V. M.
Alberto Núñez Feijóo ha cosechado la cuarta mayoría absoluta “para el PP de Galicia”. Unas siglas desaparecidas en campaña que Pablo Casado ha querido subrayar en su primera valoración del 12-J ante los líderes territoriales de la formación conservadora. Las siglas y la receta de los ‘populares’: en la oposición, denunciar lo que hace mal el Ejecutivo, en las instituciones, gobernar para todos. El líder de la derecha ha querido restarle excepcionalidad al barón gallego, que insiste en defender un patrimonio electoral y político con notables diferencias sobre el argumentario de un partido con dos almas y dos cabezas.
“Mi primer deber es cumplir con Galicia y yo no voy a poner por delante de Galicia a nada ni a nadie”. Abrumado, como él mismo dijo sentirse tras conocer el resultado de las urnas, Alberto Núñez Feijóo dedicó la noche electoral a declarar su amor a la tierra que acababa de concederle su cuarta mayoría absoluta.
Tuvo guiños al sector moderado de su partido, con menciones a Juan Manuel Moreno, Alfonso Fernández Mañueco y Mariano Rajoy. Mandó incluso mensajes de tranquilidad a Génova, 13, asegurando que trabajará por la autonomía con “más ahínco, más determinación y más ganas” que en las anteriores legislaturas después de que los análisis políticos de campaña interpretaran una nueva victoria como un problema interno para Pablo Casado. Pero la mayor parte del discurso del barón gallego estuvo dedicado a prometer la mejor versión de sí mismo a toda la ciudadanía gallega, la que le había votado y la que no lo había hecho.
Feijóo se confirma como el intocable y moderado barón autonómico que es hoy en día
Pasada la resaca y después de que las urnas confirmaran su estrategia en un momento especialmente complicado para el PP, cuyo voto aparece fragmentado en tres y el partido se ha visto obligado a pactar con Ciudadanos y Vox para poder conservar gobiernos en autonomías y ayuntamientos a la espera de que cristalice España Suma –coalición electoral que acaba de fracasar en su versión vasca–, Feijóo se ha venido arriba.
Los galones del barón
Porque ni pactó con Inés Arrimadas ni hizo guiños a Santiago Abascal como sí hizo Carlos Iturgaiz, el candidato elegido por Casado para las elecciones en Euskadi y, a pesar de ello, ha conservado la mayoría absoluta. Y porque huyendo de las salidas de tono y practicando un galleguismo moderado como ya hiciera Manuel Fraga ha logrado ser el intocable y venerado barón autonómico que es hoy en día.
Frente al absoluto poder del gallego para dar el salto nacional si tiene el viento de cola, desde la derecha han insistido estos últimos días en que la estrategia en un territorio como el suyo no es extrapolable a unas generales. Y después de que la prensa vaticinara un giro moderado en el discurso de Pablo Casado en el Comité Ejecutivo Nacional celebrado este pasado miércoles, el presidente conservador ha intentado desembarazarse de interpretaciones sobre su posible debilidad interna situándose en el mismo eje político que el presidente autonómico.
“El moderado soy yo”
En una intervención con constantes apelaciones al centro y a la moderación que dijo representar –“a nosotros nadie nos tiene que llevar a la moderación” o su estrategia de oposición es “moderada en el tono y contundente en el contenido”–, Casado aseguró que “Alberto es un brillante gestor y un gran político, que en la oposición denunciaba lo que hacía mal el Gobierno y ahora cumple su mandato institucional de servir a todos los gallegos voten a quien voten”. “O sea”, añadió, “la receta del PP aquí y en todas partes, ahora y siempre”.

Sin espacio para la autocrítica a pesar del fracaso en el País Vasco y con constantes reproches al PSOE, a Unidas Podemos y a los nacionalismos, el jefe de los populares se manifestaba en estos términos después de que Feijóo, unas horas antes y en los micrófonos de la Ser, asegurara que “un clásico en la política española” es decir que el PP “es un partido muy extremista”, y cuando “estuvimos en el Gobierno nuestras políticas eran moderadas para intentar que los ciudadanos vivan un poco mejor”.
Parecían decir lo mismo, pero en los matices está la diferencia. Porque el reelegido presidente de la Xunta habló de la centralidad “cuando estuvimos en el Gobierno” de España. Y porque subrayó de forma explícita sus diferencias con la polémica portavoz del grupo popular del Congreso, insigne aznarista que fue designada en contra de las recomendaciones del sector moderado del partido por expreso deseo de Casado.
Casado ha intentado desembarazarse de interpretaciones sobre su posible debilidad interna situándose en el mismo eje político que el presidente autonómico
“Es muy difícil hacer portavoz en este Congreso en el que hay tanto ruido y poca política. Uno entra en esa mediocridad y esa descalificación y automáticamente se crea un problema en torno a un portavoz”, dijo el gran triunfador del 12-J poco antes de encontrarse en el comité ejecutivo con Cayetana Álvarez de Toledo, la gran ausente de la campaña electoral gallega.
Después de que el barón autonómico brindara al PP nacional su triunfo y de que Génova se pasara más de dos días hablando del “modelo Casado y Feijóo”, la relación parece empezar a enfriarse. “El Partido Popular tiene un gran futuro si seguimos insistiendo en los principios. Siendo un partido centrado y templado”, ha dicho el reelegido presidente dando poca credibilidad a la pretendida moderación de Casado.
Por cierto que el líder de los conservadores ha hecho una arriesgada previsión electoral. “Tu victoria es nuestro mejor aval para llegar cuanto antes el Gobierno de España”, aseguró. Y recordó que los triunfos del PP gallego en 1993 y 2009 “fueron el preludio de las que Aznar y Rajoy cosecharon poco tiempo después”. Si Pablo Casado no gana las próximas generales, ¿significa que habrá llegado ya el momento de Feijóo?