Felipe VI mandó a su padre a miles de kilómetros de distancia y, a pesar de ello, está más presente que nunca en su reinado. Es el propio rey emérito quien refiere el episodio de la lejana expatriación en un libro donde ajusta cuentas con su hijo. Su lanzamiento editorial ha coincidido con la aparición de Corinna Larsen y el empresario mexicano de las tarjetas opacas en los ‘papeles de Pandora’, con la revisión de sus transacciones con las monarquías árabes y con el adelanto del archivo de las diligencias abiertas por la Fiscalía del Supremo sobre posibles delitos fiscales. La mayoría de ellas, noticias que pretenden exonerar al exmonarca pero que hacen un flaco favor al jefe del Estado, que ya se está temiendo el regreso a España de su padre.
Más de 7.500 kilómetros separan Madrid de Abu Dabi. Juan Carlos I iba a haberse trasladado a Portugal, pero le dijeron que era demasiado cerca. “Desde aquí no molesto a la Corona”, señala con sarcasmo desde la capital de Emiratos Árabes Unidos. Lo hace en el libro Mon Roi déchu (Editions Stocks), que acaba de publicarse en Francia con sonoro eco mediático en España y que podría traducirse como Mi rey caído.
La autora es Laurence Debray, una periodista y escritora francesa a la que el emérito conoció con motivo de su abdicación, durante una entrevista para un documental de televisión. Desde entonces han mantenido contacto y el resultado es un ajuste de cuentas en formato editorial con la Casa Real y, particularmente, con Felipe VI.
Como adelantó Paris Match en una prepublicación, preguntado por la posibilidad de regresar a España contesta: “No lo sé en absoluto, algunos están muy contentos de que me marchara”. Según la autora, la relación entre el emérito y el monarca “está rota”. “Juan Carlos es un rey caído, pero ante todo es un padre repudiado”, señala, y cita a personas allegadas al abuelo de la princesa Leonor para asegurar que “antes se refería a don Felipe como ‘el Rey’, ahora habla de ‘mi hijo’, es una forma de degradarlo”.
La exoneración legal no alivia el daño reputacional de las actividades del exmonarca
Otro libro, éste dedicado al director del Cesid desde 1981 hasta 1995, Emilio Alonso Manglano, está siendo objeto de análisis y portadas en el monárquico diario Abc. Titulado El jefe de los espías y basado en su archivo personal, los autores son dos periodistas de la casa, el también adjunto al director, Juan Fernández-Miranda, y Javier Chicote, y sostiene que, de entre las sumas millonarias que Juan Carlos I recibió durante sus primeros años de reinado procedentes de países árabes, 36 millones saudíes fueron “para la Transición” española y otros tantos millones fueron préstamos a interés cero que le permitieron ir amasando su fortuna personal. Una revisión de las transacciones del entonces jefe del Estado español con las monarquías árabes que arroja una explicación inocua sobre el origen de su millonario patrimonio.
Sin embargo y según se desprende de su investigación y de sus conversaciones con personas próximas a Juan Carlos I, el editor de El Siglo, José García Abad, afirmaba a principios de los años 2000 en su libro La soledad del rey y sostiene hoy en día que el dinero que las monarquías árabes le hacían llegar al hoy emérito iba a parar a su bolsillo. Un bolsillo tan lleno que desbordaba los últimos años y era objeto de pesquisas judiciales en Suiza y otras tres en España.
‘Condena’ reputacional
Más de un año ha tenido la Fiscalía para trabajar en tres líneas de investigación: la de una comisión de 100 millones de dólares saudíes por la construcción del Ave a la Meca, la de las tarjetas opacas y la de una cuenta de diez millones de euros en el paraíso fiscal de la isla de Jersey. El Ministerio Público halló indicios de presuntos delitos fiscales y de blanqueo pero, según adelantaba El Confidencial, archivará las tres diligencias preliminares.
No porque no haya encontrado irregularidades, sino por razones de forma: la inviolabilidad, la prescripción o las regularizaciones, que se emprendieron de forma atípica después de que, según El País, el teniente fiscal del Tribunal Supremo, Juan Ignacio Campos, notificara formalmente la apertura de cada una de las tres investigaciones emprendidas sobre el patrimonio del emérito.
“Lo que ha hecho la Agencia Tributaria y lo que ha hecho la Fiscalía es trabajar en absoluta libertad, con todos los recursos económicos y materiales que necesitan, para poder investigar hasta el último de los hechos que tuvieran que ser susceptibles de investigación”. “A partir de ahí, estaremos a lo que nos diga la Fiscalía General del Estado”, sostenía Pedro Sánchez desde la cumbre UE-Balcanes en Eslovenia, preguntado por el próximo archivo de las diligencias sobre Juan Carlos I.
La sociedad de la examante y el amigo mexicano del emérito se llamaba Fortuna, como el yate
Lo que no le “corresponde”, dijo el presidente, es responder a una cuestión como el posible regreso a España de Juan Carlos I. Desde su salida el 3 de agosto de 2020 rumbo a Abu Dabi para aligerar la presión de sus escándalos sobre el reinado de su hijo, el emérito no ha dejado de insistir en su deseo de volver.
Sus familiares y amigos se han encargado de filtrar a los medios su intención de poner fin a un exilio que considera injustificado. Ahora ha sido una escritora francesa la que ha dado voz al exmonarca, que dice estar pensando en su entierro y sugiere un funeral de Estado “soberbio, emocionante y elegante” como el que organizó la Casa Real británica tras la muerte del duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II.
Pero, antes de que eso ocurra, el emérito tiene previsto tomar un avión rumbo a España. Las investigaciones judiciales lograron frenarle, pero cuando la Fiscalía les dé carpetazo -la española, las pesquisas suizas siguen adelante-, su regreso es una posibilidad incómoda para Zarzuela; la exoneración legal no alivia el daño reputacional que las actividades del monarca han provocado en la Corona por cuanto no niega las irregularidades.
Además, la posibilidad de nuevas revelaciones no se descarta y siguen apareciendo noticias que menoscaban la imagen de Juan Carlos I. Coincidiendo con la publicación de su última biografía y con la noticia del archivo de las diligencias, la investigación de los Pandora papers señalaba que Corinna Larsen, examante del emérito, y Allen Sanginés-Krause, el empresario mexicano investigado por pagos al emérito a través de las tarjetas opacas, compartieron una sociedad en el paraíso fiscal de las islas Seychelles. Su nombre era Fortuna Ventures Ltd. Fortuna, como el malogrado yate de Juan Carlos I.
Así las cosas, se abre un escenario incierto y difícil de gestionar. En Zarzuela, donde se lleva tiempo hablando de la posibilidad de un regreso temporal o paulatino del emérito fuera de las lindes de Palacio, y también en Moncloa. Las noticias sobre la división de los socios de Gobierno no tardaron en llegar a la prensa, conocida la disposición de Pedro Sánchez a aligerar la carga que soporta Felipe VI desde que el exmonarca pusiera en riesgo una institución que cuenta con el compromiso del PSOE en clara e intencionada diferencia con Unidas Podemos.
El jefe del Estado no se ha quitado de encima a su padre a pesar de los 7.500 kilómetros que separan Madrid de Abu Dabi. Por eso sólo le queda esperar que su regreso no acabe por quebrar los cimientos de la institución en que se asienta su reinado.