Ricardo Martín.
Con el anticipo electoral al 23 de julio, Pedro Sánchez vuelve a sorprender a propios y extraños, reaccionando de manera fulminante a su indiscutible derrota del 28-M, asumiendo así en clave personal los malos resultados en municipales y autonómicas: reconoce que el antisanchismo ha funcionado y cauteriza las profundas heridas que pudieran producirse entre los barones autonómicos perdedores y Ferraz.
Sánchez carga con todas las culpas y acude al “pueblo” para que defina quién debe encabezar el Gobierno de la Nación en una etapa de máximo protagonismo de España, al asumir el 1 de julio próximo la Presidencia de turno de la Comisión Europea.
Su estrategia es contraponer un gobierno de progreso, encabezado por el PSOE, a un gobierno del Partido Popular, al que, previsiblemente, se deberá incorporar VOX. El movimiento del líder socialista significa un autovoto de censura al gobierno de progreso; no tanto por sus buenos resultados, como por el desgaste que ha debido soportar el PSOE por las políticas de sus socios y el “ruido” permanente de la coalición.
La cuestión principal del debate que comenzará inmediatamente con vistas al 23 de julio es qué política de alianzas propone el PSOE en el supuesto de que logre ser primera fuerza política en el Congreso de los Diputados, o sume con otras fuerzas de la llamada “mayoría de la investidura”.
Este punto, que el PP ya ha resuelto contando con Vox para configurar gobiernos regionales y locales, será decisivo en la captación de voto que Sánchez deberá lograr en las siguientes semanas.
Vuelve a plantear Sánchez las elecciones generales en forma plebiscitaria, en este caso, de manera explícita “para frenar un gobierno de PP-Vox”. Su intención es llamar al voto a todos los españoles que no quieran que España se sume a la senda por la que ha apostado Italia recientemente.
Sánchez vuelve a plantear las elecciones generales en forma plebiscitaria, en este caso, de manera explícita “para frenar un gobierno de PP-Vox”
Es un plebiscito que se resume en: “o el PSOE o la derecha más la ultraderecha”. Si logra su objetivo, una verdadera incógnita a fecha de hoy, Sánchez tratará de gobernar en minoría, con pactos puntuales, un ejercicio que ningún político que no fuera él podría sobrellevar.
En su comparecencia del “día después”, en que ha anunciado la convocatoria anticipada de elecciones generales, Sánchez ha insistido en su defensa de la acción del Gobierno que ha presidido: la superación de la pandemia del COVID-19, la Guerra de Ucrania, y la senda de crecimiento, empleo y cohesión social en que ha colocado a España en estos años.
En su alocución, Sánchez concluyó asegurando: «Lo mejor es que los españoles tomen la palabra y se pronuncien sin demora para definir el rumbo del país».
El fracaso del 28-M
Los extraordinarios resultados económicos de los últimos meses, el liderazgo internacional de España de la mano de Pedro Sánchez y el rosario de leyes sociales –algunas pioneras entre los países más avanzados de Europa-, no han sido activos suficientes para contrarrestar el discurso antisanchista, sostenido en la “traición a las víctimas de ETA” y la acusación de que la política territorial del Gobierno iba dirigida a “romper España”.
El fracaso de la convivencia en el seno del Gobierno de coalición, y los recurrentes enfrentamientos entre PSOE y Unidas Podemos, más el impacto muy negativo en la ciudadanía de leyes como la del “Sí es sí”, han contribuido decisivamente al deterioro de la imagen presidencial y, de paso, de la “marca” PSOE.
Los recurrentes enfrentamientos dentro del Gobierno de coalición, más el impacto muy negativo en la ciudadanía de leyes como la del “Sí es sí”, han contribuido decisivamente al deterioro de la imagen presidencial y, de paso, de la “marca” PSOE
Con todo, el “bloque de la investidura” que ha respaldado al PSOE a lo largo de la presente Legislatura, empata en votos con el bloque PP-Vox, tomando como referencia los resultados de las elecciones municipales del pasado domingo.
La izquierda ‘es el PSOE’
El futuro de Pedro Sánchez al frente del PSOE depende de los resultados de las próximas generales, pero los socialistas tienen un problema de “banquillo” evidente: de las elecciones autonómicas y locales no sale reforzado ningún líder; incluso Juan Lobato, que apunta como uno de los dirigentes de futuro del socialismo español, no ha superado a Más Madrid en el liderazgo de la oposición de la Comunidad de Madrid, a pesar de haber ganado 3 escaños.
El Congreso Ordinario del PSOE estaba previsto para octubre de 2025, pero es seguro que la situación, sea cual sea el resultado de las elecciones del 23 de julio, va a desembocar en un Congreso Extraordinario el próximo año en el que se defina la estrategia política del centenario partido, y la continuidad o sustitución de Pedro Sánchez al frente del PSOE.
Los socialistas, al menos, puede estar tranquilos respecto a la competencia en su espacio político, con Unidas Podemos sumido en la irrelevancia y el proyecto de Yolanda Díaz, Sumar, que no ha sido avalado con buenos resultados de sus candidaturas afines en Madrid, Comunidad Valenciana y Barcelona.
Feijoo más cerca de La Moncloa
España ha girado a la derecha en las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, llevando al PP a ganar las elecciones municipales con 3,5 puntos de ventaja sobre el PSOE, y la conquista de un enorme poder institucional con el apoyo imprescindible de VOX, que se consolida como tercera fuerza política, y abre paso a la “voxización” de la derecha, lo que alejará a España de Alemania y Francia, acercándonos a Italia.
La victoria incontestable del Partido Popular impulsa la candidatura de Alberto Núñez Feijoo a La Moncloa, a pocos meses de las elecciones generales, y debilita las posibilidades de la izquierda, tras la práctica desaparición de Unidas Podemos y la pérdida de fuelle de la alternativa de Yolanda Díaz, Sumar.
El Partido Popular ha sacado al PSOE 760.000 votos, una diferencia que tendrá un efecto devastador en las instituciones y que se traducirá en un poder institucional que reduce a mínimos la influencia real del PSOE en el día a día de la política territorial y municipal.
Ferraz, conmocionado
El antisanchismo ha sido clave en la derrota de los socialistas, al haberse producido una “nacionalización” del proceso electoral con el slogan “ganar las elecciones para echar a Sánchez”. El presidente del Gobierno y líder del PSOE ha aceptado el reto del Partido Popular y Vox, protagonizando los actos de campaña con un seguimiento masivo, en los que enunciaba los logros de su Gobierno y los ponía como un valioso activo para ganar el 28-M.
El bloque de la investidura que ha sostenido la Legislatura empata en votos con el bloque PP-Vox según los resultados de las elecciones municipales
Aunque el movimiento de Sánchez anticipando las generales ha sido un bálsamo para los dirigentes socialistas, Ferraz incluido, en clave interna el PSOE sigue en shock, porque los pésimos resultados obtenidos no entraban en sus previsiones ni en el peor de los escenarios. Los 6.288.907 votantes socialistas han avalado las políticas del Ejecutivo nacional, frente a los 7.046.634 electores que han optado por la papeleta del Partido Popular.
El PSOE tendrá que gestionar la oposición en Madrid, Málaga, Cádiz y Granada, municipios en que el PP gobernará con mayoría absoluta; igual que en las Comunidades de Madrid y La Rioja, a las que suma Andalucía, Castilla y León, Murcia y Galicia.
Con el apoyo de Vox el Partido Popular podrá gobernar otras cuatro autonomías: la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón y Baleares; más los ayuntamientos de Sevilla, Valencia y Valladolid.
El PSOE solo podrá gobernar en Castilla-La Mancha en solitario, y mediante pactos en Asturias y Navarra; y no tendrá la vara de alcalde en ninguna gran capital española.
Frente a este balance catastrófico, Sánchez ha decidido lanzarse al vacío y convocar elecciones generales en un escenario que a priori le perjudica. Tras su gesto imprevisible, nadie le niega –ni sus más acérrimos adversarios- que es el político español de la democracia con mayor osadía, fortaleza y resistencia.