
Empar Pablo
Fernando de Rojas, el autor de ‘La Celestina’, dijo aquello de que “no es vencido sino el que cree serlo”. Se trata de una reflexión muy al hilo de los últimos acontecimientos relacionados con los cambios producidos en la legislación laboral española. Escribo esto porque creo honestamente que la gente del trabajo, aquella que madruga todos los días, no debería permanecer encerrada en el círculo de pensamiento de la derrota perpetua en una inercia ciega del todo o nada. Y, por supuesto, seguir aspirando a la mejora permanente de nuestras condiciones de trabajo y de vida. Porque la historia no termina mañana y las distintas regulaciones son fruto de la voluntad política y los consensos sociales.

La miopía y los cortoplacismos en la lucha partidista –particularmente de formaciones progresistas– no deberían alimentar la crispación política de una derecha posicionada, por intereses meramente electorales, frente a lo pactado por los agentes sociales
El conjunto de personas trabajadoras estamos hoy mejor que antes del pasado 1 de enero de 2021. Ese día el BOE publicó la reciente modificación a la reforma laboral unilateral, sin acuerdo social, que impuso el Partido Popular. No llegaba el punto final de nada, sino el comienzo de algo muy distinto en materia de regulación laboral en España: ganamos algunos derechos y recuperamos otros, al tiempo que se abrieron nuevos horizontes para la conquista de derechos sociales y laborales. Y en ese camino parece imposible una vuelta atrás porque el pacto que lo posibilita ha llegado fruto de muchos meses de negociación tripartita entre Gobierno, patronales y sindicatos, garantizando la necesaria estabilidad y durabilidad en el tiempo.
La norma, como es preceptivo, está en periodo de negociación en el Parlamento, pero supone un cambio de tendencia respecto a las cuatro décadas precedentes: afronta las dos principales anomalías del mercado de trabajo español; es decir, la temporalidad y la precariedad.
Primero, en materia de contratación, un problema sistémico enquistado en España, la reforma presume que el contrato será indefinido, limita los tipos de contratación disponibles y refuerza la inspección de trabajo, mejorando por tanto los derechos y garantías asociadas a esa modalidad contractual.
Y en segundo lugar, propone la recuperación de la centralidad y el equilibrio de la negociación colectiva,eliminando la posibilidad de que los convenios colectivos de empresa rebajen los salarios de los convenios sectoriales y recuperando la ultraactividad. Este cambio supone una evidente victoria de las organizaciones sindicales, a las cuales rehabilita como representantes pujantes, renovados y útiles del mundo del trabajo. Esta reivindicación es clave para evitar episodios de disminuciones de sueldos tan conocidos como los de las camareras de piso, y algunos otros sectores en los que desarrollan su trabajo cientos de miles de personas.
Deberíamos recordar que inutilizando estas dos piezas se desmorona el mecano puesto en marcha en 2012 y se abre la vía para una política de rentas basada en la prosperidad compartida, dotando a los sindicatos de una vía a través de la cual canalizar la conflictividad laboral requerida para equilibrar la balanza.
Por último, aprovechando la experiencia muy positiva de los ERTE, se aporta una nueva regulación para dotar de flexibilidad interna pactada a las empresas facilitando los ajustes de la demanda y otros factores, sin la existencia de despidos. Todo controlado por la autoridad laboral.
La reforma del Gobierno Rajoy, ahora modificada de manera profunda, no creaba empleo. Lo hacían, lo hacen y harán la mejora de coyuntura económica y las empresas. La miopía y los cortoplacismos en la lucha partidista –particularmente de formaciones progresista– no deberían alimentar la crispación política de una derecha posicionada, por intereses meramente electorales, frente a lo pactado por los agentes sociales. El acuerdo sellado aporta la concertación social que sitúa a España como referencia del diálogo social en la Unión Europea. Huyamos de esencialismos estériles y no perdamos la perspectiva.
Diplomada en Relaciones Laborales por la Universitat de València. Máster en Prevención de Riesgos Laborales (técnica superior en Ergonomía y Psicosociología) por la Universitat Politècnica de València. Máster en Género y Políticas de Igualdad por la Universidad Rey Juan Carlos I. Community Management por la Fundación UNED. Formadora Ocupacional por FOREM PV. Vinculada a CCOO desde 1996 de forma militante en la Secretaría de Juventud de CCOO PV. Se incorpora como miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO PV en el 8º Congreso como secretaria de Juventud del País Valencià. En el 9º Congreso asume la Secretaría de Comunicación y Política Lingüística en CCOO PV. En el 10º congreso se incorpora a la Dirección Confederal estatal de CCOO como secretaria de Movimientos y Redes Sociales. En el 11º Congreso es nombrada secretaria de Comunicación, cargo que mantiene actualmente en el 12º Congreso de CCOO.