
Jesús Lizcano
El mundo se encuentra actualmente en una importante encrucijada en relación con la energía, tanto desde un punto de vista geopolítico y socioeconómico, como tecnológico y científico. Sabido es que la energía constituye un elemento trascendental, tanto en la naturaleza como en la sociedad y también en la economía de cualquier país, dado que representa el motor fundamental que viene a alimentar los procesos económicos, tanto productivos, como de distribución y consumo, y que viene a hacer posible, en definitiva, la supervivencia y el bienestar del ser humano.

La comunidad científica considera mayoritariamente como la fuente energética fundamental de los próximos siglos, y decimos bien, siglos (no años o décadas), la fusión nuclear, la fuente de energía que viene a emular los procesos que se vienen dando de forma permanente y masiva desde hace millones de años en el sol
En los momentos actuales existe una importante incertidumbre en el mercado internacional de la energía, debido, en primer lugar, al conflicto derivado de la invasión y la guerra de Ucrania, que viene originando unas tensiones importantes, tanto en el terreno de la oferta de las energías fósiles –todavía ampliamente utilizadas en el mundo actual– como el gas y el petróleo, y que vienen estando restringidas por las condiciones del conflicto bélico, originando así unas muy importantes distorsiones y subidas en los precios de la energía, lo cual origina en la cadena de valor de la producción y la distribución internacional una alta y encadenada inflación general que viene a dificultar el nivel de vida y bienestar de los ciudadanos, tanto europeos como especialmente de los países en vías de desarrollo.
En este contexto se hace realmente urgente reorientar los esfuerzos y los recursos materiales y económicos hacia las energías renovables, tales como la energía solar y la eólica, y en la medida que resulte posible por las condiciones climatológicas hacia la energía hidroeléctrica; también se ha venido planteando en la Unión Europea una revisión a estos efectos de la energía nuclear, de forma que algunos países, como es el caso de Francia, está apostando por la instalación de nuevas centrales nucleares, de cara a aumentar su nivel de autonomía en estos próximos años en relación con los mercados internacionales y las energías fósiles.
El escenario actual del corto plazo en el contexto internacional energético es realmente complicado, ya que, aunque se están actualmente redoblando los esfuerzos económicos, inversores y fiscales hacia el impulso de las energías renovables, ello necesita de un periodo todavía bastante dilatado de años para poder tener una mínima autosuficiencia energética basada en estas energías descarbonadas. Mientras tanto, las tres energías más importantes que contienen carbono, y por lo tanto, que más contaminan y afectan negativamente al cambio climático, esto es: el carbón, el petróleo y el gas, todavía tienen un largo trecho temporal en su utilización por parte de la comunidad internacional.
Abordando ahora el ámbito energético con una perspectiva de futuro y un carácter científico y tecnológico, hemos de hacer referencia a lo que la comunidad científica considera mayoritariamente como la fuente energética fundamental de los próximos siglos, y decimos bien, siglos (no años o décadas). Nos referimos a la fusión nuclear, esto es, la fuente de energía que viene a emular los procesos que se vienen dando de forma permanente y masiva desde hace millones de años en el sol, y que consiste básicamente, y sin entrar en tecnicismos, en la fusión de átomos de hidrógeno, produciéndose en esa reacción, por una parte, helio, y por otra parte, y de forma instantánea, unas cantidades ingentes de energía. Es por ello que, dado que el hidrógeno es un elemento disponible de forma ilimitada en la naturaleza y dado que la producción de energía mediante la fusión nuclear será una fuente limpia, inagotable y muy barata, estamos convencidos de que esta fuente, aunque le queda todavía un trecho (pero cada vez menor) para ser viable económica y comercialmente, va a ser la energía que se utilice por parte de muchas de nuestras próximas generaciones, y ello representará un cambio de coordenadas a nivel económico y social en nuestra Aldea Global.
Cabe recordar que en los últimos años, aparte de instalaciones tan espectaculares y en la que participan un gran número de países, como es el ITER, que viene desarrollando y experimentando la fusión nuclear a través del confinamiento magnético en un gigantesco y único reactor (en la localidad francesa de Cadarache), hay además otros modelos de desarrollo tecnológico tendentes igualmente a la fusión nuclear, como es el del MIT norteamericano (con el respaldo de Bill Gates y Jeff Bezos), y que con el mismo método viene orientando sus desarrollos tecnológicos a través de reactores más pequeños e intensos. Existe, asimismo, un buen número de experimentos en diversos países que vienen utilizando alternativamente procesos tecnológicos basados en el logro de esa fusión del hidrógeno a través de la utilización de intensos rayos láser. Y en términos prácticos ya ha habido algún experimento que ha conseguido el logro espectacular de la obtención de una energía neta positiva, es decir, que se ha producido más energía que la consumida en el propio experimento de fusión nuclear.
Aquellos que venimos analizando desde hace bastante tiempo el proceso de avances científicos y tecnológicos en este terreno de la fusión nuclear, vemos con una buena dosis de esperanza y optimismo cómo los avances que están logrando las docenas, o incluso cientos de grupos de investigación, de instituciones tanto públicas como privadas, en torno a esta fuente de energía, son realmente notorios e incluso espectaculares. Es, por tanto, importante que tengamos una perspectiva de futuro en este terreno, de cara a afrontar de una forma relativamente positiva la difícil coyuntura energética y por ende económica actual, derivada de las dificultades geopolíticas y económicas a nivel internacional, y redoblar así todos los esfuerzos que nuestra sociedad sea capaz de orientar, en primer término, hacia las energías renovables, e intensificar a la vez todos los recursos financieros, institucionales, humanos y científicos destinados a acelerar y culminar el proceso y la llegada a la sociedad y los ciudadanos de esa energía limpia e inagotable cuya fuente es la fusión nuclear.
En resumen, tenemos que ser optimistas, y con esa perspectiva que en los últimos años nos está proporcionando la comunidad científica de la consecución de esa energía a un nivel comercial en muy pocos lustros, hemos de instar desde la sociedad civil a los organismos y responsables políticos de los distintos países y de la comunidad internacional, a una intensificación y coordinación urgente de esfuerzos para conseguir lo antes posible la utilización comercial y cotidiana de esa fuente de energía que está llamada a cambiar las coordenadas del bienestar futuro de nuestra familia humana.
Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Autónoma de Madrid. Académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. Es miembro fundador y expresidente de Transparencia Internacional España. Director de dos revistas: Encuentros Multidisciplinares y Revista Iberoamericana de Contabilidad de Gestión, y codirector de la Revista Internacional de Transparencia e Integridad. Entre 1989 y 1991 fue Catedrático en la Universidad de León. Es autor de catorce libros y de más de ciento cincuenta artículos en publicaciones tanto nacionales como internacionales. Forma parte del Consejo de Redacción o editorial de otras cinco revistas (nacionales y extranjeras). Ha recibido diversos Premios, y ha dirigido y/o participado en numerosos trabajos y proyectos de investigación, siendo miembro de varias Asociaciones académicas nacionales e internacionales.