Ricardo Martín.
Después de presagiar el hundimiento de la economía española y anunciar la grave crisis económica que nos esperaba en 2023 si Pedro Sánchez se mantenía al frente del Ejecutivo, el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno de España, Alberto Núñéz Feijoo, parece abrazar el “sanchismo económico” –con propuestas continuistas en aspectos clave de la política económica-, mientras cede a la ultraderecha el relato político, trufado de propuestas radicales y negacionistas en medio ambiente, mujer, memoria democrática, y libertades.
De las 10 primeras medidas anunciadas por el líder del PP en el Foro de la Nueva Economía el pasado 19 de junio, sólo una se refiere directamente a Economía: “los españoles pagarán menos impuestos en 2023 que en 2022. Se compensará la elevada inflación con el IRPF a las rentas “medias y bajas”.
En sucesivas entrevistas periodísticas, todas elogiosas para el líder del Partido Popular, Feijóo insiste en que los votantes no deben aguardar “grandes alharacas, ni giros de guión, sino certezas, moderación y estabilidad”, una autodescripción que encaja perfectamente con abrazar el “sanchismo económico” y mantener las grandes líneas presupuestarias y de gasto, incluso el impuesto a la Banca, medidas todas ellas sancionadas “cum laude” por el Ejecutivo comunitario, con Úrsula Von der Leyen a la cabeza.
Campaña contra los datos oficiales
En un discurso de 40 minutos, a poco más de un mes de las elecciones generales del 23-J, Feijoo anunció en el Foro de la Nueva Economía, una especie de “auditoria” (sin mencionar el término), para saber realmente cómo está el país; un dardo dirigido al INE y al Banco de España, las dos entidades públicas que “fotografían” la situación económica y a las que acuden tanto los “think tank” de todo el mundo como las instituciones de la UE, el Banco Central Europeo y el FMI.
El sorprendente anuncio de que el PP no derogará el impuesto provisional a la Banca y a las energéticas es la principal evidencia de que Feijóo no tiene alternativa económica
Poner en cuestión los datos de órganos independientes, o la estadística de Empleo que publica el Ministerio de Trabajo y Economía Social, es una táctica recurrente del Partido Popular y VOX, que vuelve a reiterarse en esta campaña electoral.
La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, ha sido contundente en unas declaraciones realizadas el pasado 20 de junio, tras sorprenderse por la campaña contra la Ley de la restauración de la Naturaleza propuesta por la Comisión que ha emprendido el candidato Feijoo: “un señor que miente” con datos económicos en entrevistas.
La tergiversación de los datos en su beneficio es ya un clásico de la actual campaña del PP, y particularmente del candidato a la Presidencia del Gobierno. Ha declarado Feijoo que son las empresas las que suben el salario mínimo, obviando que es el Ejecutivo –siempre, no ahora- el que marca al sector privado la cuantía del SMI, una de las medidas estrella –por cierto- del Gobierno Sánchez.
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, se ha visto obligada a rectificar a Feijóo cuando afirma que “la situación de la economía española es de estancamiento porque no ha recuperado el nivel de 2019. Además de que la Comisión Europea, el FMI, la OCDE y otros institutos económicos internacionales dan por hecho que el crecimiento económico de España liderará las economías de la eurozona, al menos hasta 2024, el director general del INE (Instituto Nacional de Estadística), Ángel Gavilán, ha certificado hace unas horas que la economía española “ya está prácticamente” en niveles prepandemia, aunque reconoció que se mantiene el diferencial con el conjunto de la eurozona.
En Moncloa están convencidos de que ni el Partido Popular ni su líder van a desmontar la política económica del ejecutivo de coalición, fundamentalmente porque Feijóo tendría que arriesgarse a cuestionar y poner patas arriba medidas que han contado y cuentan en este momento con el apoyo incondicional de Bruselas.
España es considerada a día de hoy el “alumno aventajado” de la UE, con un crecimiento sólido que se prolongará al menos hasta 2024, y el control de las cuentas públicas en línea con lo comprometido con la Comisión; además de un inédito crecimiento del empleo que nos equipara a los datos de 2008, el año en que España disfrutó de cifras de desempleo y ocupación cercanas a países como Francia o Italia.
Rebaja de impuestos, slogan de campaña
En el único punto en el que Feijóo ha desvelado su propuesta, convirtiéndole en su lema de campaña, es en la fiscalidad. Sin reconocer que el Ejecutivo de Sánchez ha bajado el IVA del gas, la luz y los alimentos; y ha implementado rebajas fiscales a las rentas por debajo de los 21.000 euros, Feijóo hace una enmienda a la totalidad con una rebaja de impuestos generalizada –(sin tramos)-, para las rentas “medias y bajas” en 2023 respecto a 2022.
El líder del PP también se plegará a la exigencia de la CEOE, UGT y CCOO de que “se mantenga la reforma laboral” pactada
Sobre la actual Deuda Pública, que para Alberto Núñez Feijoo “resulta insoportable”, el PP propone reducirla, sin fijar objetivo ni comprometerse a acciones concretas. La deuda española alcanzó el 124% sobre PIB como resultado de la movilización de recursos a que obligó la pandemia del COVID-19. Desde 2021, la deuda pública se ha ido reduciendo, y la previsión del Ejecutivo es que podría situarse en torno al 110% a finales de este ejercicio.
La receta de Feijoo para rebajar el déficit –según se puede leer en el decálogo desvelado hasta el momento- consiste en una drástica reducción de departamentos ministeriales. El objetivo del Partido Popular, según su propuesta programática, es “reducir el déficit de las Administraciones y la Seguridad Social” por debajo del 3%, precisamente el mismo porcentaje que el Gobierno Sánchez ha comprometido para finales de este mismo ejercicio y que ya conocen en Bruselas desde hace unas semanas.
Impuestos, deuda, déficit… son las prioridades del Partido Popular, según el enunciado de sus propuestas, que en ningún caso aterrizan con el balance ingresos-gastos o con las fórmulas que proponen para que con menos ingresos fiscales puedan mantenerse las actuales políticas de gasto del Estado, Comunidades Autónomas y el conjunto de las Administraciones.
Las pensiones son otro “arma electoral” clásico, del que el Partido Popular hace bandera. La propuesta de Feijoo se resume en dos palabras: actualización y sostenibilidad. El líder del PP en este caso ha desplegado propuestas concretas, consistentes en “escuchar al Banco de España, al equipo del Ministerio de Trabajo y a los sindicatos; solicitando a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) que actualice su último informe”.
Otras cuestiones de política económica parecen ser colaterales para el Partido Popular, a solo 31 días de la cita de las generales: en materia energética, el PP “desechará la ideología”. También sabemos que Feijóo se plegará a la exigencia de la CEOE, UGT y CCOO de que “se mantenga la reforma laboral acordada (en 2021)” dentro del diálogo social.
Pero la mayor evidencia de que Feijóo ha abrazado el “sanchismo económico” es el anuncio por sorpresa realizado el 19 de junio por el responsable económico del PP, Juan Bravo, de que el PP –si llega al Gobierno- no derogará el impuesto provisional a la Banca y también mantendrá el tributo a las energéticas.
El alarmismo por bandera: “la economía se hunde”
La secretaria general y “número dos” del PP, Cuca Gamarra, afirmaba en 2022, tras la aprobación parlamentaria de los mencionados impuestos, que «el camino no es la creación de otros impuestos a sectores económicos que ya pagan impuestos y pagan unos impuestos superiores a los que tiene que ver con otros sectores», agregando que el nuevo impuesto a la Banca puede llevar «a una reducción del crédito» y, por tanto, «tener un impacto negativo en las economías domésticas y en el tejido económico y empresarial”.
Bruselas, el FMI y la OCDE dan por hecho que el crecimiento económico de España liderará las economías de la eurozona
El catastrofismo ha sido la nota dominante en la oposición parlamentaria, tanto del Partido Popular como de VOX en política económica, pero el actual candidato a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijoo, no se ha quedado atrás, llegando a afirmar a finales de 2022 que “nos dirigimos a una profunda crisis económica mientras el Gobierno niega las evidencias, tal y como hicieron los socialistas en 2007”.
En el debate de los PGE de 2023 (celebrado a finales del pasado año), la secretaria general del PP, Cuca Gamarra diagnosticaba así la situación de España: “la economía española va mal, la deuda va mal, la inflación mal…” y se dirigía a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en estos términos: “sus cuentas hipotecan el presente y el futuro de los españoles para comprar el presente y el futuro de Sánchez. Son las hipotecas generales del Estado”.
Nada de este panorama de cataclismo económico aparece en el discurso del PP para las elecciones del 23-J, han desaparecido las menciones a los precios, a una inflación a la baja que saca los colores a los grandes países comunitarios…-; ni al crecimiento del PIB que anticipan los organismos internacionales, o las cifras récord del empleo en los meses de verano o el estado de gracia del turismo internacional.
Calviño no encuentra a su contrincante
Pero si el programa económico del Partido Popular apenas se atisba, mucho menos sabe el electorado del equipo económico que acompañaría a Alberto Núñez Feijoo si logra hacerse con la Presidencia del Gobierno. En este sentido, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, “pide contrincante”, y explica que le gustaría saber con quien “puedo confrontar sus medidas en política económica”.
Pero el PP ve tan segura su victoria el 23J que no quiere arriesgar, menos exponerse a una previsible derrota en debates televisivos Sánchez-Feijóo , o en debates sectoriales como el que protagonizaría la encumbrada vicepresidenta económica, Nadia Calviño, con su correspondiente (aún no designado) en el Partido Popular.
A diferencia de lo que ocurriera en 1993 y en 1995, en que José María Aznar paseaba a su equipo económico por toda la geografía mediática, su sucesor Núñez Feijoo marea la perdiz cuando los periodistas económicos o su asociación profesional tratan de fijar fechas para poder entrevistar al “contrincante de Nadia”.
En los años de oposición de Aznar, era público y notorio que Rodrigo Rato sería designado el “jefe” económico del Ejecutivo cuando el PP ganara las elecciones. Y los contactos informales con periodistas en el hall del Palace con Miguel Blesa, Manuel Pizarro, Juan Costa, José Folgado o Fernández-Norniella…eran habituales y abiertos.
Entre Francisco y Pablo
Nada que ver aquel despliegue de “notables” con el panorama actual, si bien Génova ha dejado correr varias “liebres” para llenar las páginas de los medios económicos. Además de Juan Bravo, el responsable económico elegido en el último Congreso del PP, aparece en las quinielas como uno de los prohombres de Feijóo, su exconsejero de Economia en la Xunta de Galicia, Francisco Conde.

También aparece como probable miembro destacado del equipo económico de los populares Pablo Vázquez, expresidente de Renfe y de INECO; director de FEDEA, institución privada afín al Partido Popular; y director general de la Fundación Concordia y Libertad, designado recientemente por el presidente Feijóo.
Otro nombre que ha circulado con profusión es el de Román Escolano, exministro de Economía, Industria y Competitividad con Mariano Rajoy, que fue también presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y vicepresidente del Banco Europeo de Inversiones.
Los “luises” a la espera
Finalmente, están los “deseados”, siempre a la espera de destino, Luis de Guindos y Luis Garicano, figuras con dilatada experiencia y perfil internacional acreditado, citados sistemáticamente como ministrables por los medios de comunicación afines.
De Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo –un halcón liberal favorable al endurecimiento del crédito- fue ministro de Economía y Competitividad del “otro gallego”, Mariano Rajoy; mientras Luis Garicano es profesor de Economía en distintas universidades de EEUU, ha sido vicepresidente del grupo parlamentario en el que se encuadraba Ciudadanos, y hace apenas unas semanas fue incorporado por Feijóo a su equipo de campaña en el área de Economía.
Si Feijóo se mantiene fiel a su propia descripción, como persona previsible que repudia los “cambios bruscos”, la designación de su mano derecha en materia económica no será fácil de desvelar. Todos los candidatos que han saltado a la palestra son perfectamente previsibles. Militan en el maximalismo liberal, agudizado en el PP desde que Isabel Díaz Ayuso inoculara el radicalismo fiscal en el ideario del partido que fundó Manuel Fraga, un proteccionista de libro, partidario acérrimo del gasto público.