Especial Nueva Defensa/ Fernando Adolfo Gutiérrez.
Durante la operación de evacuación de no combatientes que tuvo lugar el pasado verano en Kabul, se pusieron de manifiesto las carencias operativas de los contingentes militares de la Unión Europea, especialmente, pero no sólo, en lo concerniente a medios de proyección estratégicos.
Se hablaba entonces, con profusión, de la denominada “autonomía estratégica”, que debería permitir a los países de la UE disponer de la capacidad de intervenir en defensa de sus intereses estratégicos en otras partes del mundo sin depender imprescindiblemente del aliado estadounidense.
Todos estos análisis chocaron bruscamente con la realidad cuando, en la madrugada del 24 de febrero, las tropas de la Federación Rusa cruzaron la frontera internacional que separa Rusia de Ucrania, invadiendo este país con armamento pesado y penetrando profundamente en su territorio.
“El inicial concepto de Ejército Europeo ha quedado reducido a una mera Fuerza de Reacción Rápida de unos 5000 militares”
El 21 de marzo, el Consejo de la Unión Europea hizo público el documento denominado la Brújula Estratégica, que se venía preparando con anterioridad a la invasión de Ucrania y en el que se asumen cambios sustanciales en la perspectiva con la que la Unión Europea contempla su Defensa. Para empezar, se acomete en este documento un análisis, en esta ocasión sí, común, del entorno estratégico de la Unión Europea.
El inicial concepto de Ejército Europeo, considerado en alguna ocasión, ha quedado reducido a una mera Fuerza de Reacción Rápida o de Despliegue Rápido de unos 5000 militares, sin que se haya apuntado cuál sería la opción u opciones de seguimiento de esta eventual Fuerza de Reacción Rápida o de entrada inicial.
No obstante, en coloquio sostenido por el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común, el señor Borrell, en la sede del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) el pasado 20 de abril, a preguntas de la audiencia sobre la posibilidad de que esta Fuerza de Reacción constituyera el embrión de un posible Ejército Europeo, manifestó que ese Ejército Europeo no estaba en la agenda, pero no descartó que, al igual que lo que sucedió con el euro como moneda única, que requirió años de intentos, pruebas y aproximaciones sucesivas, lo mismo podría suceder con un eventual Ejército Europeo.
Lo que sí expresó el Alto Representante es que, actualmente, los 27 países miembros de la Unión Europea invierten en Defensa, entre todos, unas cuatro veces más de lo que invierte Rusia, pero su inversión es significativamente menos eficaz por no disponer de un sistema único de definición de capacidades y en consecuencia de definición de sistemas de armas, dándose el caso de disponer de múltiples modalidades de medios terrestres, aéreos y navales de diferentes características, potencias y necesidades de mantenimiento, unidas a determinadas carencias esenciales, no suficientemente cubiertas o mínimamente satisfechas, como, por ejemplo, el transporte estratégico.
Los países de la UE pertenecientes a la OTAN han asumido la necesidad de incrementar su grado de responsabilidad en los esfuerzos defensivos colectivos sobre la base de la complementariedad con los esfuerzos de la Alianza, buscando vías para la integración de las capacidades operativas de sus Fuerzas Armadas, reduciendo las posibles duplicidades con la OTAN.
Ello requerirá acometer un proceso de armonización de capacidades militares, que conllevará, paralelamente, un proceso de armonización de las capacidades de la industria de defensa de los países miembros.