¡Vaya Gente! / Mara del Prado
La infanta Cristina acaba de cumplir 55 años. Un día como éste es para muchos motivo de celebración. Para ella, una razón más para lamentar su suerte. La de ser hija de rey con un marido en la cárcel, la de haber representado a un país que ahora le resulta a ajeno, la de tener a un hermano en el trono que la ha borrado de la foto oficial.
La excepcionalidad en casa de los Urdangarin de Borbón atraviesa ya una larga temporada. Tampoco es el primer cumpleaños marcado por las malas noticias; recuerda Hola que, dos años antes de cumplir los 50, Felipe VI hizo pública su decisión de revocarle el título de duquesa de Palma y, 24 horas antes de celebrar los 53, recibía la noticia de la condena de su esposo a cinco años y diez meses de prisión.
La hermana del monarca ha llegado a los 55 tras un confinamiento que a ella se le ha hecho interminable, esperando poder volver a visitar a Iñaki Urdangarin en la cárcel de Brieva (Ávila) en medio de una pandemia sanitaria y de una incertidumbre implacable.
La última vez que él disfrutó de un permiso fue en el mes de febrero y parece que aún tendrá que esperar para volver a tener este privilegio; el pasado abril y según adelantaba El Mundo, la Audiencia de Palma anulaba sus salidas de dos fines de semana al mes porque suponían “el paso del penado a un régimen abierto, propio del tercer grado que todavía no tiene”, dando la razón a la Fiscalía que interpuso un recurso contra el auto dictado por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Valladolid.
Desterrada de la Zarzuela oficial -sí es acogida en la residencia de los eméritos cuando viaja a Madrid con sus hijos-, la infanta no tiene muchas razones para volver a España. A pesar de los rumores sobre un posible regreso, Hola asegura que Cristina de Borbón se ha mudado en secreto pero sin salir de Ginebra, ciudad que no tiene previsto abandonar. Allí mantiene sus trabajos en la Fundación La Caixa y en la Fundación Aga Khan, allí ha hecho nuevas amistades y allí vive con su hija Irene, que seguirá residiendo con su madre mientras curse secundaria antes de irse a la universidad y, como sus hermanos, abandonar el hogar familiar.
Atiende la casa y sus hijos -dice la publicación que se encarga de ir a la compra y cocinar en casa-, ve a sus amigas, hace deporte y va a misa. Poco más. Todo a la espera de la llamada de su marido, el único contacto posible desde hace más de tres meses. Confinamiento y cierre de fronteras tiene para la hermana del Rey un significado que la mayoría no alcanza a imaginar. Sólo el resto de las familias de presos saben lo que es vivir un cumpleaños tan triste como el de la infanta.