Juana M. Vera Meizoso (Santiago de Compostela)
¿Qué es ser madre?, ¿cuál es la hondura de la lactancia y sus consecuencias culturales, sociales y políticas?, ¿quién es una madre buena?, ¿quién no lo es?, ¿quién decide lo uno o lo otro y por qué? La artista Andrea Costas Lago (Vigo, 1978), trata de responder a estas y otras preguntas esenciales, relacionadas con la maternidad, en la exposición ‘Desapego’, inaugurada recientemente en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO). La fotografía, la instalación y el vídeo son los soportes con los que la creadora nos muestra una visión en primera persona, apartada de convencionalismos e idealizaciones, de la toma de conciencia de la maternidad. La exposición estará abierta al público hasta el próximo mes de julio.
“Narro la etapa de la lactancia, en concreto de la lactancia de mis hijos mellizos, que duró cinco años”, detalla quien se ha situado delante y detrás de la cámara para llegar, sin pretenderlo, a enseñarnos su perpleja bondad ante una realidad que define “brutal, para bien y para mal”.
Plena es el título de una serie de fotografías en color, en donde la artista es creadora y madre. En donde el arte se torna en un medio de comunicación. Sus hijos mellizos la han besado con los labios pintados de carmín. El rostro de la artista y madre aparece, en la primera serie de estas fotografías, con las numerosas marcas rojas de los besos. En la segunda serie de estas fotografías, el rostro de la creadora y madre aparece completamente rojo, el de los niños se nos muestra algo rojo. La ira que contiene el rojo intenso del rostro de la madre se templa con su mirada, que transmite una perpleja, solitaria bondad.
La exposición busca respuestas a la relación entre la naturaleza de la mujer, la cultura y su armonía político-social
“Después de dar a luz me quedé sola. Las consecuencias de la cesárea las curé sola. Conté con apoyos familiares, no me faltó el soporte económico. Respecto a esto último, hay casos numerosos en los que no es así. En muchas ocasiones, por otro lado, la maternidad es sentida por muchas mujeres como una imposición”, relata la artista, quien expresa su experiencia materna del periodo de lactancia en los versos siguientes, que el visitante puede leer en la parte central de la exposición, en donde se refleja la última etapa de la lactancia: “Ser territorio. Todo o universo coñecido./ Primeiro campo de xogos. Refuxio e alimento./ Presenzas e presente abafadores./ Desexos e necesidades; indiscernibles e inesgotables./ Alicerces que os conectan coa vida, co gozo, coa súa propia esencia./ Brutal, para ben e para mal. Difícil de creer./ Experiencia complexa, contraditora, oculta en tópicos, manipulada./ Nin mística, nin existencialista: real… e tan política coma todas “as nosas cousas”./ Ser territorio. Todo el universo conocido./ Primer campo de juegos. Refugio y alimento./ Presencia y presente abrumadores./ Deseos y necesidades. Indescirnibles e inagotables./ Cimientos que les conecten con la vida, con el goce, con su propia esencia./ Brutal, para bien y para mal. Difícil de creer./ Experiencia compleja, contradictoria, oculta en tópicos, manipulada./ Ni mística, ni esencialista: real… y tan política como todas “nuestras cosas”./

“Desapego es resultado de un proceso de investigación y trabajo de varios años; una toma de conciencia sobre la maternidad, una visión de la lactancaia y de la maternidad, en primera persona a través del arte, apartada de convencionalismos e idealizaciones en la estela de la obra de la poeta Adrienne Rich, de las fotógrafas Ana Casas y Elinor Carucci o de la artista Ana Alvárez-Errecalde. El proyecto está integrado por un conjunto de piezas (imágenes fotográficas, vídeos e instalaciones), en las que reflexiono sobre la experiencia de la maternidad propia, dejando constancia de las contradicciones y desafíos que supone esta oportunidad ofrecida por la vida para cuestionarnos y crecer”, explica la fotografa.
Acerca del título de la exposición expresa: “Se refiere al proceso continuo de separación experimentado desde el momento del parto (o unos meses después, si se respeta la diada). Cambios de fase, adaptación contínua y despedidas. Una evolución necesaria y liberadora que también supone mucha confusión y ambivalencia. Hay que destacar que, como estrategia performativa y visual, decidí no cortarme un pelo desde el nacimiento hasta el fin de la etapa de lactancia que, en este caso, fue de cinco años. Esa melena larga, trabajosa, incómoda, exuberante y bicolor, que se halla en las fotografías y vídeos de la exposición, funcionó como símbolo del vínculo y de la maraña existencial que supone la experiencia materna durante los primeros años de crianza. Finalmente, mis hijos me cortaron esa melena, tras el último contacto de sus labitos con mi pecho”.
Este hecho se recoge en uno de los dos vídeos de la exposición, en el otro los niños, mientras peinan a su madre, repiten: “Ser mamá es bonito. Las mamás son buenas”. La peinan, la zarandean. Ella se deja hacer algo triste, algo desolada, algo alegre, algo paciente, como si nos dijera en silencio y se lo dijera a sí misma con sorpresa: “esto es lo que hay”. “La mayoría de las imágenes que forman parte de la exposición fueron tomadas durante el año 2020 de una forma bastante espontánea y precaria entre mi residencia habitual y la casa de mis padres, donde pasamos el período de confinamiento. Además, en enero del año 2021 realizamos cuatro acciones, en el MARCO, que dialogaron con piezas de las artistas Marina Abramovic, Yoko Ono, Zhang Huan y Masahisa Fukase”, cuenta Andrea Costas Lago.
“En muchas ocasiones, la maternidad es sentida por muchas mujeres como una imposición”, según la artista

En Desapego el sujeto es el centro. En este caso, ella es el centro. Ella es la madre. Ella es la artista. Alguien que no quiere sentirse como un conejo, sólo naturaleza. Alguien que no quiere sentirse sólo cultura. “Intento crear culturaleza”, reflexiona la creadora. ¿Es posible crear armonía políticosocial entre la naturaleza de la mujer y la cultura? Algo del camino para hallar respuestas a esta pregunta se halla en esta exposición, que sus comisarios Pilar Souto Soto y Miguel Fernández-Cid describen del modo siguiente: “En esta muestra no se busca un relato feliz sino sincero, desnudo. Se deja ver cómo felicidad y sufrimiento están muy próximos y conforman la vida, lo cotidiano. Sin evocar, con un lenguaje directo, vencido el pudor de mostrarse, sin adornos, sin maquillar la realidad, la artista analiza cada situación, cada paso, cada pensamiento e intenta recordar su recorrido, ser fiel al proceso, a los actos, a lo vivido. El soporte, formato o dimensión de cada obra lo decide la situación; el relato conciso en vídeo, fotografías que sintetizan una acción, una serie que la describe, un objeto simbólico o un mural que se expande y deja ver las clave de un pensamiento, el sentido de una actitud”.
La exposición, que se inicia con la serie de fotografías Plena finaliza con dos fotografías de pequeño formato, una titulada, Todo estará, otra titulada Bien, en donde la artista se representa con vaqueros y el pecho decubierto. “Esas fotografías representan el instante en el que mis hijos dejan la lactancia materna”, detalla la artista, profesora de Fotografía en la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra (Universidad de Vigo), y en la escuela de diseño Aula D. Además de su participación en numerosas exposiciones Andrea Costas Lago ha publicado las obras Formas de Ser (CEF, 2002) y Personal e transferíbel (Personal e intransferible), (CEF 2006), y ha sido co-autora, junto a la poeta Yolanda Castaño, del libro Cociñando ao pé da letra (Cocinando al pie de la letra), (Galaxia, 2011), finalista de los Gourmard World Cookbook Awards (2012 ), considerado el mejor libro de cocina de España y uno de los cuatro mejores del mundo.