
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Lo tenía relativamente sencillo tras la semana de polémicas que arrastraba el Gobierno con la Ley del ‘sólo sí es sí’ y la reforma del delito de sedición. Pero Feijóo se agarró a sus papeles, se tentó la ropa, recordando lo que le pasó a su antecesor, se puso el traje de duro y volvió a quedarse en una sobreactuación banal este martes pasado en su esperado nuevo enfrentamiento con el presidente Sánchez en el Senado, sin contentar, siquiera, al graderío de la derecha que tanto espera de él.
«La próxima vez que nos veamos en el Congreso será en mi investidura». Esta es la retadora frase con la que el líder de la oposición que mayor entusiasmo había concitado en la derecha española y las encuestas desde que Sánchez y su gobierno de coalición de izquierdas tomarán el timón del país rubricaba su cara a cara con el presidente en el Senado. Largo me lo fiáis, que diría el Tenorio, después de que esta misma semana Sánchez haya visto expedito el camino a la fecha oficial de las próximas elecciones generales, finales de 2023, tras ser aprobado su tercer proyecto de Presupuestos Generales del Estado.
Y eso que Alberto Núñez Feijóo había descrito al Ejecutivo como «un Gobierno en llamas» tras centrar su interpelación a Sánchez en el supuesto coladero de delincuentes sexuales que va a provocar al ley del ‘solo sí es sí’ y volver a criticar su entreguismo a los independentistas a cuenta de la reforma del delito de sedición. Vox había pedido, incluso, una moción de censura a la vista del aumento de la temperatura pero Génova anda con tiento analizando con lupa el brusco e inesperado bajón de su lider en los sondeos.

Esta semana culmina, pese al ruido, con la confirmación de la más importante baza para la supervivencia de este Gobierno: la aprobación, sin sorpresas, de las cuentas del Estado para el año próximo, gracias a sus socios de investidura que siguen remando en la misma dirección que Moncloa por tercer año consecutivo
Tras unos días adversos para Moncloa en los que se le han acumulado inesperados frentes (efectos indeseados de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, oposición entre sus socios a la posible reforma del delito de malversación… y hasta la inminente entrada en prisión de José Antonio Griñan, expresidente de la Junta de Andalucía y del propio PSOE), esta semana culmina, pese al ruido, con la confirmación de la más importante baza para la supervivencia de este Gobierno: la aprobación, sin sorpresas, de las cuentas del Estado para el año próximo. Los socios de la investidura continúan remando en la dirección del Gobierno y hasta ERC ha enfriado su presión sobre la reforma de la malversación, que va camino de instalarse en uno de los cajones de proyectos aplazados.
Feijóo y su estado mayor, pues, aunque han cogido con alborozo la controversia jurídica sobre las sentencias de una de las más emblemáticas leyes del Ministerio de Igualdad para atizar sin contemplaciones a su titular, Irene Montero, y al Gobierno en su conjunto, caminan con zozobra en ese retorno a la radicalidad que le exigen sus bases y sus aliados mediáticos. Tras haberse presentado en sociedad como la reencarnación de una moderación que llegaba a Madrid desde Galicia para hacer recuperar al PP el voto perdido, la espuma del ‘efecto Feijóo’ se ha disipado antes de lo previsto y los vaivenes del nuevo líder amenazan con un retorno a la irrelevancia de su antecesor, el defenestrado Casado.
Tampoco ayuda la contestación social que vive estos días la hasta ahora ‘invencible’ lideresa madrileña a cuenta de la huelga de médicos de atención primaria ante la que, por primera vez, Díaz Ayuso ha moderado el tono esta semana y se presenta dispuesta a la negociación. Días de zozobra en la Puerta del Sol que suman más incertidumbre aún a la ambigua hoja de ruta que no termina de dibujar Génova para su actual jefe.
El viraje del primer Feijóo llegado a Madrid, centrado en la economía y los ‘problemas de la gente’, constatado tras su retorno a Cataluña y la reforma de la sedición como el primer ‘pecado’ de este Gobierno confirma que el Partido Popular se niega a renunciar a su ADN. Su actual líder, se tienta la ropa mientras parece andar buscando el suyo.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.