañana en la agenda pública. Ahora lo que el pueblo soberano debate en sus tertulias es cuál será la cantidad total que ha acumulado fraudulentamente a lo largo de su reinado y lo que ha tenido que dar a cambio, pues nadie da nada a cambio de nada. Y yendo a lo más gordo, se pregunta si finalmente será juzgado en el Tribunal Supremo demostrando fehacientemente que la Justicia es igual para todos.
Se discute si ha incurrido en prevaricación o cohecho, activo o pasivo. Lo hubo sumamente activo cuando, según denunciaba el empresario catalán Javier de la Rosa, gerente de KIO, el fondo de inversión kuwaití, el monarca recibió 100 millones de euros para apoyar la primera Guerra del Golfo restableciendo en Kuwait el régimen de los emires.

El rey honorario va perdiendo el honor día a día. Los dineros ocultos de Juan Carlos I se van desvelando cada mañana en la agenda pública. Ahora lo que el pueblo soberano debate en sus tertulias es cuál será la cantidad total que ha acumulado fraudulentamente a lo largo de su reinado y lo que ha tenido que dar a cambio, pues nadie da nada a cambio de nada. Y, yendo a lo más gordo, se pregunta si finalmente será juzgado en el Tribunal Supremo demostrando fehacientemente que la Justicia es igual para todos.
En el proceso que se generó cuando De la Rosa fue acusado de haberse apropiado de los fondos kuwaitíes quedó demostrado que éste había dado los 100 millones de dólares desaparecidos a Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado de Juan Carlos, pero cuando se tenía que dirimir si este dinero había ido a parar a las arcas del monarca o se las había quedado el empresario catalán, se paralizó el proceso porque el Rey es constitucionalmente irresponsable y no puede ser juzgado.
A partir de ese momento Juan Carlos no dejó de recibir dinero de Arabia y otras monarquías absolutas árabes a cambio de que aplicara su prestigio a blanquear sus sacras dictaduras. Entre estos detalles, la entrega del Toisón de Oro, la más alta condecoración de la Corona, al rey Abdulá bin Abdulaziz Al Saud, custodio de las Dos Sagradas Mezquitas y rey de Arabia Saudí en junio de 2007.
El monarca saudí correspondió regalando a Juan Carlos 100 millones de dólares un año después, a los pocos días de que España y Arabia firmaran un acuerdo estratégico de colaboración y de que se celebrara en Madrid una “Conferencia de Diálogo Interreligioso” que presentó como ejemplar al régimen saudí.
Una interpretación absurda de la Constitución
El Respetable, me refiero al pueblo soberano, al ciudadano de a pie, le cuesta entender que la inmunidad que le otorga la Constitución le otorgue, como a 007, licencia para matar. O al menos para robar.
No entiende cómo no se ha interpretado que el blindaje constitucional se limita a percances políticos. Razonaban los constituyentes que el Rey no podía ser juzgado, que era irresponsable de sus actos pues no podía tomar ninguna decisión sin que fuera avalada por el Gobierno o el Congreso de Diputados. Es evidente que los delitos que van saliendo a la luz no fueron avalados por ningún miembro del Gobierno.
Conviene señalar que las irregularidades financieras cometidas por el monarca eran conocidas por “la opinión informada”. Cuando en 2004 se publicó mi libro ‘La soledad del Rey’ pregunté sobre ello a Gregorio Peces-Barba, a la sazón rector de la Universidad Carlos III y asesor constitucional del rey Juan Carlos, quien me dio una respuesta piadosa que expresaba su convencimiento de que el asunto era agua pasada.
Le pregunté a quien fuera presidente del Congreso de los Diputados tras el triunfo socialista en 1982 por la ejemplaridad del monarca “especialmente en lo que se refiere al mundo de los negocios, amistades, que en buena medida han terminado en la cárcel, a los regalos que recibe, etc.” “¿Piensa usted –concreté– que ese comportamiento terminará desprestigiando a la Corona?”.
El rector me contestó “probablemente tenga parte de verdad eso que se dice, y eso es una cosa que debe controlarse. Si ha sido verdad, eso ya ahora mismo está muy en retirada. Y yo espero que esta última etapa, que yo deseo que se alargue, la de la madurez del Rey, sea una etapa donde lo que predomine sea el respeto a la Constitución”.
Lleva ejerciendo la profesión de periodista desde hace más de medio siglo. Ha trabajado en prensa, radio y televisión y ha sido presidente de la Asociación de Periodistas Económicos por tres periodos. Es fundador y presidente del Grupo Nuevo Lunes, que edita los semanarios El Nuevo Lunes, de economía y negocios y El Siglo, de información general.